20 DÍAS
SIN SANTIAGO. UN GOBIERNO TIENE QUE CAER POR SUS ABUSOS
La
desaparición forzada de Santiago no es una casualidad. No fue un abuso personal
de un gendarme descarriado. La desaparición de Santiago es la combinación de
varios hechos encadenados. Un abuso personal termina con la condena de sus
propios compañeros de fuerza; quienes no debieran avalar ni por ley, ni
por ética un asesinato, un exceso en la represión, o un ensañamiento
personal. Pero la desaparición de Santiago necesita mucho más que eso. Necesita
un jefe de escuadrón ordenando “tapar” la subida de un cuerpo a un vehículo, la
orden de “desaparecerlo”, y el encubrimiento de este funcionario del
Estado Argentino, como mínimo. Porque podría ser también la orden de tirar, de
matar o de “cazar” a alguien. Pero supongamos que a alguno de ellos “se les fue
la mano”, igualmente requiere de una estructura (que es del Estado Argentino)
siendo cómplice de una desaparición forzada y posible asesinato. También
requiere de un gobierno nacional y sus funcionarios siendo cómplices, porque de
otra manera, se pone patitas en la cárcel al jefe que no averigüe qué fue lo
que allí pasó. Y en todo caso, jamás se dirían frases tan desafortunadas como
que no se “tirará a un gendarme por la ventana por la presión de los medios”,
cuando de lo que se está hablando es de una desaparición forzada en un gobierno
“democrático”.
Más allá
de lo terrible de los hechos, no nos puede ganar la desesperanza, pero tampoco
la desesperación. En este sentido García Linera, quien es vicepresidente
de Bolivia, pero además uno de los pensadores más notables de estos últimos
tiempos en nuestra querida región latinoamericana; ha sentenciado por otro lado
y en otro contexto, que las revoluciones ocurren por oleada y no por ciclos.
Que las revoluciones ocurren en circunstancias mínimamente definidas, pero que
existe un componente que es de gran importancia y que no es tan estudiable y
previsible y que tiene que ver con ciertas circunstancias que se desencadenan
socialmente. Y mientras el imperialismo internacional intenta volcar sobre
nuestras cabezas un baldazo de decepción y desesperanza, que nos auto convenza
de quedar inmóviles frente a un golpe institucional como el de
Brasil; o una carrada de medidas económicas y políticas antipopulares en cada
país de Nuestra América perpetradas por gobiernos más o menos elegidos por la
gente; Santiago sigue desaparecido y taladrando nuestra esperanza, nuestra
dignidad humana y nuestra capacidad de no pasar indiferentes frente a hechos
realmente conmovedores.
Con
múltiples estrategias mediáticas, como el decir que ha sido visto en otros
lugares (aunque sea desmentido por ellos mismos minutos más tarde), la
“liberación de Milagro Sala (a una casa sin muebles, sin ventanas, y sin poder
salir de ella), el escandaloso escrutinio (que no lleva a ningún triunfo ni
derrota), van logrando que se “acomode en nuestras cabezas” la desaparición
forzada y que aprendamos a vivir con ella.
Revolución
y “no acomodamiento (o adormecimiento) de la cabeza” van de la mano. Poner
patas arriba una cabeza es poner patas arriba muchas. ¿Vamos a permitirnos el
adormecimiento? Vayamos sabiendo que este imperialismo prueba qué tan
adormecidos estamos y avanza sin dudar. En Brasil vieron que no pasaba nada con
el escándalo de corrupción de Temer y avanzaron con la reforma laboral y la
persecución a dirigentes. Si permitimos que nos desaparezcan, el avance será
terrible. Claro está que no podemos cometer errores. Sin dudas, tenemos que
estar juntxs. No podemos abrir el juego a las discusiones que nos dividen.
Habrá que avanzar juntxs estos tramos que nos han hecho retroceder. Las
desinteligencias nos llevan para atrás. Pero no todo es ir para
atrás. Hemos logrado salir a la calle juntxs y somos muchxs. Muchxs. ¿Podemos
pensar en construir algo diferente? ¿Podemos recuperar nuestros conceptos, los
del campo popular? ¿Por dónde empezar?
¡Hagamos
olas!