(AW). La patronal yanqui, con la complicidad del gobierno y la in-justicia, continúa reprimiendo a los obreros mediante la fuerza de cientos de policías y gendarmes. Los familiares de los compañeros sostienen la defensa de los puestos laborales, en tanto que diferentes organizaciones sociales y estudiantiles se solidarizan con ellos para hacer más fuerte el reclamo.
Buenos Aires 11 de septiembre de 2009 (Agencia Walsh, por Ignacio Soto). Los trabajadores despedidos de Terrabusi-Kraft volvieron a cortar ayer la autopista Panamericana ante la decisión empresarial de rechazar la conciliación obligatoria dictada por el Ministerio de Trabajo y que ordenó la reincorporación de 160 obreros despedidos, a los cuales trata como delincuentes por reclamar por su fuente de trabajo.
Por su parte, el sindicato de la Alimentación, a cargo de Rodolfo Daer, exigió a los trabajadores que “bajen un cambio” en sus reclamos, desconociendo totalmente a quienes debe representar.
Como si fuera poco la empresa comenzó a negociar con algunos obreros en la situación más difícil, aquellos que tiene familia y no pueden pagar ni el alquiler, ni la escuela de los chicos y están al borde de quedar en la calle. Muchos de ellos tuvieron que acordar, pero fueron comprendidos por sus compañeros de los tres turnos que se mantiene en paro con la toma de la fábrica. Es más, se comprometieron a seguir con la lucha en la medida de sus posibilidades.
El corte en la Panamericana se inició a las 14, a la altura de la avenida Henry Ford, que está ubicada a tres cuadras de la planta en la que se encuentran gran parte de los trabajadores resistiendo desde el lunes, cuando comenzaron el paro de producción.
En una respuesta cómplice de la empresa, una fiscal de Tigre ordenó militarizar la planta con miembros de la Bonaerense y de Gendarmería, que reprimieron a los trabajadores y provocaron heridas a varios compañeros.
Susana Pacheco, una de las trabajadoras despedidas del turno noche, fue junto con otros representantes a una audiencia con el intendente de Tigre y ex jefe de Gabinete, Sergio Massa, quien prometió sacar a la Policía del medio; sólo retiró tres patrulleros de los veinte que llegaron al lugar.
La empresa continúa con las medidas represivas hacia los obreros y con la planta militarizada gracias al accionar judicial que permite la agresión.
Ante el pedido de los trabajadores para conseguir la difusión de la protesta, ninguno de los grandes canales de televisión se acercó al lugar; a esa hora, mostraron su solidaridad con el multimedio Clarín frente a la presencia de inspectores de la AFIP.
El conflicto en Terrabusi comenzó cuando, ante la pandemia de Gripe A, los trabajadores pidieron a la patronal medidas de higiene.
La empresa hizo oídos sordos al reclamo y no fue capaz ni siquiera de proveer de alcohol en gel, lo que motivo la reacción de los obreros que se declararon en huelga.
El Ministerio de Trabajo dictó la Conciliación Obligatoria y Terrabusi la acató en un principio con una medida irónica: llevó a los compañeros a los quinchos para que observar videos acercar de las medidas de higiene y la pobreza en África; una clara tortura psicológica.
Luego, la patronal no permitió entrar a los trabajadores y comunicó el despido de 160 de ellos por el simple hecho de reclamar por condiciones dignas de salud. De ahí en más desconoció las conciliaciones obligatorias de la ley argentina.
En la ruta estuvieron no sólo los trabajadores, sino también sus madres, esposas, hijos, amigos y compañeros de diferentes juntas internas otras fábricas, quienes apoyaron la lucha.
También se solidarizaron organizaciones sociales como la CCC, políticas y miembros de centros de estudiantes de la UBA y La Plata.
La consigna del corte fue clara: “Señora Presidenta, la responsabilizamos a usted por la represión sufrida hacía nosotras las mujeres, madres de hijos igual que usted y jefas de familia que hoy estamos en peligro de quedar en la calle porque no tenemos para pagar el alquiler ni la escuela de los chicos. Es usted quien debe intervenir para solucionar esto”.
Así lo expresó Susana por medio del altavoz, y también Justina, madre de Romina, que fue despedida y se encuentra resistiendo en la planta. Dijo que no había visto una situación así desde la época de la dictadura, cuando su familia tuvo que exiliarse en el interior.
Su hija está detrás de las rejas y ni siquiera le permiten darle un beso a su familia. Entre todos los compañeros se dan fuerza pese a la situación que viven y siguen la lucha.
“A mi me decían que no me meta porque estoy por agencia (de trabajo), pero yo igual reclamo porque soy persona y tengo derechos, tengo dignidad, Que no me la da la plata, me la doy yo luchando, la plata es un medio no un fin”, señaló Romina.
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