(AW)
“El dolor nos enseñó la rebeldía”
Luego del fallo que condenó al ex general Omar Riveros a perpetua y a otros responsables del crimen de su hijo a distintas penas, los padres del Negrito Avellaneda recorren 33 años de periplo incesante y claman por justicia “para todos los compañeros desaparecidos por la dictadura militar”. También habla el abogado coordinador de la querella Jorge Brioso sobre El conflicto y la impunidad.
Doce mil ciento sesenta y cinco días de terca batalla fueron necesarios para que quienes secuestraron, desaparecieron, torturaron y asesinaron a Floreal Negrito Avellaneda el 15 de abril de 1976, cuando contaba 15 años y militaba en la Federación Juvenil Comunista, fueran condenados por la justicia argentina. Aquella noche también se llevaron a Iris, madre del Negrito y activista del PC, quien primero sobrevivió a los tormentos en «El Campito» y luego a las cárceles de Olmos y Villa Devoto, donde resistió dos años.
Entre las sombras, los techos y los balazos tupidos de aquella jornada logró evadir un cerco de tres manzanas militarizadas el padre del Negrito, también llamado Floreal, quien era el destinatario –en principio– de la cacería: «Me buscaban a mí, no imaginé que iban a llevárselos a ellos», dice el hombre que por aquel tiempo desempeñaba comprometidas tareas de organización obrera en la zona norte del Gran Buenos Aires. Al borde del llanto y señalando a su mujer, también afirma: «ella y el Negrito sabían dónde podía estar yo y muchas otras cosas del Partido, pero nunca dijeron nada».
El 12 de agosto, el Tribunal Oral Federal Nº 1 de San Martín calificó en su fallo a los sucesos como crímenes de lesa humanidad, aunque no los enmarcó en el delito de genocidio, tal como había reclamado la mayor parte los querellantes. El Tribunal sentenció al ex general Santiago Omar Riveros a cárcel perpetua, al ex general Fernando Verplaetsen a 25 años de prisión, y al ex general Osvaldo García a 18 años. Por su lado, los ex militares César Fragni y Raúl Harsich cumplirán 15 años de encierro y Alberto Aneto, el principal de la comisaría de Villa Martelli que fue reconocido como jefe de los operativos de secuestro y tortura en Campo de Mayo, residirá ocho años tras las rejas.
Si bien tardío, el fallo reviste gran relevancia, entre otros elementos porque Riveros fue uno de los conspicuos «teóricos» y más crueles ejecutores del genocidio: «Hicimos la guerra con la doctrina en la mano, con las órdenes escritas de los comandos superiores», supo decir en la Junta Interamericana de Defensa que integró bajo el mando estadounidense. Durante la dictadura fue comandante de Institutos Militares en Campo de Mayo, donde funcionaba el Hospital Militar en el que se realizaban partos clandestinos a mujeres secuestradas. Por esa causa, el condenado Riveros fue denunciado por Abuelas de Plaza de Mayo debido a su protagónica participación en el plan sistemático para apropiarse de los bebés nacidos en cautiverio o secuestrados junto con sus padres. Precisamente, pese a haber sido indultado por Carlos Menem, por esa razón cumplía un «arresto domiciliario» que ha llegado a su fin en dirección a una cárcel común.
–¿Qué significado tienen hoy estos 33 años?
–Floreal: Después de todo este tiempo de lucha constante, sentimos que tuvo sentido pelear así. Porque esta causa comenzó con un pedido de Habeas Corpus de un compañerazo abogado de la Liga Argentina por los Derechos del Hombre, que hoy no está entre nosotros, llamado Julio Viaggio, quien siguió la causa hasta su muerte. En un principio, cuando salio Iris en libertad, en 1978, nosotros nos pusimos inmediatamente a trabajar para ubicar al Negrito. Porque recién al salir ella se enteró que al Negrito lo habían asesinado. Antes obviamente nosotros no nos podíamos ver, y nadie le quería decir para que no se pusiera peor.
–¿De qué modo se comunicaban cuando Iris estuvo presa?
