LA ESTEPA EN
LLAMAS
1. Por denuncia
policial citan a mapuches enmascarados a Tribunales
Cuando
ingreso a la sala del segundo piso de la Fiscalía del Edificio de Tribunales de
Esquel, esta mañana del 5 de junio del
2015, la Audiencia Oral y Pública del Tribunal Penal, por la ocupación de
tierras en la Estancia Leleque de los Benetton, por parte de un grupo
encapuchado de mapuches, ya ha
comenzado. En el centro de la escena, el único de los cinco acusados que se
presentó, Martiniano Huala, a rostro descubierto, sereno, impasible, digno, está sentado frente al Fiscal. Su pertenencia
al pueblo mapuche, se manifiesta ostensiblemente con los colores de su vincha y
el poncho que lo protege, aún húmedo por
la lluvia que debió soportar desde el amanecer, cuando salió hacia los
tribunales. Escucha con atención
concentrada la larga exposición acusatoria del Fiscal contra sus hermanos. Su
mirada no se apartará en ningún momento durante toda la audiencia, del hombre
que habla y habla y desgrana uno y otro artículo e incisos del código procesal y penal intentando
incriminarlos en cada uno de ellos. El, Martiniano, sería quien llevó
chapas y frazadas desde Esquel, en su vieja camioneta, para cubrir a su gente de la intemperie. Así dice lo investigado por el Fiscal. Por su
peligrosidad hay que prohibirle todo
contacto y acercamiento a Leleque, cien quilómetros al sur de la sala de
audiencia. A eso va en esta mañana de frío y lluvia parte de la argumentación
del acusador.
Por el
resto, la escenografía en la Sala 2 es la habitual, presencia de Fiscales, Juez, Defensores y
acusado. Desde las 11 horas Alega el
Fiscal, en la sesión de Apertura de Investigación de una nueva causa por
presuntos delitos de usurpación de propiedad, resistencia a la autoridad y obstrucción
al proceso judicial en marcha, por parte de un grupo encapuchado, no
identificado, portador de armas (hondas y morrales con piedras), que se define
como mapuche y pretende recuperar territorios ancestrales de su pueblo y
reconstruir el wallmapu. Ese mundo destruido por la Campaña del desierto y la
acción de gobiernos sucesivos que lo invisibilizaron hasta el presente. Es una
apuesta inédita, peligrosa, políticamente incorrecta: pretenden reconstruir el mundo mapuche, más allá de las leyes
huincas, más allá de los estancieros, más allá de los alambrados…
La sala está
completa. Periodistas, abogados, público compuesto por familiares e integrantes
de diferentes comunidades mapuche, niños incluidos, ocupan todos los espacios y
sillas disponibles. La sala de espera contigua también está repleta en un
maremágnum de policías y campesinos
envueltos en ponchos y banderas
coloridas.
Estoy cansado
y con frío luego de dos horas y media de viaje en medio de una fuerte tormenta
de lluvia y neviscas, que preludia el
invierno en la estepa del noroeste del Chubut. Reconozco al Juez Martín Zachino,
a la Fiscal María Bottino y al Fiscal Fernando
Rivarola, a los defensores oficiales, Dra.
Paola Bagnato y al Dr. Fernando
Radziwilowski.
Mientras
avanza la liturgia prevista en la
audiencia, en el exterior un numeroso grupo de mapuches con banderas e
instrumentos musicales ancestrales acompaña y protege al acusado. Hombres,
mujeres y niños empapados y con frío,
desafían a la tormenta. Los sonidos del
cultrum, convocan a la comunidad, e invadirán machaconamente la sala toda la mañana. Son sonidos ancestrales que
reconozco de otras gestas similares desde hace años, cuando una nueva
generación de gente de la tierra se propuso abandonar los piedrales de la estepa
o las villas miserias de Bariloche, El Bolsón o Esquel para reintegrarse a la
tierra rica en humedales de las que fueron despojados sus antepasados. Vuelven
a su lugar de pertenencia y vuelven una vez más con la decisión de pelear su
posesión a los actuales ocupantes, blancos, extranjeros, exageradamente ricos.
El operativo policial de custodia es inusual, de acuerdo
a la importancia atribuida al evento. Muchos agentes. Mucho control de
documentos. Registro y cacheo completo
antes de permitir el ingreso a la sala. Como representante de la A.P.D.H. no
saben donde ubicarme. Finalmente me señalan un lugar entre los periodistas que
son amigos. Nos conocemos de antiguos procesos y movilizaciones. Nos saludamos
con una inclinación de cabeza y nos alegramos de estar también acompañándonos
en esta movida tan igual y tan distinta a las anteriores.
