Los tiempos que vivimos podrían llevarnos a poder sobrepasar
nuestras pequeñas diferencias, y así encontrarnos
en la calle codo a codo en la lucha contra un enemigo fuerte y aplastador de
nuestros sueños. Sin embargo, pasan los días, las horas, los minutos y nada
sucede verdaderamente. Al contrario, las organizaciones sociales, populares y
políticas se desmembran, se dividen, se extinguen, desaparecen.
A gritos piden que los medios comunitarios y populares
ocupemos un lugar importante en la realidad diaria que nos sorprende, pero lamentablemente,
y casi nadie puede dejar sus cosas para ir a hacer parte de esos medios que
también piden a gritos ser habitados, usados, vividos, colmados, o al menos
sostenidos.
Al interior de nuestras organizaciones, parece que es
necesario hacer una revisión de nuestras contradicciones y ponernos exhaustivxs
en corregir cuestiones que acarreamos socialmente y que forman parte de nuestra
genética, para extirparlas o transformarse en causa justificada de nuestra
deserción.
También al interior de nuestras organizaciones nos
preguntamos muy seguido si sirve de algo tanta reunión, tanto compromiso,
porque sacando un poco la cabeza de nuestros mundillos vemos al mundo ir hacia
lugares cada vez más oscuros.
Todo parece quebrarse, romperse y desde su más profundo
interior. Quienes militamos en organizaciones, vemos cómo organizaciones
compañeras se funden en cuestiones graves, menos graves o superficiales, pero
sucumben al fin y se acaba la esperanza.
En este panorama, muy poco es lo que tiene que empujar el
enemigo para inducirnos a la deserción. Pero al enemigo, lo estamos llevando
adentro. O es que acaso ya hemos
olvidado que los cambios y transformaciones no son lineales, que no son rápidas
(en términos de decenios), que no son simples? O nos hemos olvidado que ese ser
que somos está genéticamente constituido en este sistema que queremos desechar?
No creemos que se trate tampoco del acriticismo, ni de hacer
una mirada suave hacia el adentro de nuestros grupos humanos. Pero es que acaso
alguien ya está listx para rendirse? Es que todo lo que está sucediendo, está
sucediendo, sí. Y duele, sí. Pero quién lo va a cambiar si no somos cada unx de
nosotrxs?
Habrá que empezar a ver, que los grupos que estamos
latiendo, lo hacemos porque estamos logrando cambiar cosas hacia adentro. Cosas
que tal vez son menos notorias, o que tal vez no sean esa Revolución que nos
imaginamos, pero que empiezan a modificar esa genética de nuestros cuerpos. Que
nos importe si se pierde unx compañerx, que se trabajen hacia el interior
cuestiones relacionales que tienen que ver con el género y con las relaciones
mismas. Que podamos estar uniendo a cuatro medios en una red regional, que las
asambleas ciudadanas sigan vivas, que los pueblos originarios, con más de
quinientos años de intento de exterminio siguen vivos y están renaciendo, que
no hemos abandonado el camino cuando nos dejan sin licencia para nuestros medios sino que nos hemos puesto a
reinventar nuevos caminos…
Y que no hemos caído
en la tentación de reconvertirnos gracias a los “favores” de empresas,
magnates, y gobiernos que utilizan desde hace mucho un mismo manual de
desmovilización.
Es que estamos vivxs, y esto no es sencillo. La sencillez,
el final feliz, de la vida, el amor y la militancia o la organización grupal,
es uno de los mitos que el capitalismo ha introducido en nuestro cuerpo.
Sin dudas, la calle, y ese estar codo a codo es lo que más y
mejor nos sacude esos preceptos en los que hemos sido educados. Por eso, hoy más que nunca, no nos quedemos
facebuqueando solamente, porque la militancia cibernética anula nuestras
energías más vitales, nos apacigua, nos convence de que la realidad ya no es
transformable. Que lo único que se puede hacer es poner “me gusta”, republicar
o comentar algún “posteo” que dice alguna verdad.. Pero no hay protocolos
contra las publicaciones, me gusta y comentarios… sí para lxs que salimxs a la
calle. Es porque esto sí transforma, lo otro no. Al menos, tengamos en cuenta
que es un medio y no un fin en sí mismo, y por esto está bueno no dejar la
expresión cotidiana y vivencial de lo real encerrada en lo virtual. Participá de algún grupo, aprendé a tomar
decisiones en grupo, organízate, compartí en carne y hueso. Sentí el calor
humano de unx compañerx apoyándote la mano en el hombro, compartiendo la
alegría de sentir que están sosteniendo una construcción real.
ARRIBA LXS QUE LUCHAN!