–Iris: A mí me llevan a Olmos después de estar 15 días en «El Campito», en el celular íbamos dos mujeres: Silvia Ingenieros, que era la nieta de José Ingenieros, y yo. Cuando llego a Olmos me recibe una médica, que cada dos horas me curaba, porque entré en un estado terrible, pesaba 40 kilos, con una mugre espantosa, una desnutrición bárbara y los ojos en sangre por la conjuntivitis. Y entonces con Floreal nos comunicábamos a través de mi cuñada o también con cartas esporádicas, pero yo en las cartas no le ponía nada porque era peligroso.
–Floreal: Es que yo me escribí con ella como tío, porque las cartas eran censuradas, y trataba que los sobres no fueran timbrados de la zona que los mandaba, trataba de enviarlos desde otro lado. Y le escribía como el «Tío Pedro». Fue una mínima forma de estar vinculados.
–¿Cómo vivieron el desarrollo del juicio?
–Iris: Bueno, por momentos no muy bien, hasta el fallo.
–¿Usted se sintió atacada?
–Iris: Sí, y manoseada por la jueza Lucila Larrandart, fue bastante mal educada. Porque permitirle a la defensora de Aneto (policía condenado) que me preguntara cada cuánto me torturaban y cosas por el estilo, eso fue una falta de respeto, una barbaridad y la ella no dijo nada. Hizo lo mismo con todos los testigos, a mi cuñada la tuvo a mal traer. Eso no es justo, porque después de 33 años de vivir lo que vivimos, merecemos cuanto menos un trato respetuoso
–Floreal: La jueza en un primer momento nos parecía buena, después nosotros consideramos que ha sido recta pero hasta cierto punto, pero ella no dejaba argumentar a los testigos ni tampoco permitía explicar cómo había sido la situación política. Porque decía que había que ajustarse pura y exclusivamente a lo que se refería al caso del Negrito. Lo mismo a los abogados, no les permitía argumentar nada. Al doctor Carlos Zamorano lo censuró en ocho oportunidades. Fue bastante jodida. También lo fueron los abogados de la defensa, una señora que era una provocadora, y otro, de apellido Palermo, que dijo una sarta de pavadas que no tienen ningún sentido. Y entonces pasamos malos momentos, hasta que salió el fallo. Mi hermana, que es una vieja luchadora, también se levantó y dijo que era una falta de respeto, como sucedió con la ex detenida desaparecida Adriana Calvo, quien se retiró asqueada. La jueza agredió moralmente a mucha gente.
–¿Pero sienten que se hizo justicia?
–Floreal: Sí, consideramos que este fallo fue un golpe terrible para estos hijos de una gran perra. Una porque el caso del Negrito es un caso emblemático, porque estaban comprobados todos los hechos, la aparición del cadáver, la forma en que lo fueron a buscar a casa. Y otra que este es el primer juicio que se le hace al Comando de Institutos Militares, a Campo de Mayo. Ahí se calcula que hubo más de 5.000 desaparecidos, eran los intocables, especialmente Riveros que fue el ideólogo... Que le dieran cadena perpetua y cárcel común está muy bien. Nosotros estamos en desacuerdo con la condena de Aneto, el policía al que le dieron 14 años. Sentimos que dentro de todo hemos ganado una lucha, no somos triunfalistas, buscábamos justicia. Hasta dos horas antes de que saliera el fallo, estábamos en dudas porque no creíamos que la jueza le diera esta condena, pensábamos que podían darle domiciliaria o menos años, pero fue cortante, por los años que le dio y cárcel común.
–Iris: Se hizo justicia. Pero hay muchos otros casos, hay todo un pueblo que reclama el justo castigo. Porque esto no fue un ataque a la familia Avellaneda, sino a decenas de miles de familias para imponer la injusticia a la mayoría del pueblo. Nosotros vamos a seguir junto a la Liga, Justicia ya, Ex Detenidos y todos los que nunca abandonamos. Yo misma le pedí al juez Araujo, de San Martín, que no se tomara el caso del Negrito solo, que se tomara como un conjunto, porque ahí había miles de causas. Y lo sacaron como un caso solo. Pero nada de lo que hagan va romper nuestra unidad con los otros luchadores.
–¿Cómo fueron sus padres, sus familias de origen?