2. En el inicio
era la tierra y los guanacos pastaban en ella
A mediados de marzo el
empoderado personero galés Ronald Mac Donald, acusó de usurpadores en nombre de la Empresa
italiana para la que trabaja, a un grupo de jóvenes mapuches enmascarados y
armados de hondas y morrales con piedras, que saltaron al amanecer los
alambrados del latifundio y se cobijaron en un toldo de plástico negro en medio
de mosquetas y neneos, con intención de quedarse en el predio. La denuncia fue
realizada ante la policía del Maitén,
según señaló en el Tribunal Penal de Esquel, el jefe de fiscales Dr. Fernando
Rivarola. Concretamente Benetton los acusa de “haber usurpado el lugar, colgado
carteles en los alambrados sobre la ruta con la leyenda “Fuera Benetton “ y
otros, haber hurtado dos postes de un cartel, haber estropeado alambrados y haber sembrado “guachis” o lazos de alambre
en los que se habrían enganchado dos terneros.” Al pasar, como quien no quiere
la cosa, el Fiscal Rivarola, delgado,
morocho, traje gris, corbata al tono, voz grave y tono adusto, también señala
la presunta presencia entre los argentinos a los que pretende inculpar, de un
joven mapuche chileno indocumentado, buscado
por Interpol por haber cometido delitos similares del otro lado de la
cordillera en las cercanías de Valdivia. Curiosamente, sin mayores precisiones,
lo nomina entre los ocupantes clandestinos del predio de Leleque, lo emparenta con
el acusado Martiniano Huala y lo asocia con los innumerables incendios y otros
episodios de la crónica policial rionegrina y chubutense de los últimos meses.
3. Policías reprimen con balas 9 mms. a mapuches que se
defienden con hondas.
El semanario
Noticias de la Comarca instala en la
sociedad en su edición de la fecha, el relato oficial de la policía,
simultáneamente al alegato del Fiscal
Rivarola:
”Hecho que tuvo comienzo de ejecución el día 13 de
marzo de 2015, en horas de la mañana no establecida con precisión (…), oportunidad
en la que un grupo de aproximadamente 15 personas de ambos sexos encapuchados
(ocultando de tal modo sus rostros) ingresaron a un cuadro de la estancia
Leleque, propiedad de la Compañía de Tierras Sud Argentino S.A. con finalidad
de asentarse en el lugar, despojando de la posesión y uso que efectivamente
tiene la estancia mencionada. Luego del ingreso colocaron carteles en el
alambrado que da al cruce de rutas (ingreso al Maitén) que rezan “Fuera
Benetton” y “Territorio Mapuche”. (…)Advertida la presencia por parte de
personal policial (Subcomisaría Leleque) y ante la presunta comisión de un
delito en situación de flagrancia, ingresan al predio en persecución de tres
integrantes , dos hombres y una mujer encapuchados que corren hacia el interior
del predio efectuando gritos en idioma
Mapuche y utilizando un silbato en dirección al río Chubut. En este marco de
persecución, en un momento aparecen desde el sector opuesto el resto del grupo
(aproximadamente diez personas), todos ellos con el rostro cubierto y munidos
de morrales con piedras y ondas manuales tipo boleadoras, efectuando gritos en
idioma mapuche y exhibiendo en forma amenazante las ondas cargadas con piedras,
quienes manifiestan que ellos son dueños de esas tierras exigiendo al personal policial
que se identifiquen sin permitir entablar un diálogo (…) Es así que los
efectivos policiales (tres en total) al verse superados en número y ante la
actitud hostil de estas personas, deciden replegarse, siendo seguido por el
grupo que comienza a arrojarles piedras, ante lo cual, dos al menos de los
efectivos con sus armas reglamentarias realizan disparos al aire para evitar
ser agredidos. En esas circunstancias el vocero del grupo, les manifiesta a los
efectivos policiales que si tocaban a alguno de ellos, los prenderían fuego
junto con la subcomisaría, impidiendo en definitiva de tal forma la actuación
policial y permaneciendo en el predio hasta la fecha”.
