12 de junio
2016
REENVIAMOS DOS DOCUMENTOS
CONSECUTIVOS:
CARTA ABIERTA SOBRE
LAS NUEVAS BIOTECNOLOGÍAS (UCCSNAL)
Y
Detengamos la bomba
genética
(etc
Group)
CARTA
ABIERTA SOBRE LAS NUEVAS BIOTECNOLOGÍAS
UNIÓN DE CIENTÍFICOS
COMPROMETIDOS CON LA
SOCIEDAD
Y LA NATURALEZA DE AMÉRICA
LATINA
En homenaje a Andrés
Carrasco
Desde hace algunos meses se ha iniciado con
mucha fuerza una campaña publicitaria para promover un grupo de nuevas
biotecnologías (como la edición de genes, la biología sintética, CRISPR-Cas, el
uso de micro ARN, la manipulación de la expresión genética a través de la
intervención en los complejos procesos involucrados en epigénetica, por
mencionar algunos ejemplos), presentándolas como “superadoras” de la
transgénesis. Tal como ocurrió hace dos décadas, cuando los promotores de los
transgénicos nos presentaron un largo menú de promesas que nunca llegaron a
cumplirse, los mismos sectores que desde entonces vienen defendiendo los
transgénicos, hoy nos dicen que estas nuevas biotecnologías “superadoras” son
mucho más precisas, seguras y eficientes; que con apenas un “rasguño” se puede
obtener resultados extraordinarios. Ellas, se dice, podrían ser la respuesta a
la cura de diversas enfermedades, al incremento en la producción agrícola; se
eliminaría el uso de plaguicidas, se podría desarrollar nuevos combustibles que,
por un lado no se agoten y por otro, ayuden a enfrentar el cambio climático.
Todas estas promesas son las mismas que hace 20 años acompañaron el lanzamiento
de los cultivos transgénicos y todas demostraron a lo largo de estas décadas su
falsedad.
Contrariamente a lo anunciado, con la
introducción de los transgénicos en la agricultura industrial, se fortaleció el
poder corporativo en el sistema agroalimentario, se dio una rápida expansión de
monocultivos de soja, maíz y algodón y canola (que fueron los únicos cultivos
biotecnológicos que tuvieron un éxito comercial) y que, además de desplazar
cultivos alimenticios, profundizaron los impactos provocados por la revolución
verde: la emergencia de súper malezas, súper plagas y nuevas enfermedades, el
incremento del uso de agrotóxicos, se intensificó el poder monopólico sobre las
semillas a través de la imposición de derechos de propiedad intelectual y otros
mecanismos legales, la aceleración del proceso de acaparamiento de la tierras,
la ultra-tecnificación del agro, lo que devino en un masivo abandono del campo,
porque el resultado final ha sido la instauración de un modelo agrícola sin
agricultores.
Estas nuevas biotecnologías aplicadas al mundo
rural, no harán sino acentuar esta tendencia ya que todas ellas están concebidas
para ser aplicadas en modelos de monocultivos industriales.
Cuestionamos la seguridad de esta tecnología,
que juega con la manipulación genética a pesar del gran desconocimiento que
existe sobre su funcionamiento, y sobre los efectos que su aplicación podrían
desencadenar a nivel celular, del organismo de la salud humana y del ambiente.
No pedimos para estas tecnologías la aplicación de normas de bioseguridad ni el
desarrollo de estrictas evaluaciones de riesgo, sino la suspensión de toda la
experimentación en este campo. Cuestionamos el exagerado rol que se da a “la
ciencia” y al sistema científico tecnológico en el proceso de toma de decisiones
relacionado con la adopción de estas nuevas tecnologías, pues sabemos que la
investigación científica encarna las mismas relaciones de poder que se dan en la
sociedad, y que las principales líneas de Investigación son decididas por
quienes las auspician y financian.
Desde la UCCSNAL proponemos un nuevos modelo de Ciencia
Digna que en un diálogo de saberes con los campesinos y campesinas del mundo que
han alimentado a la humanidad por miles de años y hoy lo siguen haciendo.
