El Bolsón (ANPP).-
Los medios de difusión masiva, léase Internet y los canales “informativos” de 24 horas, entre otros, generan percepciones poco profundas o frágiles. Son estrategias comunicacionales que estructuran concepciones de tiempo y espacio distintas a la de los medios tradicionales, a los que también asociamos con formas o formatos de circulación de la información (revistas, radios, blogs, etc.). Estas propuestas, que implican la rápida circulación, que todo el tiempo sea necesario hablar de “lo nuevo” “lo real” “el minuto a minuto”, nos marcan no sólo de qué hablar sino que también promueven y sostienen que lo estructural, muchas veces, sea dejado de lado por lo inmediato, dando lugar a lo anecdótico y ocultando lo importante.
Hace dos semanas acontecieron dos hechos constituyentes de las realidades latinoamericanas, que serán revisados en el futuro en cuanto a qué significaron para estas sociedades en las que se produjeron. El primero fue una participación masiva de ciudadanos, partidarios y no de Cristina Fernández frente a una citación en tribunales por una causa sobre la estipulación del precio del dólar en operaciones a futuro (un futuro ya presente). El otro, la masiva salida a las calles en distintas ciudades de Brasil frente a la reunión de la Cámara de Diputados, que votaría la destitución de la Dilma Rousseff con la figura de Juicio Político.
Más allá de las diferencias del origen de las manifestaciones, amabas son sintomáticas de esta realidad “mediatizada” que habitamos. Los medios de comunicación no son, como algunas personas podrían creer, espacios y canales objetivos de transmisión de la información. Hay en todos ellos, estrategias de armado, selección de contenidos, posturas ideológicas, público al que se dirigen, etc etc etc. La mediatización actual de la información pareciera implicar la apertura total a la metainformación, "puedo saber lo que quiera cuando quiera”. Nada más falso que esta afirmación, porque en realidad sé lo que otro quiere que sepa, cuando el otro quiere que me entere. La mediatización implica que la información es atravesada no sólo por esta nueva forma de experimentar la realidad, que tiene que ver con la inmediatez y la fluidez, sino también por los intereses particulares de los medios que tienen sus lógicas propias de armado y circulación sobre qué y cómo “informan”. Los dos hechos mencionados anteriormente dejan visible que los medios masivos de comunicación pueden hacernos hablar de lo cotidiano, nos permiten enterarnos de lo que sucede, pero sus mismas características pueden dejarnos sin reflexión al respecto. Los encuentros en la virtualidad, válidos también como formas de encuentro, implican relacionarse de otro modo, en tanto la televisión nos pone en el lugar de espectadores pasivos.
Los dos acontecimientos mencionados anteriormente, el encuentro en Ciudad de Buenos Aires y las marchas en distintas ciudades de Brasil, implican un modo de construcción del relato o de la información diferente a la planteada por la mediatización de los medios de comunicación. Si bien los hechos son distintos, tienen en común la utilización de la calle como espacio de expresión y manifestación de ideas. La convocatoria en Argentina surge a partir de una desconformidad que está viviendo parte de la sociedad, la gente se junta y se encuentra en el reclamo por los derechos perdidos, pensándose para posicionarse en contra de las políticas públicas que el nuevo gobierno lleva adelante, un gobierno que está violentando y acabando no sólo con fuentes de trabajo sino, tal vez lo más significativo, con la construcción y el sostén de políticas publicas, que si bien no han resuelto definitivamente las problemáticas estructurales que tiene la sociedad argentina, para muchos fue un comienzo y una apertura a pensar formas de resolver las desigualdades (económicas, sociales y políticas) de la sociedad actual y las implicancias de esto en la construcción de la subjetividad social. En Brasil, fue distinto, las marchas fueron convocadas para defender la Democracia, para manifestar la oposición a los modos en que se está intentando acabar con un gobierno, para visibilizar que quienes están detrás de esto tienen causas por corrupción -algunos hasta son prófugos de la justicia de otros países- pero sobre todo para no volver tantos años atrás. América Latina, sabe y sabe muy bien, lo que significa cuando gobiernan los dueños de las empresas, de los medios de comunicación, de los grandes capitales…
La calle como espacio de encuentro, como canal de comunicación, tiene otros mecanismos para visibilizar la desconformidad, la necesidad de expresarse de otros modos, de encontrarse, de construir colectivamente. Hay algo más tangible, esta idea del cuerpo atravesado por la realidad, una sensibilidad que es imposible a través de Internet o la Televisión. Jacques Rancière plantea que hoy no faltan ideales, sino subjetivaciones colectivas, “Un ideal es lo que incita a alguien a hacerse cargo de los otros. Una subjetivación colectiva es lo que hace que todas estas personas, juntas, constituyan un pueblo”.
Será que muchos están vivenciando la idea de que la “realidad” se construye en la calle, es en ese lugar donde se hace propia, donde el encuentro con el otro tiene lugar. No decimos no formar parte de organizaciones sociales, no construir colectivamente en grupos, no armar y sostener medios alternativos de comunicación; decimos: hagamos todo esto y llevémoslo a la calle, seamos visibles en ese lugar; que esos otros que perciben desde sus monitores o televisores sientan en el cuerpo que se construye de otros modos, que LA INFORMACION ES LO QUE SUCEDE AFUERA, y, que el afuera en este contexto latinoamericano que nos toca habitar nos necesita movilizados y encontrándonos, no sólo para defender derechos adquiridos que están siendo vulnerados, sino también para visibilizar que otros modos de organización son posibles. Que existen, que muchos construyen y sostienen con el cuerpo día a día espacios distintos, ya sea radios comunitarias, revistas, canales de televisión que no están en las grillas de las empresas de cable, espacios culturales, etc.
