Gino: Buenos
días, buenos días. ¿Cómo está mi querido hermano, Radio La Negra. Un honor, un placer,
un gusto de verdad estar allí con ustedes, desde los llanos orientales
venezolanos por aquí andamos. La canción de los pueblos, la canción de los
pueblos que somos, o en definitiva, la canción. Habían dicho por allí una vez
que los ricos no saben bailar. Nosotros escuchamos la canción ancestral, hasta
la propia clase que por todo eso surge de los pueblos creativos, de la gente,
de los pueblos, ¿no? Y aquí andamos, sobreviviendo, como ha sido
históricamente. “Ningún tiempo pasado fue mejor desde que surgió la explotación
del hombre por el hombre”, dice por allí el poeta Carlos Angulo en un poema y,
en muchos casos también como ha sido, haciendo lo que se puede más que lo que
se quiere. Todos los procesos también revolucionarios, si tú revisas la historia,
se han dado al borde del desastre. Casi siempre ha sido así. El humano
pareciera que tiene la tendencia que quiere buscar los cambios cuando está ahí
en el barranco, cuando está ahí al filo del
barranco. Y tratamos de hacer los cambios también con toda la fuerza de
la costumbre que arrastramos, con todos los vicios que hemos adquirido en el
camino. Y por lo general cuando queremos asumir cambios, no son cambios reales
sino que nos entrampamos en lo reivindicativo y lo reivindicativo, como sabemos,
tiene las influencias del mundo donde hemos vivido, casi siempre signado por
querer ser como el amo, pues. En este tiempo nos da por tener todo, todo lo
imposible. Si nosotros hacemos una encuesta sobre las aspiraciones, sobre las
esperanzas, seguro que los caracteres que sopesan las abuelas, las madres no bastan
para todo lo que queremos ¿no? Hay una gran disconformidad. Pero es un nivel de
esperanza que en muchos casos tiran por la borda el ser libre, los proyectos
libertarios. Porque la propia libertad tiene una referencia. Entonces lo que se
entiende por ser libre habría de ser lo que no se puede. ¿Me explico? No sé si
estoy filosofando mucho…
RLN: no, no,
para nada.
G: Bueno
entonces, en lo político pienso yo tampoco puede ser acomodaticio; la realidad no
puede ser acomodaticia. A veces nosotros nos entrampamos entre nosotros mismos,
sobre todo la militancia porque hay quienes tienen un proyecto en la cabeza y
creen que eso es lo que se tiene que hacer. Y a veces no se puede hacer porque
hay toda una realidad nacional, internacional, todo un asunto ahí que no es
fácil.
Pero lo
importante es que cuando tú tomaste la determinación de que las cosas sean de
otro modo, cuando tienes un sueño libertario, cuando tú has diagnosticado la
historia y te has dado cuenta que las cosas no son así; cuando has visto que un
grupito muy pequeño nada en la opulencia a costa de la miseria de las grandes
mayorías, y eso toca lo nacional en cuanto a lo económico. Y cuando hay también
sectores poderosos que atacan y no te dejan vivir. Cuando se meten contigo y no
te dejan vivir, te frenan, frenan esos proyectos. Tú sabes que tienes que
intentarlo, que tienes que intentarlo toda la vida y ahí vivimos toda la vida intentándolo
independientemente que sea posible o no sea posible. Porque todo esto es
finito, el propio planeta es finito… y cada día deteriorándose más. De repente no
queda ni espacio donde concretar los sueños, donde en definitiva, la pelea es
por dignidad. La pelea es por dignidad y todo lo que vayas conquistando medianamente
es por dignidad. Tienes que demostrar que los pueblos podemos auto determinarnos
y podemos gobernarnos nosotros mismos. Y
tenemos que demostrarnos como especie que es posible hacerlo en colectivo. Que
la salida no es individual, que las salidas no son individualistas, y eso hay
que intentarlo. Y ese corazón, con el corazón en el cerebro y viceversa, tiene
que pensarlo bien. Pues pensarlo bien y no ser tonto ¿me explico? Sobre todo quienes
están en niveles o en guardia. Porque muchas veces lo que hacemos es pelear
entre nosotros y peleando entre nosotros las cosas no avanzan.
Yo pienso
que aquí, por lo menos en el país, nosotros aquí en Venezuela, a veces lo han
entendido mal los pueblos, a veces lo han entendido mal los sectores populares
más que otro ¿no? Porque tú puedes ver que aquel sector, que lo que hace es
negocio con los procesos revolucionarios. Pero lo que está claro es que tú no
te puedes volver, y existen factores inevitables con los cuales en muchos casos
tienes que conciliar porque regresarte es
peor. Así como lo veo, no sé si estamos en concordancia, si estamos hablando más
o menos de lo que queríamos hablar. Porque nosotros aquí avanzamos,
retrocedemos, damos, a veces tenemos lío con el combustible, a veces se
normaliza. De repente saboteamos una refinería y otra vez el asunto. Haces
negociaciones, tienes buenas relaciones de repente con algún país y cambia el
gobierno allá y entonces la cuestión se trunca también. Porque así como hemos
sido dependientes internacionalmente, también hemos sido dependientes como
clase. Ese es otro asunto también, porque al destruirse la independencia, la
independencia como país, tiene independencia política como país pero también
debes tener independencia como clase, porque los pobres no producen nada. El
sistema económico mundial se ha ido conformando de tal manera que el propio
conocimiento de los pueblos se ha convertido en mercancía. Y resulta que cuando
tú te alimentas, cuando te vistes, la propia recreación, todo, es mercancía. Tienes
que adquirirlo. Entonces los pueblos como clase social también hemos sido
dependientes. No es fácil, ¿ves? Pero lo importante es sostener la alegría.
