¡Cuidado! ¡Asamblea!
Esto fue lo que
algunos medios de comunicación no terminaron de registrar: se llama “Asamblea”
y, curiosamente, se trata de un extraño comportamiento colectivo que determina
la vida y el pulso de diversas organizaciones de la Economía Social.
Estimado
obediente:
En respuesta a su manifiesta inquietud
acerca de la existencia comprobable del fenómeno “Asamblea”, cumplo en dar
testimonio fiel acerca del mismo.
En su calidad de
órgano soberano en el ejercicio asociativo, es este engendro -tan difícil de
desentrañar para sectores minoritarios, domesticados a orden y billetera- el
que posee la extraña potestad de igualar condiciones de lo más variopintas entre
sus participantes: su voluntad es suprema. Y tanto es así que aún su elección
anterior puede ser rectificada o ratificada, ante el menor atisbo de
participación masiva. Jamás le ruborizaría entrar en el fango de la
contradicción: hoy es uno, y al instante otro, u otros, u otros y otras.
Este auténtico
Leviatán, en su propia sed de majestad, es hasta capaz de poner en su sitio a la
mismísima concepción histórica del “primer mandatario”: el primer mandado (y no
“el que más manda”).
De acuerdo al
testimonio de quienes se arrogan el privilegio de haber habitado los
intrínsecos tejidos de la Bestia, se desprende que su conformación es, anqué imponente,
por demás inconstante (ciertas células, hartas ya de movimientos bruscos,
reposos inacabables y/o debates perennes, desertarán en algún tiempo).
El fenómeno “Asamblea”
es, estimado obediente, un espectro en sí mismo. Mutable, caprichoso,
inconsistente e inconveniente para la obsecuencia. Arbitrario, respetuoso,
cálido hasta el hervor, contradictorio. En suma, el mismísimo Cero Absoluto.
Desde éste humilde útero bestial le recomiendo, estimado obediente, tenga a bien mantener distancia de tamaña masa: suele devorar, digerir y cagar con asombrosa ligereza a células como Ud.