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viernes, 5 de junio de 2009

DESPEDIR AL PATRÓN

Por Naomí Klein
Fuente:
Miradas al Sur

En 2004, hicimos un documental llamado "La Toma" sobre el movimiento argentino de empresas dirigidas por los trabajadores. Después del dramático colapso económico del país en 2001, miles de trabajadores entraron a sus fábricas cerradas y las volvieron a hacer producir como cooperativas de trabajadores. Abandonados por jefes y políticos, recuperaron salarios e indemnizaciones no pagadas mientras recuperaban sus puestos de trabajo al hacerlo. Cuando viajamos por Europa y Norteamérica con la película, cada sesión de preguntas y respuestas terminaba con la pregunta: "Todo eso está muy bien en Argentina, ¿pero podría llegar a suceder aquí?".

Bueno, ahora que la economía mundial se parece en mucho a la de Argentina en 2001 (y por muchas de las mismas razones), hay una nueva ola de acción directa entre los trabajadores de los países ricos. Las cooperativas vuelven a emerger como una alternativa práctica contra más despidos. Trabajadores en Estados Unidos y Europa comienzan a formular las mismas preguntas que sus homólogos latinoamericanos: ¿Por qué tuvimos que ser despedidos? ¿Por qué no podemos despedir al jefe? ¿Por qué se permite que el banco hunda a nuestra compañía mientras recibe miles de millones de dólares de nuestro dinero?

Lo que sigue es un breve resumen de recientes acontecimientos en el mundo del control por los trabajadores:

-En la fábrica de chocolates Arrufat, ahora gestionada por sus empleados, con un préstamo de menos de 5.000 dólares de The Working World -una ONG de fondo financiero iniciada por un admirador de. La Toma-, los trabajadores pudieron producir 17.000 huevos de Pascua para su mayor fin de semana del año. Ganaron 75.000 dólares, se llevaron 1.000 dólares a casa cada uno y ahorraron el resto para la producción futura.

Visteon es un fabricante de autopartes en el Reino Unido que fue descartado por Ford en el año 2000. Cientos de trabajadores recibieron un aviso de seis minutos de que perderían sus puestos de trabajo. 200 trabajadores en Belfast hicieron una sentada sobre el techo de su fábrica, otros 200 siguieron su ejemplo el día después.

Durante las siguientes semanas, Visteon aumentó su paquete de indemnización hasta 10 veces su oferta inicial, pero la compañía se niega a colocar el dinero en las cuentas bancarias de los trabajadores hasta que abandonen las plantas, y éstos se niegan a irse hasta que vean el dinero.

- Una fábrica en la que los trabajadores hacen el legendario cristal de Waterford, en Irlanda, fue ocupada durante siete semanas este año cuando la compañía madre, Waterford Wedgewood, se declaró en bancarrota después de ser adquirida por una firma privada de inversiones de Estados Unidos. La compañía estadounidense ha puesto ahora 10 millones de euros en un fondo de indemnización, y se realizan negociaciones para conservar algunos de los puestos de trabajo.
Con el colapso de los tres grandes de la industria automotriz estadounidense, ha habido hasta ahora cuatro ocupaciones de plantas por parte de los trabajadores canadienses de autopartes durante este año. En cada caso, las fábricas estaban cerrando y los trabajadores no recibían la compensación que se les debía. Ocuparon las fábricas para impedir que se sacaran las máquinas, y lo utilizaron como medio de presión para obligar a las compañías a que volvieran a la mesa de negociaciones, precisamente la misma dinámica que en las tomas por los trabajadores argentinos.
En Francia ha habido una nueva ola de "secuestros de jefes" durante este año, en los que empleados enfurecidos han detenido a sus jefes en fábricas que enfrentaban el cierre. Las compañías en cuestión hasta ahora incluyen a Caterpillar, 3M, Sony y Hewlett Packard. Al ejecutivo de 3M le llevaron una comida de mejillones y papas fritas durante su dura experiencia de una noche.

Un funcionario sindical francés dijo en marzo: "Los que siembran la miseria cosechan la furia. La violencia la cometen los que recortan puestos de trabajo, no los que los defienden".
Y esta semana, mil trabajadores siderúrgicos perturbaron la reunión anual de accionistas de ArcelorMittal, la mayor compañía siderúrgica del mundo. Invadieron la central de la compañía en Luxemburgo, rompieron puertas, quebraron ventanas y enfrentaron a la policía.

Y luego tenemos la famosa historia de Republic Windows and Doors de Estados Unidos: 260 trabajadores ocuparon su planta durante seis días que estremecieron al mundo en Chicago, en diciembre pasado. Con una habilidosa campaña contra el mayor acreedor de la compañía, Bank of America ("¡a ustedes los rescataron, a nosotros nos vendieron!"), y una masiva solidaridad internacional, obtuvieron las indemnizaciones que les debían. Y además la planta vuelve a abrir bajo nuevos dueños, produciendo ventanas de ahorro de energía, y todos los trabajadores han sido vueltos a contratar con sus antiguos salarios.

Y esta semana, Chicago lo convierte en una tendencia. Hartmarx es una compañía de 122 años de antigüedad que hace trajes de negocios, incluso el de color azul marino que Barack Obama se puso la noche de la elección y el smoking y sobretodo que se puso durante su acto de toma de posesión. La empresa está en bancarrota. Su mayor acreedor es Wells Fargo, receptor de un rescate de 25.000 millones de dólares de fondos públicos. Aunque hay dos ofertas para comprar la compañía y mantenerla en operación, Wells Fargo quiere liquidarla. El lunes, 650 trabajadores votaron por la ocupación de su fábrica en Chicago si el banco sigue adelante con la liquidación.