-El Golpe contra Manuel Zelaya es la puerta de entrada de un nuevo proceso golpista en la región- se animaron a aventurar algunos intelectuales de diversos ámbitos en aquel entonces.
La Noticia de que Rafael Correa presidente de Ecuador, se encontraba secuestrado en el hospital policial luego de haber sido victima de un intento de asesinato en manos de la policía local, nos movilizó de manera a todos quienes estamos interesados y hasta porque no esperanzados en este nuevo proceso político que esta viviendo Latinoamérica luego de la destrucción neoliberal.
Mucho se ha escrito ya sobre el poder militar en América del Sur y el Caribe, la base del poder de las fuerzas armadas desde los procesos constitutivos de los estados nacionales post coloniales, sus vinculaciones con los poderes económicos locales, y el encuadramiento ideológico de los mismos con las doctrinas norteamericanas hacia lo que históricamente ha sido considerado como su patio trasero.
La historia nos ha mostrado también en numerosas oportunidades la vinculación de los procesos golpistas con estrictas relaciones de intervención de estados democráticos en los procesos de acumulación de capital, y como los sectores concentrados del capital en triangulación con las variables de la política exterior norteamericana y el rol y poder de las fuerzas armadas en cada uno de los contextos regionales, determinaban la interrupción de todo proyecto político que no desarrollara el modelo económico acorde a las necesidades y características de la burguesía local aliada con el capital externo.
La pregunta que gira, es ¿hasta que punto el espiral de la historia vuelve a caminar por los mismos pasos trazados a lo largo de todo el siglo XX?
Al mismo tiempo, con algo mas quizás de perspectiva del tiempo histórico podemos afirmar que lo que está en juego aquí no es solamente la continuidad de los procesos de transformación emancipadora sostenidos por los distintos proyectos politicos regionales, sino mas profundamente lo que está en juego aquí es la posibilidad de transformación social en el marco de la herencia de las democracias burguesas.
La gran mayoría de las conquistas sociales ( con excepción del caso cubano) logradas en los países de América Latina en el siglo XX, fueron sistemáticamente bastardeadas, limitadas y hasta incluso abolidas por los procesos golpistas que interrumpieron los espacios democráticos que comenzaron a entrar en profunda contradicción con su poder económico, claro está, siempre tutelados por los grupos económicos concentrados que debieron golpear las puertas de los cuarteles para apropiarse del poder politico que les negaban las urnas.
La profundización de esta lógica llego a sus puntos mas determinantes con los procesos dictatoriales desarrollados en la década de los 70, que sirvieron como puerta de entrada a las políticas neoliberales de acumulación a destajo, destrucción de las funciones sociales y redistributivas de los estados y su estructura productiva, el desmembramiento del tejido social y su respectivo disciplinamiento con el objetivo de borrar cualquier rastro de democracia económica y acompañado con el discurso categórico del fin de la historia, para exterminar también la esperanza de cambio social.
Mas de 30 años llevó la recomposición de la esperanza, y el trabajo del nuevo topo antes de salir a la luz. Dentro de los marcos institucionales de las democracias mentadas en el mismo siglo XX que vio aniquilarlas, se fueron gestando las nuevas experiencias liberadoras de Evo Morales en Bolivia, Hugo Chavez en Venezuela, Rafael Correa en el Ecuador, Lula da Silva en Brasil y Néstor y Cristina Kirchner en Argentina.
Sin entrar en análisis exhaustivos que puedan cuestionar o indagar acerca de el potencial de verdadera transformación económica, política y social de cada uno de los proyectos políticos mencionados, somos testigos diariamente de la concepción que por lo menos los sectores mas concentrados del capital tienen de ellos, y de los proyectos destituyentes desarrollados por diversos actores políticos y económicos de cada realidad: La derecha conservadora neoliberal, las burguesías regionales adueñadas de los recursos productivos de cada uno de los espacios económicos y los monopolios corpomediáticos del capital financiero.
