En esa fecha las Fuerzas
Armadas usurparon el gobierno y derrocaron a la entonces presidenta
constitucional María Estela Martínez de Perón. Del mismo modo
destituyeron a los gobernadores de las provincias, disolvieron el
Congreso Nacional y las Legislaturas Provinciales, removieron a los
miembros de la Corte Suprema de Justicia y anularon las actividades
gremiales como así también la de los partidos políticos.
La
Junta Militar impuso la dictadura más sangrienta de la historia
nacional: persiguió, torturó y asesinó a miles de argentinos; dictó
normas por encima de la Constitución; disolvió el Congreso y los
partidos políticos; prohibió la actividad sindical; anuló la libertad de
expresión y devastó la economía nacional.
Los Pueblos Originarios también fueron parte de este oscuro proceso vivido y fueron víctimas de numerosas represiones.
Al
cercenamiento de los derechos humanos básicos, se sumó la afectación
del derecho a los recursos naturales, se favorecieron a las grandes
mineras, y hubo detenciones, desapariciones y asesinatos de líderes
Indígenas.
Lamentablemente los sectores rurales en los cuales
se enmarcaban las Comunidades Indígenas sufrieron además un vacío
enorme en la información recopilada posterior al golpe. De a poco, se
están conociendo algunas historias de miembros de Pueblos Originarios
que padecieron las acciones militares.
Desde el
Equipo Nacional de Pastoral Aborigen honramos la memoria de los líderes
indígenas desaparecidos y asesinados, y deseamos que la verdad como la
justicia sean la premisa en cualquier circunstancia.
PRENSA ENDEPA