CENTROS CLANDESTINOS Y DETENCIONES CLANDESTINAS. EL DESPLIEGUE DEL TERROR DICTATORIAL

Pablo Scatizza, autor del libro "Un Comahue violento"

Han pasado 43 años ya del último golpe de estado que llevó a las Fuerzas Armadas y sus cómplices civiles y eclesiales a controlar de manera absoluta el poder estatal en la Argentina, y aún estamos lejos de haber agotado explicaciones, interpretaciones y reflexiones acerca de las maneras con las que se desplegó el terror dictatorial. Es cierto que mucho más lejos estamos aún si ponemos el foco en otros aspectos como los económicos, culturales y sociales; pero aquí quisiera dedicar estas líneas a otra de las sustanciales características que tuvo el autodenominado “Proceso de Reorganización Nacional”: su faz represiva. Una faceta que a pesar de ser, quizá, la más evidente y sobre la que probablemente más se ha hablado y escrito, tiene aún muchas aristas por ser exploradas.
Especialmente si corremos la lente de observación donde generalmente es ubicada para analizar fenómenos “nacionales” (es decir, los grandes centros urbanos), y la ubicamos en aquellas regiones más alejadas, donde supuestamente “no pasó nada”, como por ejemplo la Patagonia Norte. No para dar cuenta cómo fue el despliegue de esa represión en esta región (al menos no sólo para ello), sino justamente para intentar aportar nuevos análisis y explicaciones a generalizaciones que ya se creían acabadas, acerca de un proceso que se desarrolló de manera sistemática en todo el territorio nacional.

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