Cooperativa Esquina Libertad
(Por La retaguardia) Se trata de una iniciativa de reclusos junto a familiares y talleristas del lugar. Es una herramienta laboral para emprender dentro de la cárcel que permite que el impacto no sea tan nocivo al salir. El trabajo es fundamentalmente gráfico y articulan con otras cooperativas para desarrollarse en rubros diferentes. Ayelen, Cecilia y Luis, integrantes del grupo, visitaron Radio La Retaguardia, para charlar sobre la iniciativa y las actividades cotidianas del emprendimiento. Estuvieron en el programa “Otras Voces, Otras Propuestas”, que conduce Luis Angió junto a Rosaura Barletta.
“Actualmente estamos en Chacarita. La sede de la cooperativa está en Mutual Sentimiento, 1° piso, y también en el penal de Devoto. La cooperativa inicia como un proyecto de inclusión laboral. Nace dentro del penal de Devoto y se constituyó un grupo mixto y a partir de una experiencia, armando un audio para una radio sobre la situación laboral en las cárceles, sale la realidad de las cárceles, que es la segunda mano de obra esclava después de la textil; no hay inserción laboral saliendo del penal —de hecho, es difícil tener trabajo dentro del penal”, contextualizó Ayelen.
—¿Cómo es la relación que tienen con los presos?
—Ayelen: Somos todos parte de lo mismo, prácticamente. La cooperativa se inició principalmente porque muchos compañeros estaban privados de la libertad. Somos pares. Se constituye un grupo de trabajo colectivo y mixto, y a partir de las experiencias que cada uno tenía de la vida misma o de lo que quería aportar, se fue armando el proyecto.
—¿La cooperativa solamente trabaja con personas privadas de la libertad o también desarrollan actividades en el barrio?
—Cecilia: No trabajamos solamente con personas privadas de la libertad, sino que tratamos de incorporar y capitalizar todo lo que va apareciendo en el colectivo. Tratamos también de ampliar nuestra presencia barrial y de articular con otras cooperativas de libreados, y con otras cooperativas, que por la proximidad en el espacio donde trabajamos, nos da la posibilidad de trabajar con cooperativas de otros rubros, como el textil. Vamos integrando un proyecto colectivo donde hay muchos actores y actrices involucradas. Desde el punto laboral, tratamos no solamente de hacer servicios de gráfica, como folletería, sino también armar talleres de oficios y articular con otras cooperativas que por ahí no específicas de la temática cárcel, pero sí de lo gráfico. Vamos tratando de ampliar lo más que podemos el punto de vista desde el cual queremos construir trabajo.
Sobre los primeros pasos dentro del penal, Ayelen consideró: “El recibimiento del proyecto fue muy positivo y a partir de la experiencia que vivimos, otros reprodujeron otros proyectos similares como una herramienta de una salida laboral. Nos reciben bien. Insisto, somos un colectivo mixto, y haber construido los lazos desde esa manera genera otro tipo de vínculos, porque todos, de alguna manera, estamos excluidos u oprimidos por algún factor o judicializados o con alguna historia en la cual entendemos que tenemos un punto en común. El recibimiento de los compañeros adentro fue siempre positivo, no así del Servicio Penitenciario, que se encargó de entorpecer sistemáticamente las entradas, el trabajo”. Ayelen contrastó las repercusiones entre integrantes del Servicio Penitenciario con otros actores del mismo ámbito: “Y por el contrario, afuera nos encontramos con jueces, gente de trabajo en la cárcel, abogados, gente que pertenece a Patronato de Liberados felicitándonos por nuestro proyecto de inclusión como una herramienta, como un ejemplo. Hemos ido a congresos en donde se habla de sistemas alternativos penitenciarios y citan el ejemplo de la cooperativa como una herramienta de trabajo y de inclusión”, destacó. La militante enfatizó en que la ayuda es exclusivamente de organizaciones sociales, sin intervención institucional: “Hoy tenemos una cooperativa armada, legal y podemos generar fuentes de trabajo. Pero sigue siendo hasta el día de hoy una lucha constante con la fuerza del Servicio, con el entorpecimiento del ingreso. Cada año fue sortear un nuevo obstáculo. Como digo siempre, la cooperativa es aprender a surfear, surfear entre los problemas y más allá de eso ir constituyendo pasos”, relató.
