Bien a la derecha: Gori y Gotta a favor de Roca.
El Bolsón (ANPP).- Tras cuatro largas horas de espera en el Concejo Deliberante de El Bolsón, vecinos e integrantes de comunidades mapuches que guardaban “una ilusión”, fueron testigos del amargo desenlace del proyecto de cambio de nombre de la calle Roca por el del lonko Casimiro Huenelaf, fallecido el año pasado.Es que de los seis ediles presentes, Cecilia Gori (UCR) y Miguel Gotta (PPR) se han abstenido en la votación, malogrando así el proyecto que hubiera significado una reparación histórica.
La jornada empezó a las 10, cuando empezaron a congregarse comunidades originarias, vecinos y periodistas, en momentos en que estaban presentes los concejales Chiche Caro y Teresa Hube (Pays), Paola Sanna (Frente Grande), Raúl García (PJ) y Miguel Gotta (PPR), en tanto que los dos representante radicales (Gori y Héctor Boock) estaban ausentes.
Chicos de la escuela 150 de Los Repollos, muchos de ellos pertenecientes a la comunidad Las Huaytekas, dieron en mano cartas a los funcionarios en apoyo a la propuesta de cambio de nombre.
En tanto, un afiche con la estampa de Casimiro Huenelaf sobre el fondo de la bandera mapuche, elaborado por chicos de la escuela 103 de Mallín Ahogado, fue colgado dentro del recinto.
El tratamiento
Recién pasadas las 11 se empezó a tratar el tema, y en primer término habló en representación del pueblo mapuche Arturo Carranza, ocupando la banca del pueblo.
“Hay un sentimiento que no está sujeto a opinión –explicó-, y es lo que hemos sufrido por parte del estado y de Julio Roca: el exterminio de parte de nuestro pueblo.”
Relató el caso de la abuela Carmen Calchupan, de 108 años de edad, quien hoy recuerda que fue torturada para que no hable su lengua y para que no reconozca su cultura.
Carranza alegó que la figura de Roca desmerece al pueblo mapuche, pues “70 mil personas” fueron asesinadas por orden del general genocida.
“Tenemos la ilusión –expresaba algo emocionado- de que hoy se haga una reparación histórica. No podemos tener el nombre de un genocida en una calle.”
Sin embargo, poco valieron las palabras para sensibilizar a algunos de los ediles y así empezaron los rodeos.
La concejala Sanna pidió un intervalo para leer las notas referidas a este proyecto que habían llegado al despacho del Concejo Deliberante.
Enviaron textos de apoyo Coopetel, la Fundación Cooperar, la comunidad Nehuenche (Mallín Ahogado), el Consejo de Comunidades Indígenas de Río Negro, el Colegio de Arquitectos, la APDH, el Cidep (Mallín Ahogado) y las escuelas rurales 103 y 150, además de un petitorio con alrededor de 600 firmas
Cuando a las 12 se retomaba la sesión, la edil de la UCR Cecilia Gori llegaba a recinto.
El concejal de derecha Miguel Gotta sugirió que la decisión se delegue a una consulta popular durante las elecciones de 2011, en tanto que la representante del Frente Grande hacía un pedido similar al solicitar “tiempo para estudiar el tema”.
Raúl García replicó entonces que los debates sobre el cambio de nombre de la calle Roca llevan ya, por lo menos, tres años y que por tal motivo no pueden seguir postergándose.
“Hay una deuda del estado de revisar nuestra historia y la figura de Roca”, concluyó García.
En la misma línea, Chiche Caro, concejal por el vecinalista Pays, subrayó que era “tiempo de votar” y de que “cada uno muestre en qué posición está”.
Caretas que se caen
Seguidamente, la radical Gori pidió la palabra y adhirió a la postura de Miguel Gotta de posponer la decisión y que esa determinación surja de una consulta.
Varios de los presentes entendieron, indignados, que la concejala, más allá de su desarticulado y extenso discurso, no hacía otra cosa que esconder su verdadera posición: mantener el nombre de Roca.
Esto causó la reacción de un vecino, que verbalizó lo que muchos de los presentes pensaba: “La concejal Gori es una racista”.
Luego de una lamentable teatralización de Cecilia Gori, se pasó a un nuevo cuarto intermedio. Eran ya las 13.30.
Retomada la discusión se pasó a votar: Caro, Hube, García y Sanna (convencida a último momento) dieron su aprobación al proyecto; Gori y Gotta, sin entereza ideológica para defender sus verdaderas convicciones, se abstuvieron.
Ambos ediles habían hecho pública su postura a favor del asesino de masas Julio Roca, sobre todo Gori, quien insiste en que hay que mirar aquella masacre “con lo ojos de la época”.
El resultado, pese a la mayoría, no alcanzó para transformar el proyecto en ordenanza, pues hubo 4 votos a favor sobre 7 bancas en total y se necesitaban 2/3 de los votos.
Más allá de la tristeza de comprobar que persiste aún el pensamiento retrógrado y fascista en la clase política, la gente que se congregó a apoyar el cambio de nombre de la calle se llevó al menos la satisfacción de obligar a Gori y Gotta (y al ausente Boock) a quitarse las máscaras frente a una sociedad en transformación.
Las comunidades mapuches, como adelantara la concejala Hube, continuarán asimismo trabajando para que algún día el nombre del máximo asesino de la Patagonia sea erradicado del espacio público de El Bolsón.