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martes, 17 de septiembre de 2019

EDITORIAL AGRUPACIÓN ROJINEGRA: ENredADES

Trabajamos muchas horas para cobrar salarios que no alcanzan y nos quedamos sin el tiempo para generar otras economías, otros vínculos, otras formas de organización y abastecimiento, no sólo de nuestras necesidades primarias sino también de nuestros deseos y sueños. Los privilegios se ponen en cuestión y quienes, por ejemplo, no pagan alquiler gozan de posibilidades y carecen de preocupaciones y exigencias que quienes sí los pagan, no tienen; las mujeres madres, al menos en su gran mayoría, se ven siempre solas o más sobrecargadas en la crianza de sus hijes y en el mantenimiento de la casa; quienes trabajan de aquello que han elegido gozan de esos espacios y, por más que a veces se pongan más tensos y hostiles, se habitan con otros placeres y convicciones que aquelles que no lo eligen.
Y nos preguntamos 'qué privilegios raros, ¿no?'. ¿De qué se tratan, si siempre dejan saldos de cansancio, de desconexión con nuestros entornos, de irritabilidad, angustia, ansiedad? Una posible respuesta aparece, quizás, en transitar nuestros espacios (incluso los internos, los emocionales) de modos más colectivos. Los movimientos feministas y populares algo de eso nos enseñan. Esto no quita nuestras individualidades y singularidades, por supuesto, pero las hacen menos dolorosas, padecientes, solitarias. Los colectivos (así, en plural, reflejando los distintos ámbitos por donde circulamos o podríamos circular) nos retroalimentan la energía, nos alivianan tareas, pesares, nos empoderan, nos acercan, nos ayudan a ejercitar la empatía y refuerzan nuestros lazos, tejen o fortalecen redes, nos enredan. A enredarse pues!