El Bolsón (ANPP).-Le cuento a mi hija que estoy triste porque
murió Eduardo Galeano, me pregunta quién era y le explicó... Piensa y, con la
sabiduría de sus 5 años, me dice: "Pero no estés triste, por suerte
tenemos sus libros, así que para nosotros vive para siempre."
1984
Bluefields
Volando
Honda raíz, alto tronco, florida ramazón: clavado
en el centro del mundo se alza un árbol
sin espinas, un árbol de esos que saben darse a los pájaros. En torno al árbol giran las parejas bailanderas, ombligo
contra ombligo, ondulando al ritmo de
una música que despierta a las piedras y enciende el hielo.
Mientras bailan, los danzantes van vistiendo y desvistiendo el árbol
con largas cintas de todos los colores.
En la atormentada costa de Nicaragua, sometida a invasión continua, a continuos
bombardeos y tiroteos, se celebra como siempre esta fiesta del Palo de Mayo.
El árbol de la vida sabe que jamás cesará, pase lo que pase, la música caliente que gira a su alrededor. Por mucha
muerte que venga, por mucha sangre que corra, los hombres y las mujeres serán por
la música bailados mientras sean por el aire respirados y por la tierra arados
y amados.
1984
París
Van los ecos en busca de
la voz
Mientras escribía palabras que querían a la
gente, Julio Cortázar iba haciendo su viaje, viaje al revés, por el túnel del tiempo.
Él estaba yendo desde el final hacia el principio: del desaliento al entusiasmo,
de la indiferencia a la pasión, de la soledad a la solidaridad. A sus casi
setenta anos, era un niño que tenía todas las edades a la vez.
Pájaro que vuela hacia el huevo; Cortázar iba
desandando vida, año tras año, día tras día, rumbo al abrazo de los amantes que
hacen el amor que los hace. Y ahora muere, ahora entra en la tierra, como
entrando en mujer regresa el hombre al lugar de donde viene.
Memoria
del fuego III -El siglo del viento