Nosotros estamos alegres. El pueblo anda siempre emparrandado. Cuando anda
emparrandado todo va bien bonito y se sostiene
en la alegría, la amistad, es bonito que ustedes estén por allá, los compañeros
centroamericanos, cuando uno está por allí. Ahorita esta lucha terrible que hay
en Haití. Esta solidaridad de nosotros como pueblo que en definitiva es nuestra
patria. La patria somos todos los pueblos del mundo. Nosotros tenemos claro porque
ese concepto de patria con frontera fue
el que inventaron los imperios, las propias transnacionales que tienen que
tener su feudo, cada quien tenga lo suyo.
Ahí está el
pueblo haitiano: primer país que conquistó su independencia en esta región. La
Cuba de aquellos tiempos. Todo el que andaba por ahí en un proceso de
liberación agarraba la dirección para allá, para Haití donde se recibía la
gente. Y eso es hermoso. Yo digo que mientras tengamos estos latidos del
corazón disperso entre los hombres y mujeres de todo este continente, de todo
este planeta, que nos une este sueño, pues nos sostiene la alegría y la lucha
por que es dignidad. Dignidad ante todo independientemente de que los objetivos
se cumplan o no se cumplan. Porque como te digo, de repente no se cumplen los
objetivos; no tanto porque no tengamos la convicción entre nosotros. Podemos
administrar el poder, podemos administrarnos políticamente, podemos gobernarnos, podemos vivir en colectivo, si es que
no se sabe, de repente llega un meteorito y choca contra este planeta y listo,
¿entiendes?
Hay un poeta
amigo, el poeta Carlos Angulo dice “que la meta es el camino”. Nosotros andamos
en este camino. Y cuando vemos que no se concretan las cosas como consideramos,
tenemos la tendencia a regresarnos a lo peor. Eso también sucede con los
pueblos. Los artistas y la creatividad, el arte como tal, inmerso también dentro
de las miserias del mundo. Porque alguien porque haga una canción, alguien
porque haga arte y ponga el arte al servicio de los procesos de liberación, a
veces no implica que sea un ungido en ese sentido. A veces también lo hacemos
como un vicio, pero hay que ver qué tenemos y qué llevamos. Muchas veces dentro
de la propia canción surge la realidad donde estamos. Pero entendemos que el
arte que es una necesidad espiritual importantísima, por eso es mercancía, por
eso se vende. Pero nadie vive sin arte, es una necesidad del espíritu. Tanto
que cuando la industria cultural, entendiendo eso lo convierte en mercancía y
se aleja de los pueblos. Cuando los pueblos dejan de producir su propio
arte tiene que comprarlo. Tiene que
buscarlo de alguna manera. Nadie vive sin música y desde los tiempos más remotos
todos los pueblos cantan y bailan. Cuando ese hecho productivo en lo cultural,
en este caso el arte, si se aleja de ese germen originario que es su propia
gente, cuando lo necesita tiene que
consumirlo. Bueno o malo tienes que consumirlo. Porque es una necesidad
espiritual. Y en ese sentido, ahí es donde entran los y las artistas de la
revolución, revolucionarios que puedan proyectar esa estética, la estética que
necesitamos. Y que en el caso nuestro consideramos que tienen que estar para el
empuje de los procesos revolucionarios. Y en eso está la discusión de cuál es
el arte que tenemos que hacer. Eso es otra cosa, yo por lo menos tengo
precisado y considero qué es más o menos lo que tengo que hacer, y eso es lo
que canto, lo que hago. Porque muchas veces uno piensa que el arte o la poesía son
revolucionarias cuando es un simple panfleto nada más. Cuando resulta ser que
esas necesidades espirituales, la manera de ser de lo emocional, de lo emotivo
también está transfigurado.
También ha
sido manipulado. Y cubre todos los ámbitos. Lo que se llama La inventadera.com
que es una página donde escribimos ahí con
grupo de compañeros, que trata de proyectar lo que la gente anda inventando
por allá en la calles, en las comunidades, la tecnología popular, las
cuestiones que se hacen. Porque el conocimiento ancestral de los pueblos ha
sido arrebatado y terminamos después consumiendo y comprando lo que una vez fue
nuestro, lo que una vez surgió de nosotros mismos. Ese el camino que andamos y
es hermoso saber que estamos juntos en esto. Que estás tú, que estoy yo, que hay muchos, muchas, en
todas partes de este planeta conforma su lugar que uno pelea…. Acá estamos
nosotros dando esta pelea. Está el canal youtube, el Gino andarino para cuando
quieran escuchar otras canciones.