“Ahora estamos funcionando más afuera, porque varios han salido, pero todavía hay compañeros adentro. Todavía la lucha sigue para que puedan salir. Mi compañero está detenido, está peleando por la salida transitoria para poder salir a trabajar en la cooperativa. Eso sentaría un ejemplo histórico. Es seguir surfeando las trabas que vivimos, pero que aprendimos a sortear. Por suerte, siempre fue muy positivo y receptivo del conjunto de la comunidad”, explicó sobre el después de cada condena.
-¿Cómo se enteran los presos de lo que hacen ustedes? ¿Se entusiasman? ¿Cómo les plantean las actividades?
—Luis: Yo soy un exdetenido. Conocí a la cooperativa en el penal de Devoto. Nos fuimos enterando por el boca a boca. El compañero de Ayelén fue quien me invitó a participar. Me pareció recontrapositivo. Me cabió y seguí. Ahora estoy afuera y me sigo desenvolviendo ahí.
—Cuando empezaste, ¿qué tipo de tareas o trabajos hacían?
—Luis: Nos reuníamos para ver cómo manejábamos el proyecto y, de paso, hacíamos algún productivo, por ejemplo, encuadernación.
—Concretamente también hacen tareas manuales.
—Luis: También pudimos aprender un poco de diseño gráfico, pero ahora eso se cayó. Tenemos bastantes trabas, también por parte de la UBA, por la nueva gestión. Nos dejaban participar con talleres extracurriculares. Ahora nos está cortando un poco las patas.
Sobre el rol de la Universidad, Ayelen amplió: “La UBA siempre fue nuestro paraguas dentro de lo que es el servicio en el penal mismo, porque trabajamos dentro del proyecto UBA XXII. Nos dieron un paraguas para poder existir y gracias también a la coordinación de Económicas, que nos dio la posibilidad de armar los talleres y empezar en la parte de la capacitación. Después, como dijo Luis, se constituyó lo que es la asamblea por un lado y la parte productiva por el otro, donde en algún momento pudimos hacer diseño”. En un principio, la UBA les ofreció capacitación, ahora, “la nueva gestión considera que no es un área específica de la universidad, si bien es un proyecto que existe gracias a subsidios de ella como un trabajo territorial, entendiendo que debería ser un acceso para toda la población. De hecho, está comprobado dentro de las cárceles que quienes pasan por los espacios de educación bajan los niveles de reincidencia: 60 % bajan a 5 o 10 %”, reflexionó. Ayelen ejemplifica proyectos similares como bandas de música u otros emprendimientos laborales y remarca: “La gran mayoría de los que pasaron por esas experiencias no reincidió. También habilita a una puerta cuando salís. Salir es mucho más difícil de lo que uno imagina; hay que romper un montón de cosas que te deja el encierro. Tener herramientas de contención, y de fuente de trabajo ni hablar —son escasas estas situaciones—, claramente baja los niveles de reincidencia. Con lo cual, no es casual que el Servicio Penitenciario apunte a vaciar esos espacios, los ataque y trabe, porque el Servicio necesita de su propia rentabilidad, de su caja”.
—Es mano de obra que ustedes les quitan.
—Ayelen: Exactamente. En vez de estar colgado con la droga que el propio Servicio Penitenciario ingresa y distribuye, entra en un proceso de trabajo colectivo, de adquirir herramientas colectivas de trabajo, de generar tu propia fuente laboral, y que no dependa del Servicio Penitenciario, algo que no es menor; que no dependa del Encope (Ente de Cooperación Técnica y Financiera), el área del Servicio encargada del trabajo y quien explota y utiliza la fuerza de trabajo de los privados de la libertad para su propia caja, y es altamente rentable.
—¿Quién les da las tareas de encuadernación?
—Luis: Los traían ellos de la calle y nos pasaban las herramientas y los materiales.
—Ayelen: Era todo autogestionado.
—Luis: Todo a pulmón.
—Ustedes tenían que salir a buscar el trabajo y llevárselos a ellos para que ellos produzcan.
—Ayelen: Era todo un trabajo. Nosotros armamos áreas de trabajo, entonces, empezamos a caracterizar cuáles de esas áreas podían funcionar adentro y cuáles tenían que ser necesariamente afuera. Por eso, como cuenta Luis, en un momento se dio la posibilidad de los talleres de diseño adentro. Producimos un poco afuera y adentro se hace más capacitación y después se puede sacar material del diseño, que también es un producto. Hoy en día es todavía más escaso que en ese tiempo, es más limitado. Por ejemplo, nuestro compañero Alejandro está allá, él está en la parte de administración; aunque es más complejo, tenés que buscar los mecanismos para sacar la información, el material: hay que llenar libros, hay que hacer cosas concretas como ese tipo de trabajo.
