"Por muchas plazas más de los pañuelos blancos."
En
la editorial de esta semana, no podemos dejar de hablar de la histórica
marcha de los pañuelos blancos del pasado miércoles 10 de Mayo. En casi
todas las ciudades del país se congregaron miles y miles para decir no a
la avanzada de Macri, la corte suprema y la iglesia. Estos sectores del
poder, que evidentemente se sienten a sus anchas, quieren “perdonar” a
los genocidas, robadores de bebés y torturadores. Desde hace tiempo
Macri viene hablando de “guerra sucia” en lugar de utilizar el concepto
adecuado que sería “terrorismo de estado”. Se ha cuestionado el número
de desaparecidos, han circulado materiales audiovisuales mostrando la
supuesta “historia completa” que defiende a los militares de la
dictadura como héroes y pareciera que un pensamiento e ideología que
creíamos superado, sigue latente; fuerte en un sector reaccionario de la
sociedad, en la iglesia católica y en el mismo gobierno que habilita,
calla y habla cuando ve cómo reaccionan los actores sociales.
Sin
embargo, las madres de todos y todas, las de los 30.000, las paridoras
de luchas más grandes que tiene nuestra historia -que el pasado 30 de
abril cumplieron 40 años de lucha- rápidamente hicieron notar sus voces
contra la impunidad. Entonces el apoyo popular no se hizo esperar.
Quizá,
ante tanto embate del gobierno a nuestros derechos, esta fue una de las
reacciones más rápidas contundentes y simultáneas en todo el país. Es
que el aprendizaje no es lineal, es por salto y acumulación, en eso los
organismos de derechos humanos tienen larga historia, y esa historia,
más allá de las diferencias, nos une. Esta fue la primera marcha donde
todas las organizaciones marcharon juntas y hacía muchos años que esto
no sucedía. Aquí es donde vemos la luz de la esperanza y la alegría de
sentirnos que el pueblo unido puede torcer una historia, más allá de
quienes estén en el poder, porque el poder no es de nadie y es de todos.
Es acción.
Las
plazas de los pañuelos blancos son esperanzadoras, pero no deben
hacernos quedar en ese hecho puntual, sino tomarlo como ejemplo para ir
más allá. Mientras tanto muchas medidas que ya se tomaron están haciendo
empobrecer y hambrear al pueblo, recortando derechos, desfinanciando
salud, educación, PAMI, y sigue la lista.
El
desastre está en marcha hace tiempo… porque el aparato represivo avanza
sobre los pobres silenciosamente, porque tienen presos a dirigentes de
organizaciones sociales como la Tupac Amaru como es el caso de Milagros
Sala, porque la mano dura pareciera tener muchos adeptos, porque se
reprime y se detiene o judicializa a la mujeres que dicen Ni Una Menos o
a las médicas que garantizan el acceso a un Aborto No punible en un
hospital público como fue en el caso cercano de una médica en la
localidad de El Maitén. Por ello serían necesarias muchas plazas de
pañuelos blancos, repletas de voluntades dispuestas a luchar y a
resistir. Seguir luchando todos los días, cada minuto en contra de la
justicia patriarcal que quiere perdonar a los genocidas, seguir luchando
por lo que creían los 30.000, en cada acción cotidiana, es el camino.
Por eso hoy más que nunca
A donde vayan los iremos a buscar.
La única lucha que se pierde es la que se abandona.
Ni un paso atrás.