Según la versión difundida por los mapuches acusados que
se han instalado en el lote de Leleque, la policía, en esa circunstancia
inicial, dentro del predio, y en dos ocasiones posteriores desde la ruta 40,
habría abierto el fuego sobre ellos con armas reglamentarias y ellos sólo se
habrían limitado a defenderse con sus ondas. El Fiscal Rivarola en su alegato
de apertura de investigación en los tribunales, reconoce el uso de armas de
fuego por parte de la policía, e incrimina a los encapuchados por el uso de
otras que también define como “armas” y que pone en el mismo nivel de las
pistolas de 9 mms.: ondas y morrales con piedras que usan ancestralmente los
pueblos originarios.
La represión
policial con armas de fuego contra un grupo integrado por hombres, mujeres y
niños que pretende ejercer sus derechos ancestrales sobre un territorio, viola los más elementales principios
humanitarios y de ningún modo debería ser admitido en el estrado judicial: estas
acciones persecutorias son inconstitucionales y van contra los Pactos y
Convenios Internacionales firmados por el Estado Nacional, de protección y
garantía de los Derechos de los Pueblos Originarios. Es simplemente un accionar criminal y responsabiliza al
Estado y a sus funcionarios.
No nos consta que el administrador Ronald Mac Donald,
descienda de Mac Pato, el de la zaga de Disney, ese tío del Pato Donald que se
zambullía en una piscina de monedas de oro. El se presenta como mayordomo de la empresa Compañía Tierras del
Sud de los Hermanos Carlo y Luciano Benetton, una propiedad enorme, obscena, formada por una constelación de estancias en
Chubut y Río Negro de más de 900.000 hectáreas, en plena estepa, en territorio
cedido por el General Roca a los mapuche que sobrevivieron a las masacres de la
Campaña del desierto, tierras luego transferidas no se sabe bien cómo, a una
empresa inglesa que la vendió después, no se sabe cómo ni en cuánto, a los actuales titulares. Puede que no tenga
nada que ver esta historia que se desarrolla a la vera de la ruta nacional Nº
40 en el quilómetro 1850, con la del avaro pato de los comics, pero no caben
dudas de que sus patrones italianos quizás también estarían en situación
de acceder a un baño en ríos de monedas
de oro.
4. El verano
más caluroso
Este verano será señalado por mucho tiempo en nuestra comarca, como el verano más
caluroso y seco de cuantos recuerdan los abuelos. Un verano de esos que
quisiéramos borrar lo más pronto posible de nuestra memoria. Las majadas
agotadas y hambrientas buscan en vano alivio en los arbustos raquíticos de la
estepa. Y las humaredas que el viento trae por oleadas de la cordillera nos asfixian y hacen carraspear, sembrando angustia y desolación en el paisaje y en
nuestras almas. Hombres y animales estamos agobiados en la espera interminable
de una lluvia que ponga un punto final a la sequía que dura ya tres meses, y a
los incendios que surgen en las montañas y valles cada pocas horas, con una
violencia nunca vista desde hace varias semanas. Hay quienes hacen rogativas
cristianas o camarucos indígenas solicitando al Hacedor la lluvia salvadora
mientras otros piensan en el castigo divino inspirándose en el Apocalipsis.
También hay quienes consultan oráculos e
imágenes de santos milagrosos. Para los escépticos nos queda la obligatoria
maratón diaria por sitios de internet especializados en meteorología y
apoyarnos en la filosofía estoica para sobrevivir.
Tres aviones,
de esos pequeños que son utilizados para las fumigaciones en los campos de soja
del norte, dos helicópteros alquilados a Chile y uno a Bolivia, ronronean de
manera continua sobre las llamas y se contorsionan sobre las montañas a puro
riesgo. Son audaces los pilotos. Y valientes los bomberos que caminan
quilómetros con sus pequeñas mochilas de agua en las espaldas haciendo frente a
llamaradas de diez o quince metros de altura cuando estalla un ciprés o un
coihue en el bosque. Son buenos intentos de todos modos.
Y desnudan nuestra impotencia. Mueren cincuenta mil
hectáreas de bosques nativos en el entorno de dos Parques Nacionales (Los
Alerces y Lago Puelo). Mueren centenares de miles de distintas especies de
árboles, arbustos, flores, y aves de
todo tipo y color, arden los pastizales donde acorralados agonizan animales de las más preciosas especies
autóctonas y vacunos, lanares y caballos. Mueren, esos seres hermanos, y parece que también con ellos vamos muriendo
los seres humanos que ya no podemos dormir, ni trabajar, ni soñar en este
ámbito de desarraigo ajeno a la vida, acorralados como ellos por el fuego. El epicentro de los incendios es Cholila. Y
desde allí se organiza la logística y los operativos de combate de las llamas.
