A diez años de los hechos ocurridos durante la manifestación popular del 19 y 20 de diciembre de 2001 en la Argentina, durante el estado de sitio declarado por el entonces presidente Fernando de la Rúa que dejó un saldo de más de 30 muertos en todo el país, y la posterior caída de su gobierno ese mismo día, seguimos reflexionando.
Las políticas que se implementaron durante décadas y que se fueron acentuando hasta terminar con el estallido social, como lo expresó la consigna “que se vayan todos” y el cacerolazo, hechos que en el fondo reclamaban un cambio en el rumbo de la política para que ella pudiera contener a toda la población. Esta demanda que crecía con los días intentó ser sofocada con la acción nuevamente hostil contra la gente. Sin embargo, una vez más la acción popular sin medir consecuencias se impuso, resultando en uno de esos momentos en los que gran parte de los sectores populares ocupan el espacio público, se ponen como sujetos y producen un corte en la historia, planteando los grandes objetivosque marcarán de ahí en más el devenir de la Argentina.
La sangre derramada en esas jornadas de revuelta social sigue presente, consideramos que tiene valor si nosotros podemos recordar ese sacrificio y continuar luchando por una sociedad más justa para todos. Paralelamente seguimos reclamando que los responsables políticos, económicos y materiales de estos trágicos hechos reciban no solo la condena social sino también la condena de la mano de la justicia y como educadores continuar aprendiendo de la experiencia cercana para crear no solo un pensamiento crítico sino un mayor compromiso y una participación política.
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