Por Eleonora Friedman
Después del fusilamiento de tres pibes en Bariloche, con su secuela de nazis-aprietes, militarización, etc. pareciera medio sonzo hablar de un grupo de padres y docentes de una escuela rural que, acompañados por el mal tiempo y la lluvia, llegaron hasta la Delegación a pedir explicaciones por el cierre de un cargo docente. ¿Será que no tiene nada que ver una cosa con la otra?
El mismo Estado que genera la necesidad de educación nos vacía las escuelas. La ruralidad viene siendo atropellada, cuando se modifica el calendario desde un escritorio sin "importar" que muchos chicos y chicas ya no puedan acceder a tomar sus clases y, por supuesto, siempre los mismos reciben menos, y las desigualdades se agigantan. ¿Casualidad?
Vivir en el campo es cada vez más complicado: lo producido es difícil de vender (no hay mercados, no se paga lo que vale); las escuelas son cada vez peores, con menos maestros, aislada de la realidad de los estudiantes y sus familias; esta y otras cosas nos alejan del campo. Como es sabido, llegan los señores a comprar la tierras, el gobierno planifica desarrollos turísticos, les brinda todas las "facilidades" para sus inversiones. El mismo gobierno que nos dificulta vivir en la ruralidad les da en bandeja estas tierras a otros. ¿Casualidad o estrategia?
No parece que estos funcionarios no hagan nada, o sean inútiles como nos lo hacen creer, más parece un plan de gobierno de este Estado capitalista.
Sacan a la gente del campo, la empujan a la ciudad, esta ciudad donde no entramos, donde estamos marginados, donde los pibes no encajan en el secundario, en este ritmo, y nos acomodan en las villas para pobres, y somos cada vez más mano de obra barata, desocupados, excluidos cada vez más del mundo maravilloso que nos muestran. Y después de mamar toda esta violencia, cuando alguno se queja, o trata de cambiar algo, palo, bala. Y cada vez más balas por ser joven, por ser negro, por ser pobre, por ser otro ¿Quién es violento? ¿hay sólo una violencia? ¿Hasta donde hay que aguantar?
Las excusas de los asesinos del Estado son siempre las mismas: estaba robando, era sospechoso, se escapó el tiro, fue un error.
No hay errores, no hay excesos, nos está matando este Estado y es un plan sistemático.
Este Estado capitalista que sigue generando violencia, exclusión, represión, que necesita de esto para mantenerse vivo, para explotarnos, para que unos pocos sigan ganando mucho, apropiándose de la tierra, de los recursos, de las vidas.
Se llevan el oro, nos dejan cianuro; se llevan la soja, nos dejan el desierto; se llevan la tierra, nos dejan las villas miserias; se llevan las vidas, nos dejan excusas; se llevan los pibes, nos dejan la muerte; se llevan el futuro, nos dejan el gatillo fácil; se llevan las oportnidades, nos dejan el capitalismo.
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