El Bolsón (ANPP).-NINGÚN SER HUMANO ES ILEGAL
"¿Cuánta miseria puede aguantar
Francia recibiendo a inmigrantes pobres? Yo me hago la misma pregunta en
Argentina".(M A. Pichetto)
Para comenzar, Pichetto muestra
lo que es (y siempre fue), ahora que es políticamente correcto ser un
poco más facho y no queda mal mostrar en los medios su verdadero
pensamiento.
Este reciente candidato a gobernador por la
provincia de Río Negro -al que le fue bastante mal en las elecciones-
hizo estas declaraciones xenófobas hace unos pocos días en un canal de
televisión de Buenos Aires, relacionando además a los inmigrantes y al
narcotráfico.
Sumemos a esto los informes de programas miserables
como el de Lanata en donde se presentaron informes (con datos poco
fiables) que hablaban de la enorme cantidad de colombianos estudiando en
las universidades públicas, y de los paraguayos que llenan los
hospitales de CABA.
Hace unos meses nomás, también se anunció desde
el gobierno, el proyecto de construir en territorio de la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires (CABA), una cárcel para migrantes
“indocumentados” o con sus DNI en trámite.
Nos preguntamos a qué
viene esta necesidad de poner en la agenda de los medios hegemónicos
este tema. Por un lado, hay que saber que la inmigración, no ha
aumentado exponencialmente en las últimas décadas, sino que se ha
mantenido, representando un 5% de la población. Es decir, no es que en
los últimos años haya crecido la inmigración latinoamericana, en todo
caso, se mantiene un flujo de gente migrante, que realiza ciertos
recorridos, que implican el paso por una y otra frontera. Aquí en el
Sur, lo vivimos en relación a Chile y Argentina, y a los movimientos de
familias por trabajos diversos como cosechas, a un lado y otro de la
frontera.
La xenofobia de Pichetto, seguramente espejo de un
lamentablemente importante sector de la sociedad, se alimenta de
prejuicios y mentiras construidos históricamente en nuestro país.
Prejuicios, que en realidad están fundados en la misma constitución del
estado nacional argentino, que siempre consideró a la europea y blanca
como la inmigración deseable. Europea y blanca, siempre y cuando no
represente a los sectores organizados de los trabajadores, como fueron a
principio de siglo pasado los anarquistas y los socialistas, ya que a
estos los deportaban (Ley de Residencia y otras del estilo).
Este
país, o la oligarquía de este país en su momento y ahora el gobierno de
los empresarios y ceos, que se jacta de ser abiertos a la llegada de
inmigrantes (siempre y cuando se hable de blancos y europeos), despreció
y desprecia a lxs hermanxs latinoamericanxs, como así también a los
pueblos originarios de toda latinoamérica y ancestros de estos
inmigrantes latinoamericanos que son discriminados y ahora considerados
ilegales por el gobierno de Macri. Estos pueblos, son pre-existentes a
las fronteras establecidas por los Estados, que mucho antes eran
transitadas libremente por las diferentes necesidades de subsistencia
económica o de agrupamiento de linajes, etc.
Por otro lado, el
demonizar a los y las inmigrantes latinoamericanos/as, así como creer
que gracias a ellos/as tenemos menos trabajo, o menos posibilidad de
acceder a la salud y educación, es una gran falacia, quizá creada (o
vuelta a remontar, ya que este es un pensamiento clásico de la derecha),
para justificar de alguna manera los recortes que se están haciendo y
se van a seguir haciendo, a los derechos básicos de la población en la
salud, educación y trabajo.
Los y las latinoamericanas/os, somos
nosostros/as mismas/os, no son el enemigo ni son el extranjero.
Reconocerse como parte de esta Patria Grande, es entender eso,
reconocernos como hermanos y hermanas de un gran territorio
históricamente avasallado y exterminado por la mirada eurocéntrica y
hegemonicista. Desarmar ese pensamiento, es parte también de la batalla
que nos toca. Y para hacerlo, debemos fijar nuestra mirada en la
capacidad de construcción que tiene nuestro campo popular
latinoamericano. Fijar nuestra agenda en los movimientos como el de los
Sin Tierra de Brasil, organizaciones como el Encuantro Nacional de
Mujeres en Argentina, y tantos otros que certifican que somos capaces de
desarrollar organización y transformación inclusiva, revolucionaria y
transformadora de este sistema patriarcal, capitalista de derecha. Será
tal vez la hora de empezar a pensar en movimientos latinoamericanos, que
traspasen las fronteras que nos han impuesto, no como una respuesta a
la sarta de discursos mal nacidos de la clase política que nos toca,
sino como la construcción de un futuro que queremos y nos merecemos.
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