Que pensamientos nos trae cada
12 de octubre, símbolo del colonialismo y el sometimiento de los pueblos, los
cuerpos, las ideas y los territorios. Aún hoy continuamos asistiendo a
expresiones de este genocidio, que lleva más de quinientos años y pareciera no
tener fin. Siguen los desalojos, los presos políticos indígenas, las muertes,
el saqueo de plantas medicinales nativas, la modificación de cultivos… Como dijo Marx: “El
capitalismo aparece sudando sangre y lodo por todos los poros”, se reacomoda y
vuelve a arremeter con otras estrategias.
Pero también hay un 11 de octubre que simboliza la lucha y la resistencia, el último día de libertad, que es también el primer día de liberación.
Pero también hay un 11 de octubre que simboliza la lucha y la resistencia, el último día de libertad, que es también el primer día de liberación.
Durante cuatro siglos hubo oleadas de luchas contra
los conquistadores. El Toqui Lautaro desde el 1550 y su pueblo mantuvieron al
margen del territorio mapuche al español, Tupac Amaru es el símbolo de la
resistencia de los pueblos andinos. Encabezó una insurrección en 1780. En 1782
Bartolina Sisa junto a Tupac Katari se revelaban contra el orden conquistador
con todo el pueblo Aymara. En Norteamérica la última gran batalla del pueblo sioux se dio en 1876,
cuando lograron exterminar al Séptimo Cuerpo de Caballería dirigido por el
general Custer en la batalla de Little Big Horn. En Argentina, entre 1878 y
1885 fue el genocida Roca quien encabezó la definitiva “conquista del
desierto”. Ese desierto poblado de pu lof, de historias y sabidurías, que no
pudieron silenciar.
Hoy en día, prácticamente en toda América Latina, hay
una resistencia generalizada de los pueblos originarios, que enfrentan junto
con toda la población explotada; la
miseria que impone el capitalismo y el dominio del imperialismo yanqui sobre
las mentes y los territorios. Han estado en primera línea Ecuador y Bolivia,
donde los pueblos originarios son mayoritarios entre la población. En todos los
países hay crecientes acciones de denuncia al despojo y apoyo a los reclamos de
pueblos originarios, que claman por
tierras y por condiciones de vida dignas. En Rosario hace pocos días, el 31 Encuentro Nacional
de Mujeres, donde se propusieron 69 talleres que fueron
divididos en cientos de comisiones (más de 300), el taller "Mujeres y
Pueblos Originarios" no se desdobló, se organizaron más de 700 mujeres para
escucharse, hablarse, encontrarse, esto muestra claramente que la lógica que
mencionábamos anteriormente, la que propone una mirada única, que fragmenta y
divide en sub sub sub grupos, no es más amplia y plural, no es la
"única" forma de asegurar que todas las voces puedan expresarse y ser
escuchadas. Más de 700 mujeres, reunidas en un patio de escuela,
hablaron, escucharon y volvieron a hablar y escuchar. Las mujeres de los
pueblos originarios, nos mostraron que "todas juntas"
también es "forma". Contra la actual colonización, hace falta otra
independencia latinoamericana, que rompa los mandatos europeizantes, que
revalorice y resignifique las cosmovisiones ancestrales y que construya nuevas
formas y proyectos de vida situados desde América. Esta tarea nos interpela a
todas y todos, la sociedad de la que somos parte esta muy lejos de ser
intercultural y plurinacional, aún nos pesan las concepciones racistas, sexistas y monoculturales que se vienen imponiendo
y reproduciendo desde aquel 12 de octubre.
Entonces, nos preguntamos qué es resistir. Hay quienes
dicen que resistir consiste en liberar una potencia de vida que
se encuentra aprisionada. Resistir supone luchar contra la reducción de
nuestras vidas individuales y colectivas al mero flujo de información, proponer
y componer encuentros que puedan liberar ciertas potencias, capacidades,
fuerzas, buscando en común una forma de vida que las exprese. La dificultad que
supone esta actividad creadora en el mundo actual es indudable, y a la vez, tan
profunda, que, en ciertas ocasiones, un gesto mínimo de encuentro en la vida
(familiar, escolar o política) puede mostrar una potencia insospechada.
Este encuentro con la vida y la
capacidad de resistencia y creación de los pueblos
originarios tanto en Abya Yala como en Waj Mapu, nos muestran posibles caminos.
Los silencios que tuvieron que adoptar como forma de resistencia, hoy se vuelven
voces y gritos contagiosos. Por eso
desde cada rincón de los territorios ancestrales se resiste, se crea y se recrean
nuevos mundos posibles.