Se combate como se puede. No hay un campo de aterrizaje. El que funcionaba como
aeroclub era privado y no está operativo pues se destinó a otra función.
Aviones hidrantes disponibles no hay, ni en provincia ni en Nación. Estrategias
de contención del fuego y de emergencias
para el caso de evacuación masiva de población
se van creando día a día. Hay buena voluntad. Y es todo. Hay mucha
experiencia de incendio acumulada en ciertos funcionarios que desde hace
treinta años velan desde Defensa Civil
sobre la población indefensa. Eso es, desde hace treinta años cuando en Chubut
aún había bosques nativos espléndidos. Y se privilegiaba la vida sobre los
emprendimientos inmobiliarios o mineros.
5. El rayo del Gobernador y la ira de Zeus
Al Gobernador del Chubut y a los Ministros locales o
Nacionales, que presencian en primera fila el incendio, los convoca en la aldea
de Cholila, la magnitud de la tragedia y dan una explicación del fenómeno: “Se
trata de un fenómeno natural, un rayo” dice el Gobernador. Y alguien de su
entorno confirma que los peritos han dictaminado que sí “fueron rayos los que
provocaron los incendios”. Se cierra el caso. Y todos miramos el cielo, buscando
en el horizonte la nube o tormenta culpable para maldecirla. Y no. Sólo estrellas
fulgurantes por la noche, cuando lo permiten las humaredas, y sol, raro sol de
un amarillo desteñido, implacable, durante el día. Ni una sola nube en el
horizonte que nos permita descubrir el refugio de los malditos rayos. Y pienso,
derrotado, en mis lecturas de los poetas
griegos en el secundario, cuando leía con placer que los dioses hacían justicia,
Zeus a la cabeza, y castigaban a los hombres por algún delito atroz,
sacudiéndolos con uno o varios rayos cuando era necesaria su intervención. ¿Será eso?
Luego, en
febrero, aún en pleno escenario de catástrofe, y a puro calor, hubo otro
hallazgo investigativo, que vino misteriosamente a caer en un periódico
oficialista de Chubut y se difundió por montañas y valles: “no fue un rayo, ni
los intereses inmobiliarios como especularon desde la izquierda, fueron los mapuches”. Habría, según el nuevo
relato que se instala desde el poder, ataques simultáneos en Chile y Argentina
de grupos incendiarios bien organizados de militantes mapuches. Y se instala en
la sociedad, con fuerza de dogma esa verdad inapelable cuando se necesita un
chivo expiatorio: fueron los mapuches. Y comienza entonces una campaña sostenida,
implacable, racista, desde algunos periódicos y radios que encuentran en Chile
posibles antecedentes en la resistencia de las comunidades a las grandes
empresas que amparadas por el régimen de Pinochet los despojó de sus tierras
ancestrales. Y lanzan nombres de posibles culpables, terroristas, perseguidos,
clandestinos, indocumentados, que habrían cruzado la cordillera y se ocultarían
en tolderías o al descampado sembrando la muerte a su paso. Una novela al mejor
estilo de la conocida canción de Manu Chao.
Los peritos han desarrollado teorías, científicas o casi, con respecto a la autoría
de los rayos en los incendios. Nadie los desmintió. Tampoco nadie desmintió a
las estaciones meteorológicas que vaticinaron oleadas de calor inusitadas y alertaron sobre la inminencia de incendios y
sofocones. Nadie desmintió tampoco el accionar de presuntos poderes celestiales
para castigar a los empedernidos pecadores comarcales.
Ni nadie desmintió la especulación inmobiliaria y el
abuso de grupos de poder interesados en apoderarse de las tierras una vez
finalizados los incendios que van terminando año a año los bosques y los
espacios más bellos de los valles cordilleranos.
La acusación de incendiarios a los mapuches viene como
anillo al dedo a empresas inmobiliarias y terratenientes, quienes se han
organizado en Villa La Angostura y en
otros parajes patagónicos, para impedirles el acceso a las tierras que
reivindican como propias los pueblos originarios amparados en las nuevas leyes
y tratados internacionales incorporados a la Constitución Nacional y
perseguirlos una vez más como delincuentes y parias. Es una campaña discriminatoria
muy grave que afecta a todo el pueblo mapuche y
que ha sido denunciada al INADI, por la Defensoría Pública de Esquel
y del Chubut en fecha reciente. El
racismo que incrimina al pueblo mapuche se
difunde a través de medios de comunicación de Chubut, Río Negro y Neuquén según
el escrito presentado desde las Defensoría.
