(RNMA).-
En el día de hoy se conoció la sentencia en la causa por los abusos
policiales sufridos por Celeste, una joven trans tucumana ilegalmente
detenida en noviembre de 2013. El mismo tribunal que condenó a 8 años de
cárcel por un aborto espontáneo a Belén, volvió a hacer gala de su
profundo machismo, con condenas que fueron irrisorias: dos de los siete
policías procesados, Ernesto Aguirre y Walter Trejo, fueron condenados a
cinco años de prisión por privación ilegítima de la libertad y por
falsear el acta de detención, en tanto que otros cinco agentes
implicados volverán a ser investigados por estas causas. La acusación
era por abuso sexual, privación ilegítima de la libertad y falseamiento
ideológico. En el fallo ni siquiera se mencionó el abuso. Las personas y
organizaciones nucleadas en la Mesa Justicia para Celeste esperaron la
resolución del proceso judicial en las afueras del juzgado tucumano,
donde se convocaron a partir de las 9 de la mañana.
Reproducimos la entrevista realizada en el
Enredando las Mañanas del día miércoles 26 de octubre a Ruth, una de las integrantes de la Mesa Justicia para Celeste,
que da cuenta de la gravedad de los vejámenes sufridos, así como de la
dimensión de la impunidad. Aspectos que no hacen más que sumar razones
para seguir luchando.
En el año 2013, Celeste fue detenida de manera ilegal por efectivos
policiales, quienes durante tres días la sometieron a violencia física y
psicológica y a repetidos abusos sexuales. Cuando finalmente logró
escapar y llegó al hospital donde constataron las marcas de la
violencia, radicó su primera denuncia. Tres años después, el juicio
contra siete integrantes de la Seccional VI de San Miguel de Tucumán
llegó a su fin. Los procesados son Rubén Ernesto Aguirre, José Luis
Décima, Walter Francisco Trejo, Miguel Antonio Concha, Ramón Julio César
Ledesma, Roberto Antonio Gallardo y Aldo Omar Quiroga, que esperaron el
juicio en libertad y continúan en funciones.
El camino por justicia para Celeste ha estado atravesado por la
exclusión estructural que sufren las personas trans, tanto en el acceso a
derechos como salud y educación como, ante una situación como esta, las
dificultades para acceder a la justicia. Hoy, la abraza y contiene el
espacio de “Justicia para Celeste”, con el fin de acompañarla y
visibilizar el reclamo.
Las circunstancias de la detención son realmente indignantes. Celeste
se encontraba en el interior de su domicilio, bañándose, cuando
irrumpieron los efectivos policiales y la trasladaron a la seccional IV
de San Miguel de Tucumán, alegando la aplicación del código
contravencional -una normativa que se aplica en la vía pública.
En diálogo con Enredando las mañanas, Ruth detalló el maltrato y la
violencia a las que fue sometida Celeste en la comisaría: “la trataron
de muchas maneras humillándola, la obligaron a hacer limpieza del lugar,
la violaron los policías que estaban ahí. Luego uno de ellos la tiró
literalmente en el jaulón donde estaban otros presos que habían sido
acusados de violaciones y de asesinatos. Celeste estuvo aproximadamente
tres días ahí hasta que un día que la castigaron limpiando el patio de
la comisaria ella logra escaparse y se va al hospital (…) Mientras
estuvo ahí detenida el abuso no fue solo físico sino también
psicológico, la trataban de puto todo el tiempo”. Una vez en el centro
de salud, lxs profesionales constataron que había sido abusada, que
tenía las marcas de la violencia en su cuerpo y ahí ella radica la
primera denuncia, que ha sostenido a pesar de las presiones e intentos
de soborno de los acusados.
El pasado 4 de octubre, finalmente, dio inicio el juicio caratulado
“Aguirre Rubén E. y otros por abuso sexual con acceso carnal y otros
delitos”, Número de expediente 56518/13, de la sala III en lo Penal del
Poder Judicial de Tucumán.
“No es un policía, es toda la institución”
Desde la Mesa de Justicia para Celeste plantean que uno de los ejes
centrales de la denuncia es desnudar el hecho de que esta situación no
es excepcional, sino que las trans y travestis, en las calles, están
expuestas al abuso policial constantemente. Así lo explicó Ruth: “lo que
querían dar a entender desde el gobierno era que era un caso aislado,
algo que no sucedía siempre, y no es así. Es algo común, generalizado,
por parte de todas las chicas trans que están en calle, (…) que tienen
que afrontar a la policía durante toda la noche, o pagarles coima o sino
las violan adentro de los móviles y es algo que reclaman todas”.
La integrante de la Mesa de Justicia explicó que “el caso de Celeste
en particular es emblemático porque es el único que ha llegado a la
justicia”. Pero ese acceso a la justicia es sesgado, ya que “durante el
juicio Celeste ha sido revictimizada constantemente (…) respecto de su
identidad de género. Si bien los jueces sí la trataban de señorita y
respetaban su identidad de género, no hacían cumplir esto a los abogados
defensores y no lo hicieron en ningún momento”. Por si quedan dudas de
las características patriarcales del tribunal, Ruth destacó que “el
tribunal que lleva el caso es el mismo tribunal que acuso a Belén sin
pruebas”. Por esa razón entienden como imprescindible la presión social
sobre la justicia: “que este tribunal escuche que Celeste no está sola,
que está acompañada por muchas agrupaciones, por mucha gente y que no
vamos a quedar callados si no tenemos una sentencia favorable para
Celeste”.
Amenazas
Celeste hoy está con custodia de la Policía Federal, porque en los
últimos días ella y su entorno han sufrido amenazas e intimidaciones por
parte de la Policía tucumana. La semana pasada, un desconocido se
acercó al centro educativo trans donde la joven realiza sus estudios
primarios y empezó a hacer preguntas sobre ella y sobre la custodia
policial, mientras Celeste se encontraba tomando sus clases.
Simultáneamente, uno de los imputados, José Luis Décima, pasó por la
puerta. “Encima -agregó Ruth- a esa hora más o menos aproximada, un auto
con vidrios polarizados y sin patente merodeó alrededor de su casa y
los familiares lo pudieron ver. Además ese mismo auto siguió a otra de
las personas de la mesa hasta su casa”.
Justicia
Sin embargo, aclaró la integrante de la Mesa, la lucha por justicia
para Celeste no puede agotarse en una sentencia condenatoria, ya que las
violaciones a sus derechos han sido una constante en su vida. “Celeste
sufrió violencia institucional sistemática desde que era una niña. Ha
sido expulsada de su hogar, ha sido expulsada de la escuela, ha sido
expulsada del sistema de salud y encima violentada por las fuerzas
policiales del Estado (…) Además, Celeste no ha tenido un acceso real a
la justicia (…) ella, por ser analfabeta, no pudo constituirse como
querellante y la causa solamente ha sido llevada por el Ministerio
Fiscal, no tuvo una abogada que la asesore, que la prepare en cómo
defenderse durante el juicio, cómo hablar, y ni siquiera que le informe
qué iba pasando (…) El Estado no puede abandonar a Celeste porque ha
sido precisamente el Estado el que la ha violentado”.
“Lo que corresponde –finalizo Ruth- es cárcel común a los implicados y
que el Estado no abandone a Celeste después de este juicio”.