Reproducimos el siguiente comunicado del Frente Popular Darío Santillán, quienes repudian la decisión de la UNTER, de ponerle el nombre Carlos Soria, a un barrio de casas de docentes. Lamentablemente, al parecer hay docentes dentro de la UNTER que no sólo adhieren a una forma de sindicalismo corporativa, aceptando puestos en el actual gobierno, sino que además revindican un personaje nefasto para nuestra historia, como lo fue Carlos Soria.
Por Frente Popular Darío Santillán – Regional Alto ValleRechazamos la decisión de la UNTER de homenajear a Carlos Soria, uno de los autores intelectuales de los asesinatos de nuestros compañeros Darío Santillán y Maximiliano Kosteki, colocando su nombre a un nuevo barrio en la ciudad de Cipolletti.
Ante el fallecimiento de Carlos Soria, la dirigencia de la UNTER , -Unión de Trabajadores de la Educación rionegrinos- durante la entrega de 42 viviendas del plan que gestionaron en Cipolletti ante el IPPV (en el marco del Plan Federal de Viviendas Nacional en terrenos cedidos por la Municipalidad de Cipolletti)a través de un comunicado firmado por Carina Pita, Secretaria General UnTER Cipolletti y Luis Giannini, Sec. de Prensa UnTER Central, expresó : “A propuesta de la conducción del sindicato y con el aval unánime de los presentes, el nuevo barrio docente de Cipolletti, se llamará -Gobernador Carlos Soria”.
Nuestra organización rechaza y repudia enérgicamente este hecho. Consideramos que los dirigentes que tomaron la decisión, conocen muy bien los antecedentes de quien están homenajeando, adjudicándole su nombre a un barrio de Cipolletti, es decir que su decisión no fue por desconocimiento o por ingenuidad .
Consideramos importante informarle a la comunidad y afiliados/as de la en a la UnTER a quien se está rindiendo homenaje.
En la década del noventa, con el triunfo de la fórmula Menem-Duhalde “…Carlos Soria se convirtió en uno de los hombres de mayor confianza de José Luis Manzano en el Congreso y lo asesoró sobre inversiones en tierras en el Comahue. Integró la Bicameral que hizo el seguimiento a la investigación de los atentados a la embajada de Israel y a la sede de la DAIA y la AMIA. Esta última le valió una imputación por encubrimiento. En 1996, cuando el juez español Baltasar Garzón decidió indagar por crímenes de lesa humanidad a un centenar de militares y marinos argentinos, Menem dijo que era una vedette empeñada en acosar a las Fuerzas Armadas con el apoyo de “argentinos de ultraizquierda”, y Soria integró una delegación parlamentaria que partió a Madrid para provocar al magistrado. La excursión terminó en un incidente diplomático. Soria y sus acompañantes le exigieron que sólo investigara el asesinato de la señora Noemí Gianotti de Molfino, una argentina secuestrada en Perú en 1980, trasladada en forma clandestina a Madrid y asesinada allí. De ese modo cuestionaron la jurisdicción universal invocada por el juez. Garzón los citó a declarar como testigos y huyeron de España con el rabo entre las patas.
En 1998, Roberto Marquevich ordenó la detención del ex dictador Jorge Videla por apropiación de hijos de personas detenidas-desaparecidas. Soria lo cuestionó con una referencia al ex fiscal Luis Moreno Ocampo, quien alegó que la Cámara Federal que condenó a las Juntas Militares no encontró pruebas sobre la sustracción de menores. Cierto, pero debido a la deficiente investigación del propio Moreno Ocampo, subsanada en años posteriores. También en 1998, Soria firmó un proyecto de ley por el cual la inmunidad de un legislador en juicios penales y civiles lo protegería no sólo durante su mandato sino aún después de concluido, como un fuero personal. En 1999, Soria reclamó una consulta vinculante sobre un conjunto de leyes de endurecimiento de penas y ablandamiento de garantías procesales para combatir “los hechos delictivos que tienen en vilo a todo el pueblo”. El paquete debía votarse, a libro cerrado, por sí o por no.
En el 2002 al asumir la presidencia interina, Duhalde lo designó Secretario de Inteligencia (SIDE) y le encomendó que negociara con la Corte Suprema de Justicia para impedir que declarara inconstitucional el corralito. No es un buen negociador: luego de firmar el fallo temido uno de los supremos lo caracterizó como “un muchacho conflictivo y prepotente”. Aplicó la misma técnica, en enero de 2002, para amenazar con el juicio político a un grupo de jueces y camaristas federales de la Capital si no aceptaban su exigencia de encarcelar al ex ministro de Economía Domingo Cavallo y a los banqueros Eduardo Escasany, José y Carlos Rohm, a quienes Duhalde quería arrojar como lastre para que su gobierno no se hundiera". (Pagina 12, 25-09-11)
En el año 2002 Carlos Soria estaba al frente de la SIDE durante la denominada Masacre de Avellaneda, en donde como resultado de un plan represivo planificado por el gobierno de Eduardo Duhalde fueron asesinados Maximiliano Kosteki y Darío Santillán.