Hacemos nuestras las palabras de Andrés Carrasco en el documento que sirvió de
base para la creación de nuestra organización: “En este contexto existe la
necesidad urgente de establecer una red de científicos, con concepciones más
respetuosas de la complejidad y con capacidad de interpelar a las empresas y las
comunidades científicas que sostienen y promueven los OGM, denunciando las
limitaciones de la tecnociencia biotecnológica, discutiendo, refutando y
develando las falacias simplificadoras y reduccionistas que pretenden formar un
corpus “teórico-científico” de la tecnología de manipulación genética, con el
fin inconfeso de reemplazar la naturaleza a medida de las grandes corporaciones
y gobiernos y blindar los procesos de apropiación por despojo del territorio y
su gente a cualquier precio, incluso la muerte por exterminio".
Es hora que los agricultores y la sociedad
recuperen las iniciativas de la investigación científica basada en técnicas
agroecológicas, basadas en las fortalezas locales, que reviertan el acelerado
proceso de descampesinización; que los temas emergentes de salud sean tratados
desde un punto de vista integral abordando los procesos de determinación social
y ambiental que promueven la salud y los que generan la enfermedad. Es
impensable que los impactos y problemas sociales, ambientales y sanitarios que
han sido generados por la expansión acrítica de un modelo basado en la
tecnociencia de mercado, cuya principal motivación es la maximización de la
ganancia económica, puedan solucionarse o atenuarse, sumando las nuevas quimeras
de la revolución biotecnológica.
Nuestra contrapropuesta, es la agroecología que
prescinde del uso de pesticidas y fertilizantes derivados de la industria
química, son sustentables en el tiempo, hacen un manejo racional de recursos
naturales, brindando productos sanos y manteniendo o incrementando la fertilidad
de los suelos. Los informes de Olivier de Schutter, relator especial de las
Naciones Unidas para el derecho a la alimentación, y del IAASTD señalan sin
ambigüedades la alta capacidad productiva de la agricultura campesina y
ecológica. Al mismo tiempo, consideran que ésta permite un mejor acceso a los
alimentos, al apostar por una producción y comercialización local, con prácticas
que respetan, conservan y mantienen la naturaleza. En realidad, no solo la
agricultura campesina y ecológica puede alimentar al mundo sino que es la única
capaz de hacerlo. No se trata de un retorno romántico al pasado ni de una idea
bucólica del campo sino de hacer confluir los métodos campesinos de ayer con los
saberes del mañana y democratizar radicalmente el sistema agroalimentario.
Detengamos la bomba
genética
Comentarios del Grupo ETC al informe de
la Academia
Nacional de Ciencias de Estados Unidos sobre los conductores
genéticos
De casi 200 páginas, el informe de
investigación de la
Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos (NAS, por sus
siglas en inglés) “Gene Drives on the Horizon” (Los conductores genéticos en el
horizonte) es voluminoso pero superficial.
No trata los temas más urgentes
que plantea la controvertida tecnología de conductores genéticos a partir de
CRISPR-Cas9. Sus inventores la apodan “reacción mutagénica en
cadena”.
Los conductores genéticos guiados por ARN son
un poderosa técnica de biología sintética inventada apenas el año pasado. Están
diseñados para introducir a toda costa un rasgo genético a través de toda la
población de alguna especie, por lo que puede ocasionar la extinción de dicha
especie. Esta capacidad para manipular y rediseñar totalmente las poblaciones y
los ecosistemas plantea serias amenazas bélicas, a la biodiversidad y la
seguridad alimentaria, por lo cual este estudio de alto perfil se divulgó en un
tiempo récord.
Inexplicablemente, el informe no habla de los
problemas que surgirán a partir de la comercialización de dicha tecnología y
queda corto al referirse a las implicaciones militares y para la seguridad del
desarrollo de los conductores genéticos. Dado que la comercialización, la
seguridad alimentaria y la militarización se encuentran entre los temas más
explosivos que plantean estas técnicas, su escasa mención en el informe
científico resulta incomprensible. El estudio fue financiado por DARPA (una
agencia de investigación militar de Estados Unidos) y la Fundación Bill y
Melinda Gates (que financia temas de agricultura). Ambas instituciones están muy
involucradas en la investigación sobre conductores genéticos.
