Washington no debería subestimar los costos de una agresión contra Venezuela. La posibilidad de una desastrosa regionalización del conflicto armado afectaría a nuestros pueblos y a todos los sectores sociales, económicos y políticos.
Estamos ante una típica amenaza de agresión imperialista, ─se disfrace como se disfrace─, cuyo objetivo principal es la apropiación, por parte de los Estados Unidos, de las mayores reservas certificadas de petróleo del planeta. Se evidencia, una vez más, el desprecio de Washington a las decenas de miles de víctimas civiles que podría producir una conflagración como la que está a la vista.
No sería solo un ataque contra la Revolución Bolivariana. En la lógica de los halcones que controlan la política de la administración de Trump hacia la América Latina, la acción es vista como una embestida final contra la izquierda y las fuerzas progresistas en todo el mundo. Hoy es Venezuela, mañana serán Nicaragua, Bolivia o Cuba.
La defensa de la Revolución Bolivariana, en consecuencia, pasa a ser la primera trinchera en la lucha por la soberanía de Nuestra América, por el ideal de justicia social, paz con dignidad, y unidad en todo el orbe.
Reafirmamos en estos momentos la tesis de nuestro Gobierno, cuando recuerda que “se decide hoy en Venezuela la soberanía y la dignidad de América Latina y el Caribe y de los pueblos del Sur. Se decide también la supervivencia de las normas del derecho internacional y la Carta de las Naciones Unidas. Se define sí la legitimidad de un gobierno emana de la voluntad expresa y soberana de su pueblo, o del reconocimiento de potencias extranjeras”.
Llamamos a la marcha unida, a mostrar al Imperio yanqui que los pueblos del mundo sí tienen sentido de su soberanía. Es el momento en que los partidos comunistas y obreros de todos los continentes mostremos el inmenso potencial político que representamos en la lucha contra la guerra y en defensa de la paz.
Partido Comunista de Cuba
Fuente: Resumen Latinoamericano