Y a pesar
de estos antecedentes , un Fiscal de
Estado , en Esquel, en esta Audiencia Pública, acaba de abrir una Investigación
Judicial, insinuando la posible coautoría en varios delitos incendiarios y
otros tanto o más graves, en dos
provincias, de una organización mapuche no bien identificada que ha
comenzado una nueva incursión de recuperación territorial en el latifundio más
grande de la Patagonia y de la Argentina, la Empresa Tierras del Sud, de los
hermanos Carlo y Luciano Benetton, en Leleque, sobre la ruta nacional Nº 40, en
cercanías del río Chubut y a unos treinta quilómetros de Esquel, allí donde los
poderosos terratenientes han extendido no hace mucho nuevos alambrados que
impiden el acceso al río Chubut a los habitantes de la Comarca Andina en el
Departamento de Cushamen.
5. El castigo a
Martiniano Huala y “la cuestión de fondo” no resuelta
Al final de la arenga del Fiscal, el Juez Martín Zachino accedió a parte de su
requisitoria y prohibió el acercamiento
a Leleque de Martiniano, durante un mes tiempo para que siga en marcha la
Investigación abierta por Rivarola.
Y, nos
atrevemos a pensar, para que no pueda ya
acercarse en su vieja camioneta Ford a los alambrados de la Estancia
Leleque y no transporte más materiales que podrían
servir tal vez para la construcción de un cobijo a los jóvenes mapuches que
intentan pasar allí el invierno y
recuperar para sus comunidades el territorio ancestral donde cazaban, criaban
su ganado y cultivaban, antes de la apropiación de ingleses e italianos.
“Estamos
dispuestos a resistir” afirman los jóvenes mapuche desde su ruca de piedra y
barro, y así lo han manifestado a las autoridades judiciales y policiales que
los han tratado de disuadir. “Nos han atacado con piedras” acusan los policías.
Y reconocen, en palabras del Fiscal, que han respondido con balas de plomo a la
agresión mapuche. Para los mapuches no se trató de atacar a los policías, sino
de defenderse de los varios ataques a balas que les hicieron, y muestran los
casquillos de 9 milímetros que quedaron sobre la banquina y en el asfalto luego
de las confrontaciones.
Martiniano no
podrá cubrir los ciento veinte quilómetros entre Esquel y Leleque durante un
mes según el dictamen judicial. Y en este tiempo el Fiscal deberá cumplir todos
los requisitos formales de identificación necesarios para que sus acusaciones
cobren peso y permitan al Juez dar lugar a un proceso penal en forma. Lo que no
tienen ninguna intención de hacer, fiscales y juez, según declararon,
“simplemente porque no corresponde”, ya que su jurisdicción es penal y no
civil, es entrar a discutir “en profundidad, la cuestión de fondo” según
solicitaron los Defensores oficiales: ¿qué legitimidad tienen los títulos de
propiedad de Benetton? ¿Los Tratados Internacionales referidos a los Derechos
de las comunidades originarias,
incorporados a la Constitución Nacional,
no amparan la acción de recuperación territorial iniciada por las
comunidades mapuches en Leleque?
El grupo mapuche solicita con insistencia, como interlocutores, a representantes del
Estado Nacional y del INAI para buscar una solución política al conflicto. El
reciente reconocimiento a pocos
quilómetros de allí, a la comunidad Nahuelquir, tras la intervención del INAI,
es un antecedente importante. Ya parece lejano el inquisitorial e inhumano
fallo del Juez Magallanes de hace unos
años, cuando prohibió en pleno invierno, hacer fuego, a Doña Rosa y Don Atilio Nahuelquir
que acampaban a la vera de la ruta 40, recuperando la tierra de sus ancestros ,
también en territorio ocupado por el latifundio Benetton.
A comienzos del invierno, con temperaturas bajo cero,
y cuando la nieve ya blanquea las últimas estribaciones de la cordillera y se
acerca a la ruta 40 a la altura de Leleque, la estepa está en llamas y el
cultrum continúa convocando a las comunidades mapuche.
Julio Saquero Lois, El Pedregoso, 10 de junio de 2015