El poder no es algo que se pida o se merezca, se toma conciencia de él y se ejerce. Ocupar la calle como forma de visibilizar las luchas, las que tuvimos, tenemos y tendremos, es un modo de ejercerlo, de empoderarnos, porque como decíamos en una editorial anterior “somos muchos más”, visibilicémoslo.
Arriba los que luchan!!!
Hace dos semanas acontecieron dos hechos constituyentes de las realidades latinoamericanas, que serán revisados en el futuro en cuanto a qué significaron para estas sociedades en las que se produjeron. El primero fue una participación masiva de ciudadanos, partidarios y no de Cristina Fernández frente a una citación en tribunales por una causa sobre la estipulación del precio del dólar en operaciones a futuro (un futuro ya presente). El otro, la masiva salida a las calles en distintas ciudades de Brasil frente a la reunión de la Cámara de Diputados, que votaría la destitución de la Dilma Rousseff con la figura de Juicio Político.
Más allá de las diferencias del origen de las manifestaciones, amabas son sintomáticas de esta realidad “mediatizada” que habitamos. Los medios de comunicación no son, como algunas personas podrían creer, espacios y canales objetivos de transmisión de la información. Hay en todos ellos, estrategias de armado, selección de contenidos, posturas ideológicas, público al que se dirigen, etc etc etc. La mediatización actual de la información pareciera implicar la apertura total a la metainformación, "puedo saber lo que quiera cuando quiera”. Nada más falso que esta afirmación, porque en realidad sé lo que otro quiere que sepa, cuando el otro quiere que me entere. La mediatización implica que la información es atravesada no sólo por esta nueva forma de experimentar la realidad, que tiene que ver con la inmediatez y la fluidez, sino también por los intereses particulares de los medios que tienen sus lógicas propias de armado y circulación sobre qué y cómo “informan”. Los dos hechos mencionados anteriormente dejan visible que los medios masivos de comunicación pueden hacernos hablar de lo cotidiano, nos permiten enterarnos de lo que sucede, pero sus mismas características pueden dejarnos sin reflexión al respecto. Los encuentros en la virtualidad, válidos también como formas de encuentro, implican relacionarse de otro modo, en tanto la televisión nos pone en el lugar de espectadores pasivos.
Los dos acontecimientos mencionados anteriormente, el encuentro en Ciudad de Buenos Aires y las marchas en distintas ciudades de Brasil, implican un modo de construcción del relato o de la información diferente a la planteada por la mediatización de los medios de comunicación. Si bien los hechos son distintos, tienen en común la utilización de la calle como espacio de expresión y manifestación de ideas. La convocatoria en Argentina surge a partir de una desconformidad que está viviendo parte de la sociedad, la gente se junta y se encuentra en el reclamo por los derechos perdidos, pensándose para posicionarse en contra de las políticas públicas que el nuevo gobierno lleva adelante, un gobierno que está violentando y acabando no sólo con fuentes de trabajo sino, tal vez lo más significativo, con la construcción y el sostén de políticas publicas, que si bien no han resuelto definitivamente las problemáticas estructurales que tiene la sociedad argentina, para muchos fue un comienzo y una apertura a pensar formas de resolver las desigualdades (económicas, sociales y políticas) de la sociedad actual y las implicancias de esto en la construcción de la subjetividad social. En Brasil, fue distinto, las marchas fueron convocadas para defender la Democracia, para manifestar la oposición a los modos en que se está intentando acabar con un gobierno, para visibilizar que quienes están detrás de esto tienen causas por corrupción -algunos hasta son prófugos de la justicia de otros países- pero sobre todo para no volver tantos años atrás. América Latina, sabe y sabe muy bien, lo que significa cuando gobiernan los dueños de las empresas, de los medios de comunicación, de los grandes capitales…
La calle como espacio de encuentro, como canal de comunicación, tiene otros mecanismos para visibilizar la desconformidad, la necesidad de expresarse de otros modos, de encontrarse, de construir colectivamente. Hay algo más tangible, esta idea del cuerpo atravesado por la realidad, una sensibilidad que es imposible a través de Internet o la Televisión. Jacques Rancière plantea que hoy no faltan ideales, sino subjetivaciones colectivas, “Un ideal es lo que incita a alguien a hacerse cargo de los otros. Una subjetivación colectiva es lo que hace que todas estas personas, juntas, constituyan un pueblo”.
Será que muchos están vivenciando la idea de que la “realidad” se construye en la calle, es en ese lugar donde se hace propia, donde el encuentro con el otro tiene lugar. No decimos no formar parte de organizaciones sociales, no construir colectivamente en grupos, no armar y sostener medios alternativos de comunicación; decimos: hagamos todo esto y llevémoslo a la calle, seamos visibles en ese lugar; que esos otros que perciben desde sus monitores o televisores sientan en el cuerpo que se construye de otros modos, que LA INFORMACION ES LO QUE SUCEDE AFUERA, y, que el afuera en este contexto latinoamericano que nos toca habitar nos necesita movilizados y encontrándonos, no sólo para defender derechos adquiridos que están siendo vulnerados, sino también para visibilizar que otros modos de organización son posibles. Que existen, que muchos construyen y sostienen con el cuerpo día a día espacios distintos, ya sea radios comunitarias, revistas, canales de televisión que no están en las grillas de las empresas de cable, espacios culturales, etc.
El poder no es algo que se pida o se merezca, se toma conciencia de él y se ejerce. Ocupar la calle como forma de visibilizar las luchas, las que tuvimos, tenemos y tendremos, es un modo de ejercerlo, de empoderarnos, porque como decíamos en una editorial anterior “somos muchos más”, visibilicémoslo.
Arriba los que luchan!!!