La totalidad del trabajo realizado por la cooperativa se divide, según Cecilia, en tres grandes áreas: productos, servicios, y la parte social. “En lo que es productos, hacemos encuadernación y todo tipo de trabajos a pedidos, lo que al cliente se le ocurra (sobre todo encuadernación y del área gráfica). Servicios es ya más amplia, porque, como decíamos antes, ampliamos mucho últimamente nuestra capacidad productiva vía articular con otras cooperativas gráficas. Entonces, de lo que es gráfica, cubrimos todos los servicios (impresiones, fotocopias, cartelería, tarjetas, libros). También hacemos serigrafía. Lo que es producción nuestra lo vendemos en ferias. Lacroze 4181, 1° piso de la Mutual Sentimiento o en Facebook, https://www.facebook.com/ esquina.libertad.104”, socializó. Por último, la parte social: “Lo que podríamos llamar de fortalecimiento, tenemos un montón de áreas. Estamos armando una revista, tenemos un grupo de mujeres que salió del Encuentro de Mujeres, vamos ampliando mes a mes las actividades. Intentamos hacer algunas actividades barriales con gente de La Fraga ―empezamos el año pasado y esperamos poder seguirlo y ampliarlo—“, destacó.
Ayelen aclaró que, para los militantes, la labor de la cooperativa no es estrictamente un trabajo: “La idea fue ir constituyéndose formalmente. Tratamos de generar puestos productivos. Quizá no cubrimos las expectativas de los puestos productivos que querríamos, pero entendemos que es un proceso escalonado que estamos viviendo. Actualmente hay algunos puestos productivos y otros más parciales o complementarios a otro trabajo; pero no significa que no sea un trabajo. El horizonte de la cooperativa es lograr puestos productivos para todos, y más para poder incluir a otras personas que también están privadas de su libertad o liberados, o sobrevivientes de Cromañón”. Es un trabajo concreto y formal, explicó, pero “también buscamos desde el cooperativismo evitar la precarización laboral, formarnos mejor, tener una seguridad social más acabada. Comparado a años anteriores, que éramos mucho más artesanales o más militantes, hoy estamos constituidos como un trabajo más concreto en perspectivas de mayor crecimiento para poder sumar también”.
La militante también explicó el desarrollo de sus espacios y los motivos del agrandamiento, la expansión: “Es muy importante poder contar el proyecto, que se difunda. Está bueno que se reproduzca. Nosotros empezamos de una manera humilde y desde abajo y hoy tener un espacio físico, una cooperativa legal y poder generar puestos de trabajo concretos es un gran logro. Que no se desanimen las cooperativas; muchas veces comienzan remando mucho, pero se pueden constituir como una fuente laboral real, no explotada y horizontal, que es también el mensaje que queremos dejar”, concluyó.
“Actualmente estamos en Chacarita. La sede de la cooperativa está en Mutual Sentimiento, 1° piso, y también en el penal de Devoto. La cooperativa inicia como un proyecto de inclusión laboral. Nace dentro del penal de Devoto y se constituyó un grupo mixto y a partir de una experiencia, armando un audio para una radio sobre la situación laboral en las cárceles, sale la realidad de las cárceles, que es la segunda mano de obra esclava después de la textil; no hay inserción laboral saliendo del penal —de hecho, es difícil tener trabajo dentro del penal”, contextualizó Ayelen.
—¿Cómo es la relación que tienen con los presos?
—Ayelen: Somos todos parte de lo mismo, prácticamente. La cooperativa se inició principalmente porque muchos compañeros estaban privados de la libertad. Somos pares. Se constituye un grupo de trabajo colectivo y mixto, y a partir de las experiencias que cada uno tenía de la vida misma o de lo que quería aportar, se fue armando el proyecto.
—¿La cooperativa solamente trabaja con personas privadas de la libertad o también desarrollan actividades en el barrio?
—Cecilia: No trabajamos solamente con personas privadas de la libertad, sino que tratamos de incorporar y capitalizar todo lo que va apareciendo en el colectivo. Tratamos también de ampliar nuestra presencia barrial y de articular con otras cooperativas de libreados, y con otras cooperativas, que por la proximidad en el espacio donde trabajamos, nos da la posibilidad de trabajar con cooperativas de otros rubros, como el textil. Vamos integrando un proyecto colectivo donde hay muchos actores y actrices involucradas. Desde el punto laboral, tratamos no solamente de hacer servicios de gráfica, como folletería, sino también armar talleres de oficios y articular con otras cooperativas que por ahí no específicas de la temática cárcel, pero sí de lo gráfico. Vamos tratando de ampliar lo más que podemos el punto de vista desde el cual queremos construir trabajo.
