Este viernes pasado se realizaron las elecciones en el sindicato docente de Río Negro, UnTER (Unión de Trabajadores de la Educación Rionegrina). Los resultados arrojan varias lecturas. Por un lado los ganadores y perdedores según los fríos números.
Ganó a nivel provincial la conducción central del sindicato la lista "Unidad Azul Arancibia" con 3806 votos. En segundo lugar quedó la lista "Paulo Freire Celeste y Blanca" con 2727. En tercer lugar, pero muy cerca la lista "FUL" (Frente de Unidad y Lucha) con 2343. Es decir, se le dió continuidad a la misma lista que estaba en el poder desde que (y antes también) el secretario general de la lista Celeste y Blanca; Marcelo Mango pasara de secretario general a ministro de educación provincial e impusiera una gestión que; no sólo no enjuició a sus predecesores que se robaron todo, sino que no pudo realizar ningún adelanto en los derechos de los y las trabajadoras.
Quedó en el poder la lista que siendo conducción llamó a paro y lo suspendió cuando logró, como toda respuesta; poner en suspenso el descuento de esos mismos días de paro. La misma conducción que entregó la lucha del mayor corte de ruta de la historia de este sindicato en Chichinales. Ganó la lista que acordó con el gobierno que se comprometía a no hacer paros, si la inflación no superaba el porcentaje fijado para los aumentos.
La lista FUL, logró un importante número de votos, pero no le alcanzan. La última vez que un frente de izquierda logró ganar a nivel provincial fue un desastre y con esto no decimos que vaya a ser siempre lo mismo. Lo que intentamos decir es que gane quien gane, los y las trabajadoras suelen quedar en segundo plano. El problema pareciera ser otro, entonces.
De hecho, otro de los resultados que arrojó esta elección, es que el ausentismo fue importante. Y que esto suceda es de alguna manera un indicador que muestra algo: las afiliadas/os están empezando a descreer de lo que pueda hacer una conducción sindical. Este resultado es el más triste. El más temible, porque indica que los gobiernos estarán en posición de imponer descuentos, no aumentos, no construcción de edificios, no mejoras del sistema educativo. Es un plebiscito que deja una conducción sumisa frente a un gobierno fuerte.
En nuestra localidad votaron apenas 35 personas más de la mitad del padrón. Es decir, casi la mitad de afiliadas/os no votó, aunque las urnas recorren las escuelas y hay otras en la sede del sindicato.
Es un diagnóstico de apatía. Apatía, cuando los gobiernos nacional y provincial no paran de provocar a los y las trabajadoras generando descuentos, inflación y pérdida del poder adquisitivo, pobreza e incluso juegan con las economías familiares, anunciando alegremente que no hay cronograma de pagos y que no habrá aumentos ni bonos de fin de año. Es decir, el gobierno provoca, pero los y las trabajadoras no ven una solución en los sindicatos. Esto es un error muy grande, porque los sindicatos son la organización obrera por excelencia. No entenderlo o negarlo es absurdo. Está claro que el pueblo no se equivoca, en todo caso lo equivocan.
Quienes estén pensando en los resultados de las últimas elecciones presidenciales, confirmarán internamente que no se puede subestimar al enemigo interno (nacional, gremial), que es capaz de imponer medidas que vayan justamente en desmedro de la población a la que dicen representar.
Es que los medios de comunicación se han vuelto claves en este sentido, asegurando lo ilógico. A quien le contáramos que iba a ganar la misma conducción que entregó la medida de fuerza por sólo el no descuento de esos días de paro, no lo creería. Decir que el sector docente es burgués y despolitizado es una conclusión rápida, liviana y que intenta evitar el compromiso de asumir la responsabilidad de mostrar otra historia. No se trata de decir que el pueblo es tonto, porque eso piensa quien se cree superior y ya nos marca que su línea de acción como conducción de un sindicato o país, no tendrá en cuenta más que sus propios intereses personales.
Sin embargo, no podemos desconocer que la burocracia sindical cuenta con mecanismos de coerción que resultan efectivos. Un logro a último momento, aunque sea el no descuento de los días de paro, es muy importante a muchas economías familiares. Pero jugar con eso, por parte de sindicalistas y gobernantes que aseguran una línea de acción burócrata que no les generará mayores conflictos, es demasiado siniestro, aunque sea cierto.
Queda claro entonces, que la representación como sistema de organización esta en crisis. No podemos delegar en otros nuestras convicciones, proyectos y utopías. Construir nuevas formas es el desafío. Nuevas formas de organización que construyan otras lógicas y mecanismos que no permitan entregar nuestras luchas. Aprendimos por qué sindicatos y movimientos fuertes cambian también los gobiernos y entonces, inciden también en las políticas y realidades provinciales y nacionales.
Quizá
sea el momento de generar dentro del ámbito de la educación otros
debates y espacios de encuentro , que nos permitan ampliar las
miradas,repensar las prácticas, jerarquizar y enriquecer nuestra
profesión y desde allí construir otras formas de organizarnos;
cuestionando y horizontalizando saberes y estructuras.