Por Mariano Vazquez:
Rodolfo Walsh en 1969 la calificó como una “secta”; la del “gatillo alegre”, “la picana”, “las manos en la lata”. Hace dos años que el adolescente Luciano Arruga fue interceptado por la policía bonaerense de Lomas del Mirador. Nunca apareció.
En el semanario “CGT de los Argentinos” el periodista Rodolfo Walsh escribió sobre la policía bonaerense: “es una jauría de hombres degenerados, un hampa de uniforme, una delincuencia organizada que actúa en nombre de la ley; la secta del gatillo alegre es también la logia de los dedos en la lata”.
Eso fue en 1969 y parece que poco cambió.
Más cerca en el tiempo, la Coordinadora Contra la Represión Policial e Institucional (Correpi) señaló que desde la recuperación de la democracia en 1983, 2.485 personas perdieron la vida por la “violencia impartida desde el Estado” y que en los barrios se grafica llanamente como “gatillo fácil”.
Hay muchos casos emblemáticos. Con sus propios nombres y sus propias historias. Pero con lugares comunes: Jóvenes o adolescentes. Pobres o Trabajadores. Gente de barrio. Humildes. Escupidos a los márgenes de la sociedad.
Las masacres de Budge y Wilde , Diego Bonefei (fusilado en la nuca en Bariloche), Ezequiel Demonty (arrojado por efectivos de la policía federal al Riachuelo), Los pibes del maxikiosco (tres jovenes asesinados a quemarropa por un policía federal), Carlos Fuentealba (un docente asesinado por la policía en Neuquén), Lisandro Barrau (recibió un disparo mientras andaba en moto), Sebastián Bordón (muerto a manos de la policía de Mendoza), Claudio Lepratti (un balazo en la traquea en Rosario). Son apenas algunos casos.
La historia de Luciano Arruga, la de su desaparición lleva dos años de silencio. Fue levantado hace exactamente 2 años en Lomas del Mirador. Tenía 16 años. Su martirio con la policía había empezado un par de años antes. Y las razones son desgarradoras: Luciano se negó a robar para la policía. Si, la fuerza de seguridad que supuestamente debe combatir el delito, le pedía a un adolescente que se convierta en ladrón, que robe para la corona.
Bandas de policías que reclutan pibes de barrios pobres para delinquir.
Uniformes manchados de lodo.
Vanesa Orieta, su hermana, se ha puesto al hombro la lucha por su hermano. Delgada, con el pelo corto y una mirada dulce cuenta: “los peritajes demostraron que a Luciano lo levantó la policía y dos testigos señalaron que lo vieron a mi hermano en la comisaría donde fue brutalmente golpeado durante toda la noche, sin embargo la causa judicial está empantanada y los 8 policías involucrados siguen en funciones. Hay un vacío judicial, no se investigó en profundidad, se dejó pasar el tiempo y se perdieron pruebas importantes”.
Oriundo del humilde barrio 12 de octubre de Lomas del Mirador. “La 12 de octubre”, como se la conoce, apenas una manzana de casas y pasillos angostos en el barrio de Lomas del Mirador. Luciano antes de su desaparición ya había sido detenido dos veces por la policía bonaerense, la negativa a robar para ellos lo hizo blanco de la perversión policial.
El 21 de septiembre de 2009 fue llevado al destacamento de Indart 106, de Lomas del Mirador. Mientras Vanesa lo estaba esperando para su liberación lo oyó: “¡Vanesa, me están pegando!”.
Cuando salió, marcó con su dedo a quienes lo golpearon -uno a uno- pero le respondieron: “acá no te hicimos nada. Negrito de mierda, te vamos a llevar a Quintana para que te violen, o terminás en un zanjón” .
“Es una policía violenta amparada por una justicia servil”, dijo Vanesa.
El Comité de los Derechos del Niño de las Naciones Unidas en su informe del 2010 exigió a las autoridades argentinas “concluir una investigación exhaustiva e imparcial” e incluirlo en “conformidad con la Convención sobre los Derechos de Todas las Personas contra las Desapariciones Forzadas”.
“En un momento comprendimos que Luciano no iba a aparecer con vida. Buscamos el cuerpo. Pero si los policías siguen en funciones, ¿puedo pretender que mi hermano aparezca? La falta de compromiso del sector político los hace cómplices también de la desaparición. Son los que implementan políticas para matar a los pibes de los barrios pobres. Pensar en encontrar el cuerpo sigue siendo una utopía con estos personajes nefastos del sistema político y judicial”, relata Vanesa.
Un peritaje con perros determinó que Arruga había estado en la comisaría 8ª de Lomas de Mirador y en uno de los patrulleros, que esa noche no había cumplido con su recorrido programado y según el registro electrónico de su desplazamiento circuló por descampados.
En su barrio lo extrañan.
Hay paredes pintadas con su nombre.
En la puerta de su humilde casa, donde su mamá toma mate sentada en una silla hay un retrato del rostro niño de Luciano con una leyenda que dice: “pensando en vos siempre, extrañándote siempre”.
- Mariano Vázquez, periodista argentino.