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lunes, 21 de agosto de 2017

EDITORIAL:"20 DÍAS SIN SANTIAGO. UN GOBIERNO TIENE QUE CAER POR SUS ABUSOS"

El Bolsón (RLN).- Compartimos la Editorial de nuestra agrupación de esta semana:




20 DÍAS SIN SANTIAGO. UN GOBIERNO TIENE QUE CAER POR SUS ABUSOS


La desaparición forzada de Santiago no es una casualidad. No fue un abuso personal de un gendarme descarriado. La desaparición de Santiago es la combinación de varios hechos encadenados. Un abuso personal termina con la condena de sus propios compañeros de fuerza; quienes no debieran avalar ni por ley, ni por ética un asesinato, un exceso en la  represión, o un ensañamiento personal. Pero la desaparición de Santiago necesita mucho más que eso. Necesita un jefe de escuadrón ordenando “tapar” la subida de un cuerpo a un vehículo, la orden de “desaparecerlo”,  y el encubrimiento de este funcionario del Estado Argentino, como mínimo. Porque podría ser también la orden de tirar, de matar o de “cazar” a alguien. Pero supongamos que a alguno de ellos “se les fue la mano”, igualmente requiere de una estructura (que es del Estado Argentino) siendo cómplice de una desaparición forzada y posible asesinato. También requiere de un gobierno nacional y sus funcionarios siendo cómplices, porque de otra manera, se pone patitas en la cárcel al jefe que no averigüe qué fue lo que allí pasó. Y en todo caso, jamás se dirían frases tan desafortunadas como que no se “tirará a un gendarme por la ventana por la presión de los medios”, cuando de lo que se está hablando es de una desaparición forzada en un gobierno “democrático”.
Más allá de lo terrible de los hechos, no nos puede ganar la desesperanza, pero tampoco la desesperación. En este sentido García Linera, quien es vicepresidente de Bolivia, pero además uno de los pensadores más notables de estos últimos tiempos en nuestra querida región latinoamericana; ha sentenciado por otro lado y en otro contexto, que las revoluciones ocurren por oleada y no por ciclos. Que las revoluciones ocurren en circunstancias mínimamente definidas, pero que existe un componente que es de gran importancia y que no es tan estudiable y previsible y que tiene que ver con ciertas circunstancias que se desencadenan socialmente. Y mientras el imperialismo internacional intenta volcar sobre nuestras cabezas un baldazo de decepción y desesperanza, que nos auto convenza de quedar  inmóviles frente a un golpe institucional como el de Brasil; o una carrada de medidas económicas y políticas antipopulares en cada país de Nuestra América perpetradas por gobiernos más o menos elegidos por la gente; Santiago sigue desaparecido y taladrando nuestra esperanza, nuestra dignidad humana y nuestra capacidad de no pasar indiferentes frente a hechos realmente conmovedores.
Con múltiples estrategias mediáticas, como el decir que ha sido visto en otros lugares (aunque sea desmentido por ellos mismos minutos más tarde), la “liberación de Milagro Sala (a una casa sin muebles, sin ventanas, y sin poder salir de ella), el escandaloso escrutinio (que no lleva a ningún triunfo ni derrota), van logrando que se “acomode en nuestras cabezas” la desaparición forzada y que aprendamos a vivir con ella.
Revolución y “no acomodamiento (o adormecimiento) de la cabeza” van de la mano. Poner patas arriba una cabeza es poner patas arriba muchas. ¿Vamos a permitirnos el adormecimiento? Vayamos sabiendo que este imperialismo prueba qué tan adormecidos estamos y avanza sin dudar. En Brasil vieron que no pasaba nada con el escándalo de corrupción de Temer y avanzaron con la reforma laboral y la persecución a dirigentes. Si permitimos que nos desaparezcan, el avance será terrible. Claro está que no podemos cometer errores. Sin dudas, tenemos que estar juntxs. No podemos abrir el juego a las discusiones que nos dividen. Habrá que avanzar juntxs estos tramos que nos han hecho retroceder. Las desinteligencias nos llevan para atrás.  Pero no todo es ir para atrás. Hemos logrado salir a la calle juntxs y somos muchxs. Muchxs. ¿Podemos pensar en construir algo diferente? ¿Podemos recuperar nuestros conceptos, los del campo popular? ¿Por dónde empezar?
¡Hagamos olas!