–Floreal: Mis padres pelearon toda su vida, vinieron al principio de siglo en las migraciones que llegaron de Europa, eran españoles, los dos activaban, mi padre Juan Avellaneda, primero fue anarquista, y después, en el 29 se afilio al Partido Comunista. Después del golpe de Estado de Uriburu lo detuvieron y estuvo 36 meses preso en Devoto, con gente muy conocida en ese entonces: Álvaro Yunque, que era un baluarte, un ejemplo. También con Paulino González Alberdi que era un dirigente del PC. Y cuando ellos estuvieron presos hacían un periódico dentro de la cárcel, muy rudimentario, no lo hacían manuscrito sino con un lápiz verde que se usaba para después poder imprimir en gelatógrafo, que era como una gelatina a la que se ponía el papel y se imprimía como si fuera un rodillo.
Mi madre se llamaba Florinda Filgueira de Avellaneda y ella estuvo en la Federación Obrera de Ayuda a La Republica Española y fue una ferviente luchadora, era gallega, pero en su apariencia no tenía nada de gallega, porque era morocha de piel trigueña y tenía cabello oscuro. Y después de la Guerra Civil Española, (nosotros éramos chicos, en 1939 yo tenía 9 años), fuimos a buscar a la gente que fue de acá a pelear a España con las Brigadas Internacionales por la República. De la Argentina fueron muchos, alrededor de 500 personas. Y vinieron unos casados con mujeres españolas y a los argentinos los llevaron presos a la Isla de March, que está cerca de la Costanera Sur, al fondo, cerca de Puerto Piojo. Y mi madre, ya en ese entonces, estaba en La Liga Argentina por los Derechos del Hombre. En mi casa militaban todos y yo me afilié a la Fede a los 13 o 14 años.
–¿Y su familia Iris?
–Iris: Yo soy entrerriana, me vine de muy chica, me escapé de casa porque al fallecer mi papá, las relaciones con mi madre no eran buenas.
–¿Qué edad tenía?
–Iris: 11 años, vine a Buenos Aires con mi hermano. Estuve trabajando con él en restaurantes, él cantaba y yo tiraba la manga. Y trabajé en Philips, en el comedor atendiendo a la gente con los carritos, también lo hice como telefonista en distintos lugares.
–¿Y cómo se conocieron?
–Iris: Me lo presentó una chica.
–Floreal: Hace 51 años, después que nos conocimos estuvimos dos años en Rosario y ahí nació el Negrito. Yo quería fabricar repuestos, era mecánico, en el año 48 tuve taller y después me dediqué a trabajar en industrias. Y ahí, en esa etapa, se afilió Iris, que trabajó mucho con mi vieja en escuelas y empezó a militar en la Liga y el PC.
–¿Cuántos hijos tuvieron?
–Floreal: Cuatro en total, dos murieron: el primero a los tres meses y el Negrito ya sabemos. Tenemos uno que nació después de que salió Iris en libertad, nació en 1980, y una hija que era dos años menor que el Negrito.
–Iris: Yo recuerdo el parto del Negrito, un parto normal pero de muchas horas, y nació perfecto. Fue todo bien, hubo un poco de negligencia de los médicos que me tuvieron tanto rato. Floreal lo conoció después de varias horas porque cuando yo me descompuse él me llevó en la moto a tener familia, y la médica le dijo que no había apuro, que se quedara tranquilo. Así llegó el Negrito.
–¿Cómo fue su infancia?
–Iris: Muy alegre, fue un chico muy despierto, tenía temperamento era macanudo, muy amiguero, siempre andaba con amigos. Y era estudioso, terminó a los 12 años e ingresó a la escuela secundaria en ese tiempo, porque cumplía años en mayo. Sucedió que cuando estaba en jardín de infantes entró un año antes, porque se hizo un arreglo con la Escuela Nº 9, que está en Florida, lo hicieron pasar como que tenía 6 años porque estaba muy adelantado, por eso terminó 7º grado a los 12 años. Después ingresó a la escuela industrial.