Sobre los primeros pasos dentro del penal, Ayelen consideró: “El recibimiento del proyecto fue muy positivo y a partir de la experiencia que vivimos, otros reprodujeron otros proyectos similares como una herramienta de una salida laboral. Nos reciben bien. Insisto, somos un colectivo mixto, y haber construido los lazos desde esa manera genera otro tipo de vínculos, porque todos, de alguna manera, estamos excluidos u oprimidos por algún factor o judicializados o con alguna historia en la cual entendemos que tenemos un punto en común. El recibimiento de los compañeros adentro fue siempre positivo, no así del Servicio Penitenciario, que se encargó de entorpecer sistemáticamente las entradas, el trabajo”. Ayelen contrastó las repercusiones entre integrantes del Servicio Penitenciario con otros actores del mismo ámbito: “Y por el contrario, afuera nos encontramos con jueces, gente de trabajo en la cárcel, abogados, gente que pertenece a Patronato de Liberados felicitándonos por nuestro proyecto de inclusión como una herramienta, como un ejemplo. Hemos ido a congresos en donde se habla de sistemas alternativos penitenciarios y citan el ejemplo de la cooperativa como una herramienta de trabajo y de inclusión”, destacó. La militante enfatizó en que la ayuda es exclusivamente de organizaciones sociales, sin intervención institucional: “Hoy tenemos una cooperativa armada, legal y podemos generar fuentes de trabajo. Pero sigue siendo hasta el día de hoy una lucha constante con la fuerza del Servicio, con el entorpecimiento del ingreso. Cada año fue sortear un nuevo obstáculo. Como digo siempre, la cooperativa es aprender a surfear, surfear entre los problemas y más allá de eso ir constituyendo pasos”, relató.
“Ahora estamos funcionando más afuera, porque varios han salido, pero todavía hay compañeros adentro. Todavía la lucha sigue para que puedan salir. Mi compañero está detenido, está peleando por la salida transitoria para poder salir a trabajar en la cooperativa. Eso sentaría un ejemplo histórico. Es seguir surfeando las trabas que vivimos, pero que aprendimos a sortear. Por suerte, siempre fue muy positivo y receptivo del conjunto de la comunidad”, explicó sobre el después de cada condena.
-¿Cómo se enteran los presos de lo que hacen ustedes? ¿Se entusiasman? ¿Cómo les plantean las actividades?
—Luis: Yo soy un exdetenido. Conocí a la cooperativa en el penal de Devoto. Nos fuimos enterando por el boca a boca. El compañero de Ayelén fue quien me invitó a participar. Me pareció recontrapositivo. Me cabió y seguí. Ahora estoy afuera y me sigo desenvolviendo ahí.
—Cuando empezaste, ¿qué tipo de tareas o trabajos hacían?
—Luis: Nos reuníamos para ver cómo manejábamos el proyecto y, de paso, hacíamos algún productivo, por ejemplo, encuadernación.
—Concretamente también hacen tareas manuales.
—Luis: También pudimos aprender un poco de diseño gráfico, pero ahora eso se cayó. Tenemos bastantes trabas, también por parte de la UBA, por la nueva gestión. Nos dejaban participar con talleres extracurriculares. Ahora nos está cortando un poco las patas.
Sobre el rol de la Universidad, Ayelen amplió: “La UBA siempre fue nuestro paraguas dentro de lo que es el servicio en el penal mismo, porque trabajamos dentro del proyecto UBA XXII. Nos dieron un paraguas para poder existir y gracias también a la coordinación de Económicas, que nos dio la posibilidad de armar los talleres y empezar en la parte de la capacitación. Después, como dijo Luis, se constituyó lo que es la asamblea por un lado y la parte productiva por el otro, donde en algún momento pudimos hacer diseño”. En un principio, la UBA les ofreció capacitación, ahora, “la nueva gestión considera que no es un área específica de la universidad, si bien es un proyecto que existe gracias a subsidios de ella como un trabajo territorial, entendiendo que debería ser un acceso para toda la población. De hecho, está comprobado dentro de las cárceles que quienes pasan por los espacios de educación bajan los niveles de reincidencia: 60 % bajan a 5 o 10 %”, reflexionó. Ayelen ejemplifica proyectos similares como bandas de música u otros emprendimientos laborales y remarca: “La gran mayoría de los que pasaron por esas experiencias no reincidió. También habilita a una puerta cuando salís. Salir es mucho más difícil de lo que uno imagina; hay que romper un montón de cosas que te deja el encierro. Tener herramientas de contención, y de fuente de trabajo ni hablar —son escasas estas situaciones—, claramente baja los niveles de reincidencia. Con lo cual, no es casual que el Servicio Penitenciario apunte a vaciar esos espacios, los ataque y trabe, porque el Servicio necesita de su propia rentabilidad, de su caja”.
