Parafraseando a Eduardo
Galeano, podríamos decir que el 12 de octubre de 1492, el capitalismo descubrió
América y desde entonces no deja de destruir todo lo que toca.
La hermosa tierra del
Abya Yala viene sufriendo el más grande de los saqueos y su gente; un genocidio que lleva 523 años, sobre el que
se fundaron Estados como el Argentino.
Desde 1829 con el
primer gobierno de Rosas comienza un lento, pero sostenido objetivo de robar
territorio a las distintas parcialidades indígenas, tanto hacia el sur de Bs AS
como posteriormente hacia el Chaco.
Entre 1878 y 1885 se
producen las campañas de exterminio que al mando de Julio A. Roca, asesinan a
miles de personas, encierran en campos de concentración, envían al trabajo
esclavo en zafras y obrajes y secuestran mujeres y niños para el trabajo
doméstico en casas de familia. Estas avanzadas militares no solo se dan en
Patagonia, sino también en Chaco, Cuyo y la Puna. Así, el estado y sus
inversores extranjeros se arman del territorio “argentino” que hoy conocemos.
Pero entrado el siglo
XX también hay continuidades con la
estrategia genocida, en 1924 durante el gobierno democrático de Marcelo T. de
Alvear se produce la masacre del pueblo Qom de Napalpi en Chaco y bajo la
presidencia del general Perón el asesinato de miles de hermanos Pilagá en La Bomba, Formosa.
Sumémosle a esta larga
lista, las muertes por represión, desalojos, desnutrición, gatillo fácil y todo
tipo de violencia institucional que recae sobre la gente de la tierra. Los pueblos originarios son víctimas de un genocidio que aún no
terminó.
Hoy hablamos del día
del respeto a la diversidad cultural, pero cuando esa
manera distinta de entender la vida confronta contra intereses económicos, ya
sea del Estado o de particulares; comienzan los desalojos, los procesamientos
por usurpación y terrorismo.
Entonces este 11 y 12
de octubre busquemos descubrir y construir identidades, luchas y resistencias.