FIJANDO UNA AGENDA POPULAR Y DE CONSTRUCCIÓN
Nos vienen llevando de las narices. Así a veces se siente. Lo hacen de la manera más brutal, asesinando, cerrando, despidiendo, recortando, cercenando derechos, censurando la expresión, reprimiendo, asustando, prohibiendo, castigando... El conductismo de la derecha. Nos muestran con castigos dolorosos al campo popular, qué ya no estará permitido.
Lo hacen diciendo lo contrario, pero aplicando en los hechos una
línea feroz que traza una raya de la cual no se puede pasar. Y ahí
estamos nosotros también a veces, mirando la raya, como con cierto grado
de desconcierto, medio atónitos, medio embroncados,
medio adormecidos. Es que nos están queriendo decir qué es lo que
tenemos que pensar. Hacia dónde tenemos que mirar y de qué tenemos que
hablar.
Y en este punto, y esas veces, ya hemos caído en la trampa, porque
quienes se resisten al adormecimiento, creemos despertar al mostrar otra
cara de lo que nos muestran. Una mirada "alternativa" a la que nos
muestra el poder hegemónico. Pero esa mirada
sigue apuntada a un destruir, a un criticar, a un re analizar lo que el
enemigo nos pone como tema. Eso es fijarnos la agenda. Eso es
definirnos el universo de análisis y pensamientos posibles. O
permitidos, mejor dicho.
En ese momento hay que salir, sacar la cabeza del tacho y mirar al
amplio espectro de las conquistas populares de todos los tiempos, las
que se sostienen día a día, simplemente para saber que es posible pensar
otras formas. Recordándonos que frente a esa
raya que nos traza el enemigo, podemos dar la espalda porque caminamos
juntos hacia otra dirección. Una que conocemos y que por momentos
olvidamos, por las urgencias que nos surgen del contexto, una que
deseamos. Una real, como encontrarnos en sindicatos,
clubes, organizaciones. Encontrarnos y organizarnos... ¿que para qué?
Para lo que sea. Dicen los que luchan hace años contra el plan Colombia,
que hay que generar organización. Que con no votar no alcanza. Que hay
que salir a crear esas realidades que imaginamos
y queremos. Que hay que juntarse, construir experiencias y material
teórico. Diremos que somos capaces de hacerlo, porque solemos hacerlo en
nuestros trabajos, del cual suelen sacar provecho el enemigo, pero
también lo hacemos para nosotros, ¿por qué no lo
haríamos para lo que más queremos? Diremos también que hay que desear
la revolución, para que esta exista en nuestras cabezas. Que hay que
imaginar al campo popular ocupando los lugares de definición de rumbos, e
incluso imaginar los rumbos. Diremos, que cuando
estas cosas empiezan a pasar, es el campo popular quien está fijando su
propia agenda. Y diremos también que cuando esto ocurre, ese futuro se
transforma en presente, y la esperanza ya no está lejana e inalcanzable,
sino que se confunde con la realidad. Diremos
que es necesario que el arte tome un lugar importante, porque dicen que
es importante poder expresar tanto sentir comprimido y
desoprimiéndose. Diremos que las sonrisas recuperan su lugar al frente
de nuestros seres, y que ahí sí que no hay balas que maten
a la primavera que florece en cada cual.
Diremos que como el bostezo, la risa o la esperanza, la revolución también es contagiosa.