Por: Leonardo Torres
Ese dicho popular
que pregona que el hombre es un animal de costumbre, encierra dos verdades diferentes,
contradictorias.
Primero,
reconocerse como “especie animal”, es un avance importantísimo en la situación que
nos encontramos. Porque el hombre, siempre tan hábil e inteligente, despreció su
condición animal, y al despreciar dicha condición, no se sintió más dentro de
la vida natural, y lo observo todo desde su pedestal, al comprender que podía dominar
la naturaleza y sus designios.
Reconocerse parte de la naturaleza, es reconocernos como víctimas y la
vez responsables. Víctimas de estar siendo exterminados por nuestra propia
especie y responsables de no hacer nada frente a tal situación, de bajar los
brazos, de mirar para otro lado, de acostumbrarnos.
Los
animales no se acostumbran, se adaptan; sacando provecho de alguna modificación
en el medio que lo rodea. Cuándo no logra adaptarse, “desaparece”.
Existen
ciertos hombres, dominantes ellos, que como el resto de las especies, logran
adaptarse a los cambios sacando el mayor provecho. Son los especuladores, terratenientes,
políticos, líderes religiosos, y demás subespecies.
Otros en
cambio, no se adaptan y tampoco quieren adaptarse a toda esta basura infecta de
consumismo, prepotencia, autoridad, y justificaciones para un fin. Ellos,
nosotros, ustedes, somos los inadaptados, somos los locos encerrados en un
manicomio, secuestrados por el estado en una cárcel, chicos en la calle,
desocupados, militantes “de verdad”(no revolucionarios burgueses de café). En
fin, los molestos, los que no se adaptarán jamás, y por “ley natural”, los que “desaparecerán”, los
que morirán en las calles, las cárceles y calabozos y otras tantas maneras de
hacernos desaparecer.
Pero et aquí
que aparece un tercer grupo, y solo se da en nuestra especie. Los que se
acostumbran.
Se acostumbran
a vivir en condiciones degradantes, a trabajar para que otros se llenen los
bolsillos, a quedarse al margen de todo conflicto, a mirar como si fuera normal,
como los guardianes del orden, matan, violan, reprimen, encarcelan y amenazan.
Ellos, los
que se acostumbran, sobreviven, y cada tanto a uno de ellos se les abre los
ojos y se pasa de nuestro lado, a nuestro bando, a los inadaptados.
Es por
eso que la lucha no está perdida. Es por eso que buscamos todos los medios
posibles para difundir nuestro mensaje. Porque cuando todos los acostumbrados
decidan no adaptarse a toda esta mierda, podremos vencer a los adaptados, que
como no podrán adaptarse en un mundo sin explotados ni explotadores, en mundo
libre de verdad, solidario, sin gobierno ni leyes, conviviendo en apoyo mutuo,
con la libre asociación de las personas por afinidad. DESAPARECERÁN.