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lunes, 21 de octubre de 2019

EDITORIAL: SALVAJES NOSOTRES

 ...¿Existe un capitalismo bueno? ¿Fuera de la máquina que engulle devora?? ¿Moderado tal vez? ¿Amigable? Inocente jamás... Algunos países de Latinoamérica, como Argentina, Chile por dar ejemplos, aspiran a vivir como en Europa. Allá, "todo funciona", "es más limpio", "ordenado"... Se admiran esas culturas, el funcionamiento de su política, de su educación, leyes, proteccionismo, y nos parece que un sistema capitalista, democrático, responsable y justo puede existir. Sin embargo, se trata de paises y poblaciones que, si sufrieron saqueos, esclavitud, guerras y opresión, han reproducido eso mismo y peor con otros pueblos: América, África, India, por nombrar algunos. Y con su riqueza fueron y siguen siendo sostenedores de esos niveles de vida de países "desarrollados". Bajo palabras en apariencia amorosas positivas y contructivas, hasta "buenas" - como "descubrimiento", "evangelización", "civilización"-, han invadido, saqueado, torturado y aniquilado ciudades, culturas, personas, naturaleza. A niveles estrafalarios nos han robado, e impuesto leyes que aún hoy sostienen ese saqueo. El capitalismo no es salvaje, simplemente es asesino en su origen. Salvajes nosotres, nuestros pueblos originarios, que ponen el cuerpo y protegen. Observemos Ecuador, les originaries, que fueron 20.000 desde el campo a la ciudad, lograron revertir en 8 días, lo que nosotros venimos soportando hace casi 4 años. Para el capitalismo la vida es un producto, tenemos un precio, "vos valés tanto porciento de este Pbi", ¿y el buen vivir? ¿La existencia para el disfrute?
La imposición de modos productivistas e individualistas han dejado, y aún dejan, por fuera a la mayoría de la población. Crean estándares de bienestar y "desarrollo" según los cuales lo distinto no sólo no tiene lugar sino que debe ser excluido, marginado, aleccionado, incluso aniquilado; al menos invisibilizado. Algunos feminismos, las resistencias e insurgencias de pueblos originarios, las prácticas de soberanía alimentaria, entre otros movimientos sociales, cuestionan e interpelan a estas violencias impuestas por el capitalismo, siempre de la mano de instituciones religiosas y militares. Agruparnos e inventar estrategias singulares y colectivas que propogan otros modos de relacionarnos, de pensar y habitar nuestros territorios se torna, entonces, fundamental. Si de diversidad, respeto y autonomía hablamos, estas podrían ser algunas claves que nos acerquen. Se va a caer, el patriarcado y en un último respiro se llevara con él a su hijo el capitalismo.