El Bolsón (ANPP).-NI UNA MENOS NI UNO MÁS.
En los últimos días dos sucesos nos
atraviesan profundamente, la marcha nacional “NI UNA MENOS” y el Decreto
presidencial 721/2016, que les devuelve a las Fuerzas Armadas la
autonomía en la organización y dirección, y garantiza a los militares
definir sobre ascensos, traslados y designaciones (entre otras cosas que
implica este decreto), algo que les había sido negado desde el año
1984, por una disposición del ex presidente Raúl Alfonsín.
¿Qué
es lo que ambos hechos tienen en común? Comparten una estructura, desde
extremos opuestos. NI UNA MENOS lucha contra lo que se intenta reimponer
con el decreto presidencial, ideas sobre orden, jerarquías, relaciones
de poder, arraigadas muy profundamente en nuestra cultura e
idiosincrasia y que se reproducen día a día en forma más o menos
invisible. Es el mismo imaginario de “ser nacional” que desarrolló la
generación del 80 y que Sarmiento supo imponer, con su proyecto
educativo, en las propuestas pedagógicas escolares, en los modos de
aprendizaje y en las características de la enseñanza. Estas ideas son
las bases para pensar la sociedad, el mandato sobre las relaciones
dentro de ella y las formas de ser ciudadano, cuestiones que hoy
elegimos impugnar por arbitrarias y contrarias a las idea de poder
elegir en igualdad de derechos.
La marcha “NI UNA MENOS” visibiliza
la necesidad de fortalecer lo construido hasta ahora sobre la política
de acabar con el Patriarcado como forma de organización social, donde es
el varón el que tiene poder y la mujer quien acata. Estos estereotipos
no deben impugnarse sólo en el marco de las “relaciones familiares”,
sino que deben verse como producto de antiguas máximas y modelos sobre
la idea de familia y cómo esta se organiza. Estas ideas sostienen,
reproducen y legitiman prácticas cómplices de estereotipos, que denigran
a las mujeres, su lugar en la sociedad y los modos de convivir.
No
es menor el dato de la cantidad de personas que marcharon este 3 de
junio, el número de ciudades que organizaron actividades y participaron
con sus propias marchas. Esto visibiliza que no se grita sólo en
Capital, se está gritando en pequeños pueblos, donde es más extrema la
reproducción de estos modelos que cuestionamos y donde años y años de
silencio fueron marcando la vida cotidiana de las personas. La idea de
“no te metas”, “algo habrá hecho”, “mirá como se vestía”, “mira quiénes
son las amigas”; como si estos imaginarios habilitaran a ser violada,
golpeada o asesinada. Eso está acabando, las mujeres se están
empoderando, pero no lo hacen solas, lo hacen apoyándose en redes de
contención que muchas mujeres van formando y habitando, apoyadas en la
construcción de nuevos imaginarios que permitan pensarse libres del yugo
que impone el patriarcado.
El Decreto 721/2016 en sus artículos 3° y
4° delega en el Jefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas y
en los Jefes de los Estados Mayores Generales de las Fuerzas Armadas la
facultad de “Designación del personal militar retirado para funciones
docentes en el marco del Estatuto para el Personal Docente Civil de las
Fuerzas Armadas, en los institutos y cursos de formación conjuntos”.
Esto implica que los antecedentes de los militares que antes eran
controlados por Áreas de Derechos Humanos de la nación no lo serán más.
En ninguna parte del decreto dice que no se harán más estos controles,
pero tampoco explicita que deberán ser hechos... Más allá de los
sentidos obvios que implican estos controles sobre la participación de
militares en torturas, secuestros y otros durante las dictaduras
militares (hablamos aquí en plural ya que no son pocos los militares que
estuvieron implicados, de distintas formas, en los golpes de estado)
estos controles también dan cuenta de participación en grupos
fundacionales de ideología golpista que especulan con la toma del poder.
Es más que sabido, que en la ideología castrense la idea de familia es
claramente patriarcal, toda su política se basa en el respeto y
obsecuencia hacia la religión católica apostólica romana y en el
rechazo, no sólo, a las nuevas nociones de familia (monoparental,
homoparental, etc) sino también a la diversidad de genero, vistos estos
como desviaciones del “deber ser”. Sus nociones de familia comprometen
valores y normas, que intentan transformarse en valores de referencia
para la ciudadanía. Habilitarles elegir sus docentes puede significar el
camino libre para seguir formando en concepciones de sujeto, ciudadano y
ciudadanía que no queremos que se reproduzcan más, menos aún en quienes
en cualquier momento pueden decidir que “somos peligrosos” no sólo por
pensar distinto, sino también por ejercer nuestra sexualidad libremente,
por construir núcleos familiares distintos a los que se
institucionalizaron a principios del siglo XIX.
Por tanto,
interpretar la marcha y el decreto como hechos aislados sería desconocer
las concepciones de ciudadanía que nos acechan hace tantos años y que
son reproducidas constantemente en actos cotidianos y no sólo en
estamentos militares. Estas son las ideas e imaginarios con los que nos
enfrentamos. Los femicidios no son hechos aislados, son sociales, nos
pasan a todas y todos, son producto (entre otras causas) de años y años
de formas de relación y opresión, de violencia patriarcal. Debemos
seguir apostando a la construcción de nuevas formas de lazos sociales, a
crecer colectivamente en relaciones que no sean de poder sino de
solidaridad. Porque no queremos más mujeres ni niñas muertas, violadas o
golpeadas porque un “otro” varón aprendió que ella vale como un pedazo
de carne y si tiene suerte como un objeto. Porque VIVAS NOS Y LAS
QUEREMOS.
Envíenos su nota, opinión o información al correo: delpueblo.prensa@gmail.com