Buenos Aires (Prensa Alameda ).- Soledad Pedraza y su hija Camila siguen bajo las garras de los proxenetas. Lo sostenemos porque Las Heras, provincia de Santa Cruz, es destino de miles de mujeres para la explotación sexual y sería ingenuo creer que una chica que no tenía dinero llegó a esa ciudad desde la capital del país, o sea recorrió la mitad del país, por la “buena voluntad” de un supuesto “novio” a quien no se le conoce el nombre y apellido y menos la cara.
Tampoco podemos creer esta versión policial de su estadía en Las Heras que fuera reproducida por el subcomisario de la División Trata de Personas de la Policía Federal, Rivero Martínez, porque justamente el titular de la división Trata, Jorge Omar Fernández, y 14 miembros más de esa fuerza, entre ellos Rivero Martínez, fueron denunciados por corrupción y cohecho con proxenetas y prostíbulos, por la policía Nancy Miño Velásquez el 13 de mayo pasado.
El juez Norberto Oyarbide envía a rescatar a Soledad y su hijita Camila a la misma división de Trata que fuera allanada a raíz de las denuncias de Nancy Miño. La causa de la mujer policía desde hace un mes se encuentra en manos de Oyarbide, entonces el magistrado no puede desconocer las denuncias y pruebas que existen contra los integrantes de la División de Trata de la Federal que hoy se muestran como efectivos funcionarios policiales.
Acusamos que el juez federal Norberto Oyarbide esta cometiendo prevaricato, que es el delito que consiste “en que una autoridad, juez u otro funcionario público dicte una resolución arbitraria en un asunto administrativo o judicial, a sabiendas que dicha resolución es injusta”.
Puntualmente, el subcomisario Rivero Martínez es el mismo que en allanamientos a prostíbulos de Mar del Plata, en el mes de febrero, dio directivas a los policías de la división Trata que “nadie toquen nada, no vieron nada, no digan nada, nosotros no instruimos sino la DDI Mar de Plata”, así lo señaló en su momento Nancy Miño que participó de esos allanamientos y que además denunció que en ese operativo participó Walter Lovera, retirado de la policía en diciembre de 2009 pero que de hecho sigue en actividad.
Llamativamente Rivero Martínez dejaba el operativo de Mar del Plata en manos de fuerzas locales íntimamente relacionadas con los prostíbulos de la ciudad balnearia. Rivero Martínez no llegó a la División Trata por sus conocimientos y preparación en el tema sino por su amistad con el comisario Jorge Omar Fernández. Éste lo protegió a Rivero Martínez luego de ser echado de la División Homicidios por su alto nivel de consumo de alcohol.
Se pretende hacer aparecer a la corrupta División de Trata, que hace rato tendría que haber sido pasada a disponibilidad por las gravísimas denuncias a su jefatura, como resolviendo un caso “exitosamente” y a miles de kilómetros de Buenos Aires, cuando no pudieron rescatar a Soledad en momentos en que era reducida a la servidumbre a quince cuadras de esa dependencia.
Exigimos a los diputados, especialmente a los de la Comisión de Familia y Legislación penal que tienen en sus manos las gravísimas denuncias de Nancy Miño sobre la División de Trata de la Federal que tomen cartas en el asunto e insten a que se acelere el pedido de interpelación al Ministro de Justicia Julio Alak que fuera presentado hace pocas semanas.
Exigimos que una comisión investigadora en el Congreso estudie la causa de Nancy Miño y el pésimo desempeño de los jueces federales Ariel Lijo, quien recibió por primera vez, y Oyarbide porque no han adoptado ninguna medida con las serias acusaciones a la jefatura de la División de Trata.
Exigimos que también se permita a una comisión de diputados entrevistarse con Soledad en Las Heras para verificar in situ cómo y en qué condiciones fue trasladada y cómo y en qué condiciones esté viviendo con su hija.
Cuando se estafa a gente que se va a robar suele decirse que se le hizo el “cuento del tío”. En las terribles historias de trata no seria la primera vez que nos vienen con el “cuento del novio”, algo muy frecuente cuando se trata de hacer pasar como consentimiento lo que es un aprovechamiento de la vulnerabilidad ajena para reducir después a la victima a la servidumbre.
Gustavo Vera
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