3 de Junio (RNMA).- El movimiento de mujeres llegó para quedarse: la masividad sostenida
en el tiempo y la radicalidad son características claves para pensar el
proceso que va tomando un carácter internacional. Verónica Gago, integrante del colectivo Ni Una Menos dialogó con Enredando Las Mañanas e hizo un balance sobre la irrupción del debate en la agenda pública a 3 años de la primer marcha masiva el 3 de junio de 2015.
La masividad es clave para pensar el movimiento Ni Una Menos y para
pensar la articulación internacional que se construyó en este tiempo,
dice Verónica. “Se va componiendo un calendario del propio movimiento a
escala internacional que constata que la cuestión de la masividad llegó
para quedarse: hablamos de acontecimientos, de irrupciones callejeras,
pero para que se sostenga esa masividad entre uno y otro acontecimiento o
movilización es porque hay procesos que se siguen sosteniendo, es decir
no hay sólo una política del acontecimiento, las irrupciones son
sostenidas por procesos políticos. Eso le da una densidad especial”
Gago resaltó la responsabilidad del Estado como cómplice y partícipe
de la violencia ejercida hacia las mujeres, como aspecto fuerte dentro
de los reclamos del Ni Una Menos: “La responsabilidad del Estado es
fundamental en ver cómo hay un abandono por un lado a nivel de
presupuestos, de programas de ayuda, hay una desresponsabilización de
ciertas tareas y provisión de recursos, por lo cual el Estado es
responsable, pero también hay un punto fundamental que es la
intervención de las fuerzas de seguridad en muchos de los femicidios por
un lado y por otro la desatención de esas fuerzas en las comisarías
cuando las mujeres van a denunciar, o se ríen, o no toman las denuncias o
son violentadas o maltratadas por hacer la denuncia. Hay múltiples
niveles en los que el Estado es responsable de la proliferación de las
múltiples violencias”.
Cuando queremos decir no y no podemos
El endeudamiento (a nivel personal y Estatal) es otro eje que se
viene trabajando desde el movimiento de mujeres, las formas en que las
deudas nos impide decir no cuando queremos decir que no: “Es pensar el
tipo de restricción de nuestras autonomías materiales y económicas para
salir de situaciones de violencia, de ahí el endeudamiento y la forma de
complicidad del Estado con el ajuste, con las formas de flexibilización
y de precarización y con los compromisos del endeudamiento a futuro que
está tomando el Estado.”
La dimensión internacional
En la clave de la dimensión internacional: ¿en qué medida en esta
coyuntura de retroceso de las luchas en la región, el movimiento de
mujeres puede imprimir una nueva temporalidad, una agenda propia y ser
el articulador de las resistencias en el caso de Latinoamérica?
“Hay una manera de pensar el ciclo latinoamericano que está muy
centrado en la cuestión de los gobiernos, desde un punto de vista
Estado-céntrico, y los avances y retrocesos del continente están
solamente medidos o cuantificados por la dimensión de las derrotas o
victorias electorales. Y por lo que venimos conversando el movimiento de
mujeres y el tipo de agenda que está planteando en términos de
masividad y radicalidad que no siempre van juntos, es un punto a prestar
atención, esa combinación pone otro calendario político, otra
racionalidad política en juego. Puntos como la cuestión de la
responsabilidad del Estado y de la violencia de las finanzas en el
cuerpo y vida de las mujeres, es algo que se viene discutiendo en luchas
de hace muchos años, como el mapa contra el neo-extractivismo en la
región, que claramente los gobiernos llamados progresistas han bloqueado
como forma de politización del último periodo, y con el movimiento de
mujeres estas luchas están tomando una dimensión y una capacidad de
articulación y de composición de agenda a nivel regional que es muy
interesante.
Hay una posibilidad de empezar a conectar lo que son realidades que
muchas veces se quieren separar. Hay un tipo de tejido de los conflictos
en común y como con lenguajes diversos pensando a nivel programático”.