"POR UNA DECISIÓN REAL, BASTA DE BINARISMO"
En 1592
España lanza una conquista hacia el continente Americano, no con el objetivo de
enriquecerse culturalmente, ni de ampliar su población. Lo hace con el único
fin de enriquecerse con lo que otros generaran para su reino. Para esto,
impusieron una conquista asesina, torturadora y saqueadora.
En 1806 y
1807 Inglaterra intentó invadir dos veces el Virreinato del Río de la Plata. No
logró la dominación militar y política gracias al rechazo ejercido por el
pueblo organizado. Pero esto no hizo desistir de sus intereses a los
británicos. Lo que les interesaba era sólo la cuestión económica. Por eso,
cambiaron su plan, y se propusieron otro tipo de dominación, que combinaba las
ideas republicanas que se ponían de moda en Europa por esos tiempos y la “independencia”
para poder comerciar con quienes quisiéramos. Estaba claro que quienes estaban
en poder de comerciar en ese momento, era principalmente Inglaterra que estaba
desarrollando el proceso de Revolución industrial y por lo cual le faltaban dos
cosas: materia prima, y mercado donde vender los productos manufacturados con
la plusvalía que los enriquecería.
Así fue
que apoyaron todos los procesos de independización de América.
Mucho
tiempo después, y ya bastante saqueados, varias veces intentaron y lograron
imponer sobre las tierras del Río de la Plata y su pueblo, políticas de
comercio desfavorables, y ya no sólo los ingleses y los españoles, sino también
los estadounidenses, y otras potencias mundiales sedientas de lo mismo: materia
prima y mercado donde colocar sus productos.
Siempre,
en todos los casos, hizo falta un gobierno entregador, que habilitara desde
adentro una política tan desfavorable y poco prometedora.
Sin
embargo, ya por el 1800 había quienes no entendían que la independencia de
España tuviera que ver con la dependencia de Inglaterra u otra nación, y que
por ello proponían una Patria Grande, un espacio latinoamericano que se
desarrollara en conjunto, asegurando lo que se tenía, y un desarrollo
igualitario, en el que además, se contemplara una construcción con los pueblos
originarios como principales actores de esta construcción. Bolívar, Artigas, entre
otros tantos, buscaban una patria común, un espacio de desarrollo basado en el
saber que ya poseían los pueblos originarios y la verdadera independencia de
las potencias europeas.
Luego,
también varios años más tarde, en una cumbre en Mar del Plata, se mandó “al
carajo al ALCA”, un tratado que volvería a ponernos de rodillas a toda América
Latina frente a un Estados Unidos en bancarrota, porque su sistema económico NO
FUNCIONA.
Un
sistema económico que requiere de “eventos” (nuestro presidente le llamaría “pasan
cosas”) que reactiven lo que de por sí no funciona. Se trata de un sistema
financiero, en el que los bancos inventan dinero, dinero que no existe, y se lo
dan a los poderosos. Ese dinero, les trae un problema, y es que si bien en el
mismo momento en que lo reciben, les permite adquirir muchas cosas, luego es el
mismo dinero el que los derrumba, porque hace que nada tenga valor, y que la
población en general llegue a un extremo de hambre y miseria que le permite recordar
que está siendo brutalmente explotada y que lo único que consigue es apenas
subsistir.
Estos “eventos”
o “cosas que pasan”, son movimientos financieros que trasladan el desastre de
un país a otro. Es decir, es sólo un retardador de la bomba que sigue juntando
presión para explotar.
Lo que
realmente soluciona sus problemas, al menos en forma temporal, pero de manera
genuina, es decir, que reactiva nuevamente las economías y desata una nueva
bocanada de aire fresco (pero mórbido) para el capitalismo, son las guerras.
Con la destrucción de ciudades, hospitales, escuelas, etc, sobreviene la
necesidad de reconstrucción y por tanto los préstamos millonarios a esos
Estados, que además de destruidos físicamente, ahora también lo estarán
económicamente.
No es
alocado pensar, entonces, que nuestro presidente, con la cara de inepto que
tiene, entre otras cosas haya optado por sumirse en un préstamo “pacífico”, “consentido”,
para evitar una tragedia militar. Claro que podría haberse evitado ambas
formas, porque ¿quién dice que sólo existen esas dos formas? O ¿es que nosotrxs
adherimos todxs a este sistema que requiere de muertes y tortura para
subsistir?
Salir del
pensamiento binario es fundamental para poder pensar nuevos caminos, nuevas
formas de relacionarnos, nuevas formas de construirnos. Y claro, ¿quién dijo
que eso es sencillo? Nadie lo dice, porque no lo es, ya que este tipo de
desarrollo implica participar, discutir, debatir, construir e inventar nuevas
formas. Pero acaso, ¿no se trata de eso vivir?
Salir de
las opciones dadas, en todos los aspectos, revolucionarnos, deconstruirnos para
volver a construirnos de otra maneras. Una necesidad que no podemos imponer ni
imponernos de un día al otro, un cambio que requiere de un proceso que empieza
en cada unx, en cada cuerpo, en cada relación, y en cada economía. Un desafío
que da sentido al vivir, un verdadero sentido y no el de un auto, una casa y
una familia. Un sentido que nos desafía en todas nuestras capacidades…
Por eso,
a quienes luchamos, debiéramos ver que nuestro objetivo no es la denuncia ni el
estar en contra de, sino poder pensar cuál es nuestro sistema, cómo queremos
que sea, y en todo caso, la denuncia y el estar en contra de, sólo como un
entorpecimiento de eso que buscamos. En comunicación popular, a esto le
llamamos, tener agenda propia.