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miércoles, 16 de septiembre de 2009

COMUNICADO: LA FEDERACIÓN JUVENIL COMUNISTA PRESENTA SU PLAN POLÍTICO

(Comisión Política del PCA).- Se necesita la construcción de una fuerza popular que aporte en la profundización de los cambios. Para rescatar lo hecho y avanzar hacia la afirmación de una política solidaria y soberana.

La Comisión Política del Partido Comunista se reunió de manera ampliada, con numerosos miembros del Comité Central, el viernes 11 de setiembre para tratar diversos posicionamientos partidarios. La reunión comenzó con un reconocimiento a Fanny Edelman, presidenta del PC, que recientemente fue declarada por la Legislatura Personalidad Destacada de la Ciudad de Buenos Aires, a instancias de la legisladora Diana Maffia.El primer tema tratado fue el balance presentado por la Comisión de Derechos Humanos del PC sobre el inicio de los juicios en la provincia de Santa Fe. A la exposición de José Schulman, querellante en el juicio a Brusa, se sumaron las de Graciela Pacot, secretaria del PC de la ciudad de Santa Fe, y de Lito Sorbellini, secretario provincial, con un relato de lo realizado por el partido local con motivo del juicio.
También se pudo escuchar la exposición de Carlos Zamorano sobre la visita que hizo la CIDH hace 30 años y las presentaciones y actividades del PC en esos días para allegar los informes.
El siguiente tema tratado por la Comisión Política fue el de la ley de Arrendamiento Rural y la ley de Medios Audiovisuales. Se tomaron diversas resoluciones al respecto.
También se suscribió una declaración sobre la coyuntura internacional y otra para garantizar la participación y colaboración del partido con el Encuentro Nacional de Solidaridad con Cuba a realizarse en Santiago del Estero en pocos días.
Finalmente se elaboró la siguiente resolución sobre la coyuntura política:
La Comisión Política del Partido Comunista observa con preocupación la situación social y política de nuestra región y nuestro país y tomando en consideración lo planteado en las resoluciones de nuestro 24º Congreso, reafirmadas en distintos documentos y propuestas públicas oportunamente expuestas, declara que:
La persistencia y profundización de la crisis del capitalismo sigue generando pobreza, miseria y destrucción. Mientras se desmoronan imponentes corporaciones como casas de papel y otras engordan con la carroña, el capital concentrado y sus expresiones políticas se defienden arrojando sobre los más débiles el costo mayor de su debacle.
El escenario mundial y regional está enrarecido por los avances de la reacción en Europa, lo marcan así las últimas elecciones legislativas en la Unión, las políticas feroces contra la inmigración, el renovado anticomunismo activo, la continuidad de las actitudes agresivas de la mayoría de sus gobiernos para con los procesos populares de nuestra región, la continuidad de la política colonial por otros medios en Africa y Asia, la persistencia de enclaves en América y el fracaso flagrante de la socialdemocracia para paliar siquiera las nefastas consecuencias de este proceso.
Las promesas de pacificación ofrecidas por el nuevo gobierno norteamericano se deshacen en la feroz continuidad de su política guerrera en Afganistán, Irak, las amenazas a Irán y el apoyo irrestricto al papel gendarme del Estado de Israel. Si bien su cuestionada hegemonía está en discusión, el imperio intenta amedrentar por la fuerza a todo el orbe con el absurdo fin de frenar una agonía inevitable y es menester alertar a la comunidad internacional acerca de su poder de daño. El durísimo debate en el interior de los EE.UU. sobre mínimas reformas en su sistema de salud es un indicador del odio de clase almacenado en importantes fracciones de su población producto de la maceración ideológica de años de propaganda imperialista.
Este marco pone en riesgo la seguridad de nuestra región y nuestros pueblos. A poco de andar, la administración Obama muestra sus garras en claras muestras de intervencionismo en Nuestra América, no soporta la dignidad e hidalguía de la revolución socialista de Cuba que durante cincuenta años no ha cedido a sus embates y continúa la agresión a su pueblo y su gobierno, consecuentes en su política imperialista de dominación y prepotencia.
