Muchos y muchas de los que llegamos a estos lugares tan hermosos, lo hemos hecho como una elección de vida. Dejamos atrás lugares citadinos, de locura comercial y oficinas; a las que se llega diariamente luego de un trajín de largo rato hacinados en medios de transporte, que poco se diferencian con los que llevan ganado.
Hemos llegado por el valor que se le da aquí a la naturaleza, a su belleza, al respeto que se le tiene. Llegamos a vivir de una manera diferente. A valorar y a mimetizarnos con la forma de vida campesina, de pueblos originarios y de todas sus sabidurías al respecto del buen vivir.
La posibilidad de disfrutar hermosos lagos, ríos y montañas sin tener que viajar para estar de vacaciones. Es nuestra elección. Pero esa elección no está completamente descripta, también existen empresas y empresarios que pretenden transformar todo eso en dinero, buscando limitar nuestro acceso. Vienen a vivir a esta zona, pero encerrados en barrios privados, en propiedades exclusivas cerradas en lugares similares.
Es que vivir en lugares como este implica saber que uno debe poder alternar vida campesina, lago, montaña, encuentro con la tierra y organización popular. Sí, una organización entre vecinos que permita repeler esas intromisiones que pretenden transformar los ríos en usinas eléctricas, los lagos en criaderos de trucha, las montañas en lugares exclusivos para grupos reducidos de ricos.
Implica saber que dentro de la gimnasia cotidiana está la organización y la lucha por definir socialmente y no económicamente el destino de un lugar. Y por eso, quienes pretenden lograr su objetivo empresarial, intentan mostrarnos un mundo en el que la felicidad hollywoodiana es posible. Sabemos que eso no es así, y este año, en pleno verano, cuando uno llega a ese punto en que necesita un "corte" de las actividades del año, salimos a la calle en varias oportunidades, nos organizamos, plantamos un acampe, salimos a romper el cerco informativo y le dijimos al intendente y sus concejales que no fueron elegidos para hacer lo que se le cante a un inglés prepotente que se esconde detrás de sus cipayos.
Este verano, demostramos que vamos entendiendo que hay que combinar vida con lucha; pero también con alegría, y con ese sentimiento de que la lucha, la vida, no son cosas a las que se llega y se acomodan como una medalla ganada o lograda en forma de estandarte logrado en el pecho de un uniforme. No, son procesos continuos, procesos que no se ganan o se pierden en un hecho. Son procesos que duraran más que nuestras vidas y se que se alimentan, en tanto y en cuanto se mantenga en ese vaivén que nos implica diariamente. Comprometiéndonos a participar, a ser conscientes de lo que se hace y lo que no.
Este verano, hemos dado un ejemplo, que será recordado por muchos que vienen a ver y disfrutar sólo una parte de la belleza de este lugar. Este año hemos mostrado esa otra parte de lo bello de vivir en lugares como este; la de encontrarse codo a codo con todo el mundo, incluso con el que tenemos ciertas diferencias, pero que en la calle "somos mucho más que dos".
Y habrá que saber que esto no nos pone en un lugar de enseñar, sino de seguir aprendiendo nuevos y creativos caminos. Sistematizar estas experiencias, reconocer aciertos, identificar formas eficientes de organización, son algunas de las tareas que requiere este proceso hermoso que hemos comenzado a transitar. Para que la resistencia se transforme en lucha. Somos capaces. Lo estamos haciendo.