“TIENE QUE APARECER”
* Por Sergio Maldonado,
hermano de Santiago, desaparecido en democracia.
Hace
casi una semana, tras la represión a los manifestantes en la comunidad
Lof de Cushamen, la vida de toda mi familia cambió por completo: no
vivimos, no podemos, no tenemos noticias de mi hermano, ni respuestas de
las Fuerzas que apaleaban, disparaban y arrastraban todo lo que tenían
enfrente, mujeres, niños... Y Santiago.
De
visita en Chubut, se había quedado a dormir en el acampe para expresar
su apoyo a los mapuches, que estaban exigiendo la liberación de su
dirigente Facundo Jones Huala, preso político. Pero no, rectificando
algo que muchos medios informaron, mi hermano no forma parte de ninguna
agrupación de pueblos originarios, aunque siempre se muestre dispuesto a
colaborar con distintas causas, frente a la ausencia del Estado. O sus
abruptas irrupciones. Pues el martes, cuando la Gendarmería Nacional
detonó un desalojo violento, muchas familias se resguardaron detrás de
unos sauces, al costado del río que cruza los Andes. Allí, algunos
intentaron salvarse de las balas, cruzando ese caudal de agua, entre la
dificultad de las ramas. Santi no cruzó. Y el rastrillaje de la
Prefectura ya lo confirmó.
Los gendarmes lo rodearon, lo golpearon y lo subieron a una camioneta.
No sabemos nada más.
El
viernes presentamos un hábeas corpus en Bariloche, Esquel y El Bolsón.
Recién entonces, el juez Otranto empezó la búsqueda, después de 84 horas
sin hacer nada de nada. Y sí, se pueden lavar las manos diciendo que no
se lo han llevado, pero la Gendarmería será responsable de lo que haya
pasado. Santiago no se perdió, ni se esfumó por arte de magia. No se
trata de una persona extraviada. Se trata de una desaparición forzada.
Pero no vamos a esperarlo de brazos cruzados. Mañana, desde todos los
rincones del país, marcharemos para exigir que nos digan dónde está,
mientras lo buscamos nosotros mismos, sin descansar ni un minuto. Sólo
para eso escribo estas líneas, para pedirles con este grito desesperado
que, por favor, nos acompañen en cada ruta, en cada plaza, en cada
avenida: tiene que aparecer mi hermano.
Y tiene que aparecer con vida.