—Es mano de obra que ustedes les quitan.
—Ayelen: Exactamente. En vez de estar colgado con la droga que el propio Servicio Penitenciario ingresa y distribuye, entra en un proceso de trabajo colectivo, de adquirir herramientas colectivas de trabajo, de generar tu propia fuente laboral, y que no dependa del Servicio Penitenciario, algo que no es menor; que no dependa del Encope (Ente de Cooperación Técnica y Financiera), el área del Servicio encargada del trabajo y quien explota y utiliza la fuerza de trabajo de los privados de la libertad para su propia caja, y es altamente rentable.
—¿Quién les da las tareas de encuadernación?
—Luis: Los traían ellos de la calle y nos pasaban las herramientas y los materiales.
—Ayelen: Era todo autogestionado.
—Luis: Todo a pulmón.
—Ustedes tenían que salir a buscar el trabajo y llevárselos a ellos para que ellos produzcan.
—Ayelen: Era todo un trabajo. Nosotros armamos áreas de trabajo, entonces, empezamos a caracterizar cuáles de esas áreas podían funcionar adentro y cuáles tenían que ser necesariamente afuera. Por eso, como cuenta Luis, en un momento se dio la posibilidad de los talleres de diseño adentro. Producimos un poco afuera y adentro se hace más capacitación y después se puede sacar material del diseño, que también es un producto. Hoy en día es todavía más escaso que en ese tiempo, es más limitado. Por ejemplo, nuestro compañero Alejandro está allá, él está en la parte de administración; aunque es más complejo, tenés que buscar los mecanismos para sacar la información, el material: hay que llenar libros, hay que hacer cosas concretas como ese tipo de trabajo.
La totalidad del trabajo realizado por la cooperativa se divide, según Cecilia, en tres grandes áreas: productos, servicios, y la parte social. “En lo que es productos, hacemos encuadernación y todo tipo de trabajos a pedidos, lo que al cliente se le ocurra (sobre todo encuadernación y del área gráfica). Servicios es ya más amplia, porque, como decíamos antes, ampliamos mucho últimamente nuestra capacidad productiva vía articular con otras cooperativas gráficas. Entonces, de lo que es gráfica, cubrimos todos los servicios (impresiones, fotocopias, cartelería, tarjetas, libros). También hacemos serigrafía. Lo que es producción nuestra lo vendemos en ferias. Lacroze 4181, 1° piso de la Mutual Sentimiento o en Facebook, https://www.facebook.com/
Ayelen aclaró que, para los militantes, la labor de la cooperativa no es estrictamente un trabajo: “La idea fue ir constituyéndose formalmente. Tratamos de generar puestos productivos. Quizá no cubrimos las expectativas de los puestos productivos que querríamos, pero entendemos que es un proceso escalonado que estamos viviendo. Actualmente hay algunos puestos productivos y otros más parciales o complementarios a otro trabajo; pero no significa que no sea un trabajo. El horizonte de la cooperativa es lograr puestos productivos para todos, y más para poder incluir a otras personas que también están privadas de su libertad o liberados, o sobrevivientes de Cromañón”. Es un trabajo concreto y formal, explicó, pero “también buscamos desde el cooperativismo evitar la precarización laboral, formarnos mejor, tener una seguridad social más acabada. Comparado a años anteriores, que éramos mucho más artesanales o más militantes, hoy estamos constituidos como un trabajo más concreto en perspectivas de mayor crecimiento para poder sumar también”.
La militante también explicó el desarrollo de sus espacios y los motivos del agrandamiento, la expansión: “Es muy importante poder contar el proyecto, que se difunda. Está bueno que se reproduzca. Nosotros empezamos de una manera humilde y desde abajo y hoy tener un espacio físico, una cooperativa legal y poder generar puestos de trabajo concretos es un gran logro. Que no se desanimen las cooperativas; muchas veces comienzan remando mucho, pero se pueden constituir como una fuente laboral real, no explotada y horizontal, que es también el mensaje que queremos dejar”, concluyó.