–Floreal: Le gustaba la mecánica, siempre practicó deportes. Hacía paralelas, barras, natación, tiene una gran cantidad de medallas ganadas. Iba en Olivos a un club municipal que estaba detrás del cementerio, y también al club en Munro que le decían «La vecinal», que había sido una sociedad de fomento. Ahí hacía natación y después iba siempre a Libertador y Republiquetas, donde había una pileta climatizada. El Negrito tenía ya una cultura política en casa, y por eso lo llevaron a pesar de su corta edad. Era pura energía, acción y compromiso. Él ingresó a la Fede a los 13 años.
–¿Y cómo recibieron esa decisión?
–Iris: Bien, muy bien, él estaba con nosotros, en casa activaba todo el mundo, en Munro parecía el comité, porque en casa se juntaban una cantidad de chicos de la Fede y el veía toda la actividad y siempre iba con los chicos y salía con ellos. Él tallaba y grababa clichés y con eso imprimía y hacía la cara de Allende o del Che, le gustaba mucho hacer trabajos manuales.
–Iris: También le gustaban las pistas de escalectrix. Lo hacía todo él.
–Floreal: Él quería ser mecánico en aviación y por eso ingresó a la Escuela de Mecánica de la Armada. Tenía tercer año, no daba la edad, tenía 15 años pero lo incorporaron igual. Primero lo usaron terriblemente en competencias de natación, pero después tuvo una cantidad de problemas. Una vez nosotros nos fuimos de vacaciones y cuando volvimos y lo fuimos a ver, un alférez nos dijo que estaba internado en Río Santiago; y le preguntó: «¿qué problema tiene?», me dice «no es nada, de tanto estar en el agua se le produjo una otitis». Cuando vamos a verlo, el Negrito estaba desesperado. Y nos dice, textuales palabras: «Estos son unos hijos de puta, acá están haciendo instrucción la infantería de marina, no tienen respeto por nadie, basurean a todo el mundo y no tienen derecho». Entonces el Negrito ya estaba mal, un sargento primero lo insultó y él le dijo que se sacara las tiras y si era hombre que se agarraran a trompadas. Entonces le dieron de baja porque, dijeron, no tenía aptitudes militares.
–¿Qué cambió y permanece igual en ustedes luego de este largo periplo en busca de justicia?
–Floreal: Los sistemas políticos por lógica han cambiado, pero nosotros somos revolucionarios e ideológicamente seguimos con las mismas convicciones. Tenemos que mirar lo que está pasando en otros países de América latina, tenemos que tratar de formar un frente de gente progresista que le dé una salida política al país. Hay que dejar el sectarismo de lado, trabajar en conjunto todos los sectores populares y llegar a un frente. Y así tener una alternativa para que haya un pueblo feliz y en justicia. Tenemos que combatir a todos los sectores neoliberales que han destruido nuestro país. Los vemos ahora mismo con el campo, con toda la oligarquía terrateniente, que elogia a Martínez de Hoz, ya sabemos la trayectoria que tuvieron, ellos fueron los que hambrearon a los pueblos, con una política podrida que han empleado toda su vida.
–Iris: Para mí nada ha cambiado, al contrario con más fuerza todavía seguimos la lucha por la unidad, por un frente que debe coincidir en lo fundamental. El terrorismo de Estado no preguntó quiénes éramos. A todos los sectores que hicieron algo por vivir en un país mejor, a todos nos hicieron pelota, y fue para imponer un sistema de privilegios: ese es nuestro enemigo común. Porque lo que hicieron con el Negrito y los 30.000 no puede ser en vano. Creo que los chicos que lo llevan como bandera a él, a cualquier compañero revolucionario desaparecido, están tomando conciencia de todo lo que nos falta por hacer. Tardaremos más o tardaremos menos, pero hacia allá vamos. Pasamos por el peor dolor que pueden pasar los padres, pero también recibimos solidaridad, abrazos y manos tendidas de miles de compañeros durante estos años. Marchamos en miles de movilizaciones cuando muchos pensaban que Riveros y tantos otros nunca iban a ser condenados. Si hay algo que nos enseñó esa solidaridad es la lucha. Si algo nos enseñó el dolor fue la rebeldía. Somos los padres del Negrito y valoramos la victoria después de una larga pelea. Pero no seríamos los padres del Negrito si no exigiéramos justicia para todos los hijos.
Oscar Castelnovo