La continuidad del Plan Colombia, el proyecto mesoamericano, la reactivación de la Cuarta Flota, el armamentismo desmesurado del ejército colombiano, la invasión a Ecuador para consumar el asesinato de Raúl Reyes, sus compañeros y acompañantes inocentes, el consumado despliegue de numerosas bases en su territorio, indican una manifiesta intención de mantener la guerra de baja intensidad y una expresa voluntad de intervenir militarmente, en una primera instancia como amenaza, para obstaculizar y destruir especialmente los fundamentales avances de las fuerzas populares y sus gobiernos en Venezuela, Bolivia y Ecuador.
El golpe de Estado en Honduras marca sin tapujos la decisión de apelar a métodos viejos con formas nuevas que muchos bienpensantes consideraban definitivamente cerrados.
Sin pudor ponen en juego todo su poder político y económico para apoyar las fracciones de la derecha para incidir en las próximas elecciones en Uruguay, Brasil, Chile y Bolivia.
Está clara la relación directa del Departamento de Estado y la CIA con los grandes medios masivos de información de la región, cuyos contenidos sorprenden por la uniformidad de sus líneas periodísticas respondiendo a coro y con violencia ideológica a cualquier avance de cualquiera de los gobiernos que intentan políticas soberanas.
Nuestro país no escapa a esta realidad y es campo de batalla política acerca de su futuro inmediato. La amenazante derecha tantas veces denunciada por nosotros muestra sus uñas fortalecida por los resultados electorales de junio pasado ante una vacilante propuesta oficialista que no logró conmover a quienes sostiene como sus bases de apoyo.
Si bien no podemos ignorar los avances logrados en materia de lucha por la memoria y verdad con la anulación de leyes protectoras de genocidas y la creación de un clima que ayudó al importante logro de una ejemplar condena a los asesinos de Floreal Avellaneda, producto de la lucha de la militancia popular, aún falta mucho por andar en este sentido para el desmonte de la histórica hegemonía reaccionaria en la estructura de la Justicia y la implementación de una estrategia de unificación de las causas para avanzar con mayor efectividad en el juicio y castigo imprescindibles. Que es necesario para ello crear y sostener un gran frente contra la impunidad que movilice y presione con este objetivo. Valoramos en estos días la acción realizada en su momento por la Cidh en su visita a la Argentina, de la que se cumplen treinta años, producto del esfuerzo y la tenacidad de luchadores por los derechos humanos en distintas partes del mundo.
De esta situación emerge con claridad meridiana la necesidad imperiosa de una fuerza popular que garantice el freno a esa acechanza y avance en el sentido de profundización de los cambios, único remedio real para rescatar lo hecho y avanzar hacia la afirmación de una política solidaria y soberana.
Es fundamental desechar por inútiles y regresivos los caminos de tercera vía, evitar procesos de lenta agonía con previsible resultado y tomar rápidamente un sendero de liberación nacional. Argentina cuenta con reservas suficientes para intentarlo, tiene riquezas naturales y humanas que exigen una dirigencia comprometida y lúcida capaz de salir hacia delante de este laberinto.
Para coadyuvar a ello es preciso avanzar en reformas fundantes de otra realidad, valoramos la nacionalización de los fondos de las afjp, la estatización de AA, el recupero del Area Material Córdoba, los logros en la orientación de desmontar los residuos del poder militar y los rasgos de soberanía expresados en esa área, apoyamos la presentación y participamos en el debate sobre el proyecto de ley de Medios Audiovisuales presentado en el Congreso, pero pensamos que el pueblo necesita más. Basta ver la prepotencia de las patronales agrarias, de los medios concentrados y la oposición reaccionaria.
Se debe establecer una política inteligente e integradora para el campo argentino que debe tornar en fuente de alimentación y de trabajo para la mayoría de la población y no en coto de ganancias especulativas para minúsculos sectores.
Es fundamental resolver el problema del trabajo precario anulando la Ley de Contratos de trabajo vigente, se debe reconocer la legalidad de la CTA, profundizando la democratización del movimiento obrero.
