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miércoles, 3 de abril de 2019

EDITORIAL: LA CRISIS DE LOS MOVIMIENTOS SOCIALES

 En los tiempos que se viven, no sólo en nuestra región, sino en el país y en la región latinoamericana, cualquiera pensaría que se impone una etapa de unificación y fortalecimiento del campo popular y contestario. Sin embargo, la realidad marca divisiones, deserciones e incluso extensiones de grupos históricos. Algo nos está sucediendo. Algo nos está generando un sentimiento de agobio generalizado, de sinsentido de la organización, de magnificar diferencias. ¿Es acaso, la necesidad de mayor coherencia, la que nos lleva a no sostener la participación en grupos que resultan "impuros"?
¿O será tal vez el cansancio que genera la cada día mayor alienación capitalista de la que nos hablaban Marx y Engels y que hoy le llega a la clase media?
El feminismo irrumpió en la vida de todas las organizaciones y atravesó de punta a punta, revisando, desnaturalizando y poniendo en cuestionamiento a más de un integrante. Lo vincular interno pasó a ser un territorio de conquistas. Y allí se desarman las tramas perversas de un sistema patriarcal, capitalista, personalista y de egos que ya no es posible. Y con esto, la expulsión y escrache de quienes han cometido errores graves. Es sin dudas, el planteamiento en este sentido un gran avance que nos están permitiendo e impulsando las mujeres e identidades disidentes.
Y esto, es un factor más a evaluar en la coyuntura.
Por otro lado, la metodología primero de juntada de firmas, luego de notas y luego ya ni siquiera de implicancia personal, sino grupal de apoyo o adhesión por parte del colectivo, ha hecho que lo que era una acción importante se ha vuelto banal. Y es que en las organizaciones de antes, que una organización apoyara una definición política, implicaba que esa organización de accionar corriente, y conocida por el pueblo, apoyara algo. Hoy, muchas veces les referentes de organizaciones firman en nombre de todes sin ni consultar. Esto ha hecho que sesenta organizaciones firmen, no signifique nada.
Algo similar sucede con la proliferación de organizaciones. Hay cada día más y sobre idénticos objetivos, lo cual hace que sea casi una organización cada cuatro o cinco personas. Y esto podría estar genial si no significara que entre ocho o diez personas hay dos que no se animan a trabajar en conjunto y a sostener en el tiempo una forma de funcionamiento conjunto.
Y así, poco a poco se van perdiendo las razones por las que es necesario juntarse y organizarse. Y al mismo tiempo, nos meten a las organizaciones en lógicas patriarcales y capitalistas de competencia, egocentrismo, referencialismo, representatividad en lugar de participación, implicancia, compromiso trabajo común por un objetivo común.
Sostenerse en el tiempo, pone en el tapete todas estas preguntas y nos obliga a repensarnos una y otra vez. A analizar nuestras estrategias y nuestras tácticas.
Porque creemos en formas diferentes de construir, porque creemos en la construcción de algo diferente, sumate.
Vení a compartir miradas, a construir para no caer.