Símbolos
de resistencia.
Máxima Acuña es
una agricultora peruana que será premiada por su lucha en la defensa del
ambiente. Desde 2011 se enfrenta a Newmont, la segunda compañía
minera de oro más grande del mundo. Esta empresa obtuvo una concesión para extraer
oro en tierras que eran de su propiedad. El proyecto Conga, de Newmont, se ubica en la región peruana
de Cajamarca y tiene unos 4.800 millones de dólares de inversión. Acuña y su
hija resisten en su tierra. Fueron golpeadas, amenazadas y sus siembras
quemadas, por no querer desalojar el
territorio; por no querer rendirse. En 2012 una movilización regional contra la
mina, que terminó con cinco muertos, detuvo el avance del emprendimiento. La
compañía entabló un juicio a Máxima por
usurpación, buscando que abandone el lugar, pero en 2015 lo perdió en segunda
instancia.
En
estos días salió la noticia que el Superior Tribunal de Justicia de Río Negro, ratificó la nulidad de la cesión de casi 25
mil hectáreas de tierras “fiscales” a un privado, ubicadas en la meseta de
Somuncura, donde hablan las piedras. Se denuncian un sinnúmero de
irregularidades en esta operación. El fallo del STJ cierra la instancia
rionegrina, pero puede ser apelado ante la Corte Suprema y siguen en litigio
unas 11 mil hectáreas más. Por esta causa, hay varios funcionarios públicos
implicados, como así también; por la
venta de tierras a privados en el sector del denominado cerro Perito Moreno de
nuestra localidad.
Son
miles las organizaciones y activistas, campesinos e indígenas en todo el Abya
Yala, que denuncian, reclaman y presionan; en una lucha muy desigual, contra
gobiernos corruptos y empresas multinacionales poderosas.
Las
denuncias e investigaciones sobre corrupción cruzan a casi toda América Latina.
Pero, cuando se observan con cuidado los
principales casos, encontramos que muchos
de ellos son emprendimientos que afectan los recursos naturales. Son casi
siempre extractivismos mineros, petroleros, agrícolas, turísticos o las obras
necesarias para llevarlos adelante, desde represas a carreteras. Por esa misma
razón están repletos de impactos ecológicos, los cuales vienen siendo
denunciados desde hace años.
Algunos ejemplos ilustran que
esa asociación entre corrupción y extractivismos de alto impacto ambiental se
repite en todos los sectores y atraviesa todos los gobiernos. Es que los
extractivismos en casi todos los casos implican emprendimientos que tienen
efectos ambientales y sociales tan negativos; que la corrupción es necesaria para
ocultar sus impactos y consecuencias o para lograr la asistencia del Estado en
imponerlos.
Así es que para concretar
estos emprendimientos se utilizan todos los tipos posibles de corrupción. Los más
conocidos son los sobornos (coimas), pero además están el cohecho, por ejemplo
para que un funcionario público autorice un mal informe de impacto ambiental,
el tráfico de influencias para favorecer concesiones mineras o petroleras que
anulan territorialidades indígenas o campesinas, encubrimientos para ocultar
impactos, como puede ser un derrame, la obstrucción de la justicia por
funcionarios públicos, protección y vía libre a mercenarios de la muerte, pagados
por las empresas.
Para que quede claro: los
extractivismos están inmersos en redes de corrupción, presentes en todos los
sectores y en todos los países. Es la manera de ocultar o minimizar impactos, la
mano para controlar a las comunidades
locales y la resistencia ciudadana. Pero igual surgen los símbolos de
resistencia, las asambleas como la del No a la Mina en Esquel, las mujeres
luchadoras como Máxima y Berta Cáceres en Honduras, los campesinos de los movimientos
rurales, los pueblos originarios defendiendo su territorio y a la madre tierra.
Entonces, se siente un tiempo de esperanza y resistencia, conociendo a héroes y heroínas de este
nuevo tiempo.