Brecha
Los decanos de las 12 facultades quedaron secuestrados durante 16 horas
por miles de estudiantes que reclaman “moralización, democratización y una
reforma integral de la educación nacional”. Y como primer paso, la renuncia del
rector y de todos los decanos.
El rector de la Universidad Nacional de
Paraguay (Una) está escondido desde el lunes de noche, arrinconado por un
movimiento estudiantil que se refuerza hora tras hora. Los decanos de las 12
facultades, que lo han abandonado, se reunieron de urgencia el martes de mañana
y, tras difundir un acuerdo conciliatorio, quedaron secuestrados durante 16
horas por miles de estudiantes que reclaman “moralización, democratización y
una reforma integral de la educación nacional”. Y como primer paso, la renuncia
del rector y de todos los decanos.
El campus universitario quedó sitiado en la
madrugada del martes 22 por unos 2 mil jóvenes que cerraron todos los accesos y
prohibieron el ingreso de un amenazante y fuerte contingente de los Cascos
Azules, el cuerpo de elite de la represión, haciendo valer el estatuto de
autonomía de la universidad. A las ocho de la mañana llegaron los decanos y una
hora después quedaron atrapados en un edificio sin aire acondicionado, con la
electricidad cortada por manos anónimas. Bajo un calor superior a los 40
grados, vivieron quizás el peor momento de su suntuosa existencia. Recién se
les permitió salir cerca de la medianoche, dominados por un confeso pavor ante
la inmensa masa de gente que, en las puertas del recinto, escenario de décadas
de prepotencia, nepotismo, tráfico de influencias y discriminación, los
esperaba para escracharlos.
Las cabezas visibles de la rebelión
estudiantil les dieron garantías de no agresión y formaron un pasaje custodiado
por un férreo cordón de jóvenes, por donde fueron desfilando los decanos bajo
ensordecedores silbidos y una lluvia de epítetos. “Decana, basura, vos sos la
dictadura”, debió escuchar la titular de Filosofía, María Angélica Galeano,
quien prohíbe en su facultad las reuniones de más de cuatro alumnos y exige
revisar sus bolsos y conocer el contenido de los filmes y audiovisuales que
quieren proyectar, además de calificar a “los pensantes” de “zurdos
asquerosos”. Ignacio Vallejo, decano de Ingeniería, quien se ha permitido
suspender durante meses a estudiantes por trasmitir por las redes mensajes en
su contra, fue otro de los repudiados por corrupción administrativa y
nepotismo. Se le recordó que hizo perder un año a un estudiante que criticó a
su hija por recibir un salario de la facultad sin trabajar. “Delincuentes”,
“canallas”, “crápulas”, “ladrones”, “ignorantes”, “esbirros de los partidos”,
“asesinos de sueños”, se escuchó durante la intensa hora que duró la evacuación
de los decanos.
Froilán Peralta, veterinario y rector de la
Una, quedará en los registros como el profesional que más abusos, humillaciones
y bochorno ha causado en la historia de la educación en este país. Desde el
martes 22, cuando el estudiantado sitió el campus que siempre consideró su
propiedad personal, cortó toda comunicación con sus colegas, a los que horas
antes había prometido presentar su dimisión. Peralta tiene todas sus suntuosas
residencias bajo doble llave, protegido por una guardia pretoriana. Entre sus
aportes a la cultura se recuerda su ufana declaración de que para él una vaca o
un perro son iguales a cualquier alumno. Con esos méritos fue ungido al frente
de la Universidad por la fracción más poderosa y cavernaria del Partido
Colorado. Peralta es hombre del extravagante senador Juan Carlos Galaverna,
íntimo del presidente Horacio Cartes, pero temporalmente distanciado.
Esta revuelta estudiantil es algo inusitado en Paraguay. Sus
protagonistas son miles de estudiantes secundarios y universitarios. Hace dos
meses los primeros comenzaron por realizar una sentada en un colegio salesiano
de Asunción, una protesta que se fue extendiendo. En su inicio la protesta fue
casi ignorada por la ciudadanía. Al cabo de un mes resultó que esa ocurrencia
había tomado fuerza, y el viernes 18, sin mucho esfuerzo ni recursos, desbordó
el centro de la capital con reclamos de una educación de calidad y rechazando
las flores que, a su llegada al Ministerio de Educación, les ofreció la titular
de esa cartera, junto con su colega de Hacienda: “No es con flores que se
soluciona este desquicio”, le espetaron.