El 26 de junio, mientras miles de trabajadoras y trabajadores desocupados salían a las calles a exigir trabajo, justicia y dignidad, el entonces presidente dio la orden de reprimir a los manifestantes en el Puente Pueyrredón. Dos jóvenes muertos y más de 30 heridos con balas de plomo fue el saldo de lo que se conoce como la Masacre de Avellaneda. El objetivo político aparecía claro: desarticular al movimiento popular que había protagonizando jornadas históricas como las de diciembre del 2001.
El 26 la SIDE liderada por Soria, operó como nexo entre las decisiones gubernamentales y las fuerzas de seguridad que las ejecutaron. Durante la represión y en las horas posteriores, el comisario Fanchiotti estuvo en contacto directo con la Sede Billinghurst de esta dependencia.
Tanto el 26 como al día siguiente, el gobierno apeló a la lógica de las "balas piqueteras" para explicar las muertes, justificar la represión y dar cuerpo a la causa legal levantada contra los movimientos. Soria fue quien aportó los elementos necesarios para sostener esta versión con una serie de informes producidos a partir de la infiltración de sus agentes en encuentros públicos y organizaciones populares.
En ellos se sostenía la existencia de grupos radicalizados decididos a tomar las armas y atentar contra las instituciones democráticas, teoría que debía sustentar la Causa Complot y que Álvarez y Matzkin asumieron en las conferencias dadas el 26 y 27. El 26 "los piqueteros se habían matado entre ellos" y no se trataba de un hecho aislado sino de un exponente de esta "nueva amenaza subversiva". Estrategia que el gobierno debió abandonar rápidamente, luego de que las verdaderas responsabilidades materiales de la masacre salieran a la luz.
Cuando se realizó el juicio a los autores materiales de los asesinatos de Kosteki y Santillán, Soria declaró como testigo que “había que poner orden, ya que la democracia funciona con orden” y que la articulación de los diferentes sectores sociales que protestaban en el año 2002 constituían “un peligro institucional para la democracia”.
A pesar de haber sido una de las figuras cuestionadas en aquel momento, esto no supuso ningún tipo de investigación sobre la responsabilidad de Carlos Soria, ni impidió que continuara su carrera política hasta llegar a ser gobernador por el FPV en Río Negro.
Soria fue tres veces diputado por el PJ hasta llegar a ser titular de la SIDE. Enquistado en el PJ de Río Negro, hasta fines de los '90 se desempeñó como diputado a partir de sucesivas reelecciones. Pasó buena parte de su carrera a la sombra de José Luis Manzano, estrechando así su relación con Duhalde, quien en el '99 lo nombra ministro de Seguridad Bonaerense luego de la masacre de Ramallo, en pleno contexto de "guerra contra la delincuencia" y "reforma policial".
Queda claro con este prontuario, de qué lado estaba posicionado C. Soria, lejos…muy lejos, de los intereses del pueblo, de las y los trabajadores. Pero además, es sabido que la manera autoritaria y violenta con la que Carlos Soria supo servir al poder también se manifestó en su condición varonil, como fiel representante de una masculinidad hegemónica dispuesta a mostrar siempre virilidad. La UNTER bien debe conocer las numerosas versiones y denuncias existentes por hechos vinculados a violencias de género que hoy pretenden ser presentadas como un "drama familiar", (según señala la prensa regional y nacional). Fácil argumento al que se recurre para ocultar y hasta embelesar figuras públicas, como si las vidas privadas nada tuvieran que ver con los desempeños en la vida política. No podemos soslayar este aspecto, menos cuando quien rinde homenaje es un sindicato mayoritariamente integrado por trabajadoras mujeres, todo lo cual agrega obscenidad a la decisión.
Nuestra organización lleva el nombre Darío Santillán, quien era un joven militante popular que a los 21 años fue asesinado junto a otro joven militante barrial Maximiliano Kosteki, en la “Masacre de Avellaneda", lamentamos que el ex gobernador Soria murió sin ser condenado por su participación intelectual en el hecho. A diferencia de la UNTER nosotros exigimos que Soria sea candidato a la cárcel, no formamos parte de gobiernos que no defiendan los intereses de los trabajadores y del pueblo, como así tampoco le rendimos homenajes a quién buscó en sus tres semanas de gestión echar a trabajadores/as estatales para realizar un ajuste en la provincia.
Decisiones y actitudes políticas como las que tuvieron la dirigencia del sindicato de docentes, las consideramos una provocación, y a su vez nos llena de indignación.
Pero más que nunca la memoria de los caídos por luchar hoy esta presente en nuestros corazones, en nuestra memoria y en nuestro deber militante de continuar sus luchas.
DARIO SANTILLAN Y MAXIMILIANO KOSTEKI PRESENTES!!!