Por: Gerardo Barbieri
Fusilados
Sucedió en 1921.
“Cumplimos órdenes”, sostuvo el jefe del regimiento.
Fusilaron a los peones rurales
por pedir un paquete de velas por mes
unos pesos más en su salario
unas horas menos en la jornada laboral…
Es delito de “subversión”, dijeron desde el gobierno.
Fue en los mismos campos donde los estancieros cazaron familias aoniken,
campos que Roca y sus amigos se repartieron
y entregaron
a otros poderosos.
“La patagonia peligra”, clamaban los oligarcas, en las páginas de los grandes diarios.
Al coronel lo premiaron por su tarea
-contaba con fusiles mauser
empuñados por militares y conscriptos cautivos
contra facones de trabajadores-
empresarios británicos
entonaron “for he’s a jolly goog fellow”
cuando lo recibieron triunfante.
Aunque la obsecuencia tuvo límites:
las meretrices de Puerto San Julián se negaron a recibir la tropa y sus jefes;
los echaron del burdel
al grito de “asesinos”.
Los testimonios
los documentos
las tumbas masivas
prueban las matanzas.
En Argentina,
noventa años después
ciertos medios de comunicación
mencionan romances entre personajes de la farándula,
algunos colegios de enseñanza privada
boliches de moda
y “grandes empresas”,
celebran Halloween,
la fiesta importada.
Otras personas
en cambio
recuerdan a
Facón Grande,
Albino Argüelles,
Ramón Outerello,
y a sus compañeros de la Sociedad Obrera de Río Gallegos
muertos por pedir justicia.
Gerardo Barbieri
DNI 12001084