Es fundamental la recuperación nacional de la renta petrolera y minera reafirmando una política soberana sobre esos recursos.Es perentorio efectivizar una política clara de defensa de los recursos naturales energéticos, hídricos y mineros, que termine con el saqueo de las trasnacionales y preserve el medio ambiente y todas las formas de vida. Una política que prohiba taxativamente toda explotación depredadora.
El Estado debe retomar decisivamente la defensa y promoción de la educación pública, única herramienta solidaria de socialización del conocimiento.
Es necesaria una nueva ley de entidades financieras, se hace imprescindible y vital una reforma agraria integral, es urgente tomar medidas rápidas de solidaridad social implementando un plan de apoyo económico por hijo a las familias y un aumento importante para la masa de jubilados. Para disponer de fondos genuinos para esta distribución se debe encarar una profunda reforma tributaria que grave las ganancias, el lujo, las grandes propiedades, la herencia y la renta financiera. En todo plan económico debe prevalecer la defensa del ingreso de los trabajadores con el doble fin de sostener la dignidad obrera y defender el mercado interno. Es fundamental decidir aplicar medidas de apoyo crediticio a las pymes generando un choque de confianza a los sectores más postergados, porque es necesario reconocer que la bonanza de la situación relativa de la economía nacional no se ha derramado hacia abajo sino que la glotonería de los capitalistas concentrados, muchos de ellos socios del gobierno en distintas etapas, acaparó todos los beneficios y derramó inequidad repitiendo situaciones hartamente sufridas en otros momentos históricos.
Para que esto sea realizable es imperativo contar con una fuerza política que exprese esta voluntad, paradójicamente mayoritaria, pero dispersa, en tanto la voluntad del gobierno de no allanarse a la presión de la derecha e incluso intentar algún contrataque en momentos difíciles como ocurrió con la derrota por la 125 y el resultado electoral de junio, es valorable, pero insuficiente.
Vemos improbable que solamente desde sus menguadas fuerzas surja la iniciativa totalizadora para coronar esta construcción históricamente imprescindible. Sólo una política mancomunada y confluyente de todos los sectores antimperialistas de fuera y dentro del gobierno, actuando en confluencia y unidad, pueden arribar con éxito a la superación de la actual crisis de carencia de una alternativa política de carácter popular y revolucionario.
Las mismas elecciones que hacen padecer al oficialismo dieron muestras de espacios pasibles de convertirse en bases de una recuperación política popular.
El pueblo argentino está vivo y ha dado innumerables muestras de capacidad de recuperación, ese pueblo debe convertirse en sujeto político, podemos decir que está en ese proceso, pero esto no sucederá mecánicamente, es decisiva una voluntad política de hacerlo.
El dilema es de hierro: o profundización de los cambios o restauración conservadora y represiva.
Por todo lo antedicho, lanzamos con fuerza militante una convocatoria a todos los espacios políticos, sociales y culturales que son protagonistas de resistencias y luchas por una sociedad mejor para realizar un esfuerzo de unidad, de amalgama, de alianzas con el objeto de sumar en un puño y en un proyecto las potencias innegables que se muestran hoy dispersas. En ella deben ser protagonistas las izquierdas, el peronismo nacional y popular, el progresismo, los intelectuales y artistas comprometidos, los movimientos sociales que comprenden que es necesario ir más allá de las reivindicaciones inmediatas. Es necesario confluir en un espacio claramente antimperialista, íntimamente vinculado con los destinos de los pueblos hermanos y sus organizaciones que ocupan gobiernos o que luchan en el llano. Esta construcción debe ser democrática, participativa, abierta y amplia en su pluralidad y profunda en sus objetivos. En su armado es fundamental el papel de la militancia que debe recuperar su valor en el campo de la lucha política interesadamente opacada por los gurúes mediáticos. Su programa deberá contemplar el pasaje de poder al pueblo erigiendo un poder popular que afirme la participación y le de irreversibilidad a los avances. Por nuestros jóvenes sin horizonte, por nuestros ancianos sin dignidad, para luchar efectivamente contra la inequidad social, mejorar decididamente la situación de millones de compatriotas hundidos en la miseria y la precaridad, urge realizar este esfuerzo patriótico.
El Partido Comunista pone su historia, su experiencia y su militancia para su construcción.