A diferencia de lo ocurrido durante el siglo XX en donde las fuerzas armadas recibían el llamado patriótico de las burguesías trasvestidas de nacionales, hoy la situación ha cambiado. Cada uno de los dirigentes latinoamericanos que han encaminado procesos de transformación ha sabido que parte fundante de su proyecto era la subordinación de las fuerzas armadas al poder político, plan elaborado y llevado a la practica minuciosamente por cada uno de los gobiernos. En el caso de la argentina, esto se vio acompañado por un profundo avance en la política de derechos humanos y juzgamiento a los represores serviles del capital transnacional que tomaron el poder en la dictadura de 1976.
Las particularidades que si tiene la actual coyuntura y que derterminan su carácter destituyente residen en la construcción y deformación de la realidad sostenidas por las corporaciones mediáticas sin distinción en cada uno de los nuevos espacios políticos latinoamericanos. El manejo falaz, servil y vergonzoso de la información por parte de estos grupos económicos destinados a la construcción de “sentido común” han socavado de manera recurrente la base de autoridad popular construida por los gobiernos en cuestión, y ha llamado o instigado implícitamente a levantamientos populares o armados contra los gobiernos elegidos; con resultados disímiles, pero con manipulaciones mediáticas y operaciones de prensa referidas al autoritarismo, la falta de independencia de poderes, la falta de libertad de empresa trasvestida de prensa, infiltración castrista, delincuencia expropiadora, etc, temas que han encontrado su mejor ámbito de germinación en los sectores medios educados por los mismos medios y que han contribuido notablemente a disminuir la velocidad en las transformaciones encaminadas.
Existen cientos de ejemplos que permiten graficar el poder operacional de estas corporaciones, pero basta con hacer las lecturas correspondientes en el caso venezolano en donde se convocó por tv a destituir al presidente Hugo Chavez, o las repercusiones mediáticas de la Ley de medios y la resolución 125 sobre retenciones a la exportación de la burguesía agraria en Argentina..
Fusionados con los remanentes sin vergüenza de la patria neoliberal, apelan a la descalificación de los nuevos procesos de participación ciudadana, construyendo una realidad absolutamente distorsionada; pero la pata ausente a estos procesos destituyentes gira en torno a la falta de una fuerza represiva capaz de ejecutar los planes de la derecha concentrada.
Quizás sea por eso notable, la participación en estos últimos procesos golpistas o intentonas de los mismos, de distintas variantes de policías locales como paladines de la “restauración”. En el caso de argentina, la desaparición de Julio López en pleno proceso de avance de la justicia sobre los delitos de lesa humanidad cometidos por la policía Bonaerense, fue un llamado de atención durísimo sobre la vigencia del aparato represivo de la derecha nacional.
Como intento de algunas conclusiones y como se sostenía a modo de pregunta en un comienzo, no solo están en juego aquí los procesos de liberación nacional encauzados por los distintos proyectos políticos latinoamericanos, sino mas profundamente las posibilidades reales de transformación que ofrece el marco institucional de la democracias heredadas del siglo anterior. Solo continuar con los procesos de recomposición del tejido social que comienza a sanar después de años de lucha y muerte, encuadrado en una movilización que pueda superar las diferencias egocéntricas de comprensión de los fenómenos políticos puede garantizar la profundización de los modelos sorteando los riesgos que implica enfrentar a los sectores históricamente dominantes de las regiones de Latinoamérica.
La historia nunca pasa dos veces por el mismo lugar de la misma forma. El circulo es espiralado y nunca cerrado, por lo que la cercanía a ciertas coyunturas nos permite recuperar la memoria un función de sortear y superar los errores que como pueblo hemos cometido al ver simplemente pasar desde el costado del camino, y si la trampa fuera tan grande, y se transformara en un sin sentido el oponer democracia a oligarquía será momento de volver a apelar a esa enorme y maravillosa tozudez humana de volver a creer, superando definitivamente los limites impuestos por las instituciones concebidas por el actual enemigo.
Pablo Salomón
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