Ya lo habían indicado los españoles en su impactante
trabajo Progression of Parkinson's
Disease Pathology Is Reproduced by Intragastric Administration of Rotenone in
Mice en el año 2010: los plaguicidas
provocaban Mal de Parkinson. Como su trabajo era sobre ratones, el sistema se
encargó de desacreditarlos. ¿Qué tenemos que ver nosotros con los
ratones?
Pero los científicos (mujeres y
hombres obstinados) siguieron en diferentes partes del mundo buscando esas cosas
que hacen empalidecer a los vendedores de agrotóxicos. Y lo encontraron. Tanto
lo encontraron que tomó forma de ley en Europa, y se estableció formalmente la
causa-efecto: aquél que haya estado expuesto a pesticidas y desarrolle Mal de
Parkinson tiene el derecho soberano de demandar a quien lo haya expuesto al
veneno. Lo ampara el Decreto Nº 2012-665 de la República de Francia. Un
detalle: ese Decreto es del 4 de mayo 2012. Y recién ahora lo conocemos por estas
latitudes.
De igual modo, las evidencias certeras de estas causas-efectos surgen
como regueros de pólvora por las revistas de ciencia. Y detrás de ellas van los
equipos de mercenarios de blanco delantal encomendados a
refutarlas.
Asi, a lo largo de los años, hemos conocido a los paladines del DDT, del
PCB, de los fluorocarbonos, del amianto, gentes encargadas de defender los
intereses de sus empleadores realizando millonarias campañas mediáticas que
aseguren las ventas, hablando de responsabilidad social empresaria, sobornando
funcionarios, infiltrándose en las agencias de gobierno, creando fundaciones
filantrópicas y otros maquillajes ingeniosos. Hasta (siempre hay un “hasta”,
afortunadamente para los de a pie) que la ola de evidencias se hizo demasiado
grande, la gente se moría demasiado y era momento de guardar violín en bolsa y
callarse la boca.
Los
convenios como el de Estocolmo o Montreal están llenos de sustancias prohibidas
que alguna vez, alguien, defendió con vehemencia.
.. Y LE LLEGA LA HORA
A LAS DISTANCIAS
Veía ayer las escenas de las Madres de Ituzaingó, Córdoba, frente a la
policía convocada por la empresa Monsanto, cuando dos efectivos tomaron de los
brazos y arrojaron al suelo (la expresión es técnicamente exacta) a Sofía Gatica
(Premio Nobel
Ambiental Goldman). Uno de los autoconvocados que allí
estaba exigiendo la debida consulta pública para la continuación de la
instalación de esa empresa, les decía a los polícias: “qué trabajo de m… no se dan cuenta que sus
hijos los están viendo por televisión?”[2] .
Humanos contra humanos mientras
del otro lado del vidrio, las multinacionales se frotan las manos.
Policias, funcionarios, “representantes” del interés público, caracolean
y tienen miedo de aceptar efectivamente que un buen día han de tener que asumir
una postura ética, alejarse de las presiones económicas y actuar de acuerdo a la
salud de las gentes. Porque aquéllo de contaminarse solo si eras fumigador,
ahora entra por debajo de la puerta y se instala en mi plato de vegetales.
Porque resulta que las sustancias aparecen en las verduras, y además, viajan más
distancias al ser aplicadas de lo que intentan minimizar. Ya no se puede tapar
el sol con la mano. Y peor aún, están en la sangre de
todos.
Los agrotóxicos al ser aplicados en gran medida se evaporan y pasan al
aire. Suben por la atmósfera.
Amounts depend on pesticide properties, use
patterns, and climatic conditions. Se mueven con
los vientos. Si llueve, caen al suelo o al agua. En el sur de Florida (Estados
Unidos) se preguntaron cuánto viajarían desde su aplicación. Y empezaron a
revisar en torno Around the city of
Homestead, farmland used for intensive vegetable productions borders both the
Everglades and Biscayne Bay National parks. a
Homestead, adonde se cultivan hortalizas al lado del Biscayne Bay
National Parks.
Trabajaron
Our
studies conducted over 4 years focused on measuring the deposition rates of one
widely used insecticide, endosulfan, in rainfall within the Homestead
agricultural area in the two parks.5 años y eligieron un insecticida que se había
utilizado mucho: el endosulfán y sus compuestos de degradación. Las
concentraciones más altas fueron en las muestras recogidas en el área agrícola,
hecho que apoya la conclusión de que la fuente principal de endosulfán en
muestras de lluvia era de uso local[3]. Pero no se quedaron allí: el Servicio de Investigación Agrícola norteamericano
(ARS) se dijo: ¿si por el agua pasa eso: qué pasará por el aire? ¿Cuán lejos de
la aplicación debo estar para asegurarme de no recibir
derivas?
LA LIEBRE SIEMPRE SE ESCAPA
La ARS es la agencia principal de
investigaciones científicas del Departamento de Agricultura de
EE.UU. (USDA) e hicieron esta investigación para cerciorarse de la
inocuidad y seguridad de sus alimentos y de las personas que viven en la región.
Cito del resumen
del trabajo: “El grupo estableció sitios
para tomar muestras del aire en Homestead, el Parque Nacional de los
Everglades, y el Parque Nacional Biscayne en la Florida. La distancia
del sitio en los Everglades al sitio en Homestead era seis millas, y la
distancia del sitio en Homestead al sitio en Biscayne era 12,5 millas.
Descubrieron que las muestras de aire tomadas de todos los sitios fueron
dominadas por concentraciones gaseosas de alpha-endosulfán, el cual es la forma
más volátil del pesticida[4].”
12,5
millas es igual a 20 kilómetros.
Hete aquí una nueva evidencia.
Los promotores del modelo ya estarán sentados, lápiz en mano, armando una
comisión refutadora.
De hecho, circulan versiones de
una teórica modificación a nuestra ley provincial de agroquímicos que menciona
distancias de separación entre los tóxicos y las personas tan inmorales como los
25
metros que hay hoy en nuestro pobre municipio de General
Pueyrredón. Que si uno lo discute se “juegan” a conceder
cien…
El el sistema agrícola de
producción de alimentos está en crisis y hay que cambiarlo, lo sabemos. Metros
más, metros menos, parece una discusión banal. Pero cada una de estas
discusiones “banales” es clave para muchos compatriotas en el entretanto. Porque
les fumigan sus casas, sus hijos, sus cuerpos. Porque las enfermedades se
multiplican y nadie da cuenta de ello.
Mientras, los que están
“trabajando” para que estas viejas leyes se acomoden a los tiempos actuales, las
acomodarán a los imperiosos resguardos de salud? ¿a los trabajos científicos que
encienden luces rojas? ¿o a las comisiones ad hoc de empresas, cámaras y
agrónomos temerosos, para refutarlos?
Como le decía ese manifestante
pacífico a la policía ayer frente a Monsanto: “no se dan
cuenta que sus hijos los están viendo por televisión?”
Lic. Silvana
Buján
BIOS
RENACE – RED NACIONAL DE ACCION
ECOLOGISTA
IPEN- a toxics-free
future
COALICION CIUDADANA
ANTIINCINERACION
GAIA