“Los
historiadores podrían considerar este desarrollo científico del 2015,
—los conductores genéticos— como el momento ‘nuclear’ de la biología. Así
como la primera reacción nuclear en cadena hace tres cuartos de siglo, la
“reacción mutagénica en cadena” muestra un potencial de destrucción de
amplio espectro con ramificaciones geopolíticas muy significativas”, explica
Jim Thomas, Director de Programas del Grupo ETC. “Actualmente hay un puñado de pioneros que
desarrollan conductores genéticos, que argumentan que su nueva herramienta
podría eliminar la malaria o salvar aves en peligro de extinción, sin embargo es
claro para todo mundo que las promesas que hacen los que tienen sus propios
intereses en la tecnología no son de confiar; esta técnica implica riesgos
enormes.”
Militarización: Hay diversos escenarios para
que los conductores genéticos se conviertan en armas: por ejemplo, si se
re-diseñan insectos, si interactúan con el microbioma humano o si se hacen con
la intención explícita de suprimir cosechas o a los polinizadores. Sus efectos
colaterales no esperados también pueden acarrear graves consecuencias. Esto
significa que la tecnología de conductores genéticos puede terminar muy
rápidamente bajo el control de los actores militares más poderosos del mundo,
cuyas decisiones sobre el manejo de los conductores genéticos, su uso y
despliegue serán determinados por sus preocupaciones geopolíticas y de su
seguridad (así como por intereses comerciales).
Es muy significativo el hecho de que la mitad
del financiamiento para este estudio viniera de una agencia de defensa de
Estados Unidos, DARPA (Agencia de proyectos de investigación avanzados de
defensa) quienes han declarado que “van por todo” en la investigación y
desarrollo de conductores genéticos y organismos sintéticos “robustos”. Sin
embargo, es sorprendente que este informe (que sí toca el tema de la gobernanza)
no menciona en absoluto los instrumentos de acuerdo internacional más relevantes
del mundo para estos asuntos y que deben responder a las amenazas a la seguridad
y a la paz que los conductores genéticos implican: uno es el Tratado ENMOD,
sobre la prohibición de utilizar técnicas para modificación el ambiente con
fines militares u hostiles, que se negoció precisamente para tratar el tipo de
modificaciones ambientales de amplio espectro que los conductores genéticos
podrían desatar. Si bien no ha habido reuniones de ENMOD en los últimos años,
una conferencia podría convocarse fácilmente; otro es la Convención sobre Armas
Biológicas, también de Naciones Unidas, que ya comenzó a discutir sobre los
conductores genéticos en su reunión más reciente en Ginebra, en diciembre
pasado.
¿Y en agricultura?: El informe no reconoce para
nada los fuertes intereses comerciales que pueden llevar a aplicar conductores
genéticos en agricultura, sin que a las trasnacionales les importen las
regulaciones que demandan precaución. La (escasa) discusión pública sobre
conductores genéticos se ha enfocado en especulaciones sobre su utilidad para
cuestiones de salud y conservación, pero son las aplicaciones en agricultura las
que podrían dominar el terreno en vista de los intereses comerciales de las
gigantescas empresas de agronegocios. El informe de NAS consideró solo un
estudio de caso para cuestiones agrícolas (el caso número 6) sobre
el Amaranthus palmeri (un tipo de amaranto) que proponen manipular
para hacerlo más vulnerable al glifosato, pero no debate cómo tal aplicación
podría fortalecer los monopolios agrícolas (como el de Monsanto). Tampoco toman
en cuenta cómo los conductores genéticos pueden transformar la agricultura y los
sistemas de producción de alimentos e impactar sobre los derechos de los
agricultores y la soberanía alimentaria. El informe dice, sin embargo, que si
el Amaranthus palmeri en América del Norte fuera suprimido mediante
conductores genéticos, podría terminar reduciendo las cosechas de la variedad de
amaranto que se consume en América del Sur y que es una fuente de alimento
importante. La falta de consideración sobre las implicaciones para la seguridad
alimentaria es un vacío particularmente problemático, a la luz de los reclamos
de derechos de patente sobre conductores genéticos en la solicitud número
WO2015105928, ya publicada. Esta solicitud es de la Universidad de Harvard
e incluye una larga lista de más de 50 hierbas invasoras y 200 herbicidas contra
las que la tecnología podría utilizarse, sugiriendo, de facto, un negocio para
las transnacionales de agrotóxicos más grandes del planeta, que podrían negociar
una licencia para el uso de esta tecnología, lo cual extendería la vida útil de
sus productos, sean semillas transgénicas o agroquímicos.
“El
Grupo ETC sabe, a partir de investigaciones propias, que tanto Monsanto como
Syngenta siguen de cerca el desarrollo de esta tecnología”, explica Neth
Daño, directora de Asia para el Grupo ETC. “Ni Harvard ni ninguna otra entidad privada
deberían tener el poder para concesionar el uso de la tecnología de conductores
genéticos a los gigantes de los agronegocios ni a ninguna otra
entidad.”
Dado el poder y las implicaciones de esas
técnicas, el Grupo ETC propone que todas las cuestiones de propiedad intelectual
en torno a los conductores genéticos sean dirimidas en un organismo neutral
internacional bajo la gobernanza multilateral de Naciones Unidas. Esto, de forma
paralela a los pasos que los gobiernos dieron para controlar la propiedad
intelectual de las tecnologías nucleares hace setenta y cinco años. El tema de
los conductores genéticos también debe asumirlo urgentemente el Comité de
Naciones Unidas sobre Seguridad Alimentaria Mundial, cuando se reúna en Roma
este octubre.
Gobernanza global de la biodiversidad: Algo que la NAS hizo correctamente en el
informe es referirse a las implicaciones que tienen los conductores genéticos
para la gobernanza de la biodiversidad, estableciendo en varias puntos del
informe que “un conductor genético no reconoce fronteras políticas”. El comité
redactor identifica correctamente al Convenio sobre Diversidad Biológica (CDB) y
sus protocolos como uno de los organismos internacionales clave que deben
discutir la gobernanza de los conductores genéticos (los que no menciona son
ENMOD, la
Convención sobre Armas Biológicas y el Comité sobre Seguridad
Alimentaria Mundial).
El Grupo ETC considera que debe establecerse
rápidamente en el CDB una fuerte regulación internacional sobre la investigación
de los conductores genéticos, comenzando con una moratoria global sobre la
liberación y uso comercial de los mismos, lo cual estaría en línea con las
recomendaciones clave del informe, en el sentido de que la evidencia para
permitir la liberación de los conductores genéticos en el ambiente es
insuficiente.
Los 194 países que son parte del CDB tomarán decisiones sobre cómo
supervisar y que formas de regulación u otras medidas son necesarias en relación
a la biología sintética en su 13ava Conferencia de las Partes (COP 13) en
Cancún, en Diciembre de 2016. (Los conductores genéticos son una de las
aplicaciones de la biología sintética, tema central en la agenda de
la COP13). El
propio grupo de expertos del CDB sobre biología sintética (Grupo de Expertos
Técnicos Ad Hoc sobre Biología Sintética, AHTEG de Biología Sintética) ya
planteó el tema de los conductores genéticos y debe profundizar al respecto. El
grupo de expertos en evaluación de riesgos del Protocolo de Cartagena (AHTEG
sobre Evaluación de Riesgos) también debe emprender la evaluación de los
conductores genéticos en la actual revisión que lleva a cabo sobre las técnicas
de la biología sintética.
En Grupo ETC tenemos comentarios más detallados
sobre las 200 páginas del reporte de la Academia Nacional
de Ciencias que podemos compartir con los comunicadores interesados.
Mayor información:
Silvia Ribeiro, Directora para América
Latina, Grupo ETC (Ciudad de México)
Jim Thomas, Director de Programas, ETC
Group (Montreal, Canadá)
Pat Mooney, Director General, ETC Group
(Ottawa, Canadá)
Neth Daño, Directora para Asia, ETC
Group