Ese tipo tan sencillo, que alguna vez osó, decir lo mismo que otros, de una forma tan sencilla. Ese tipo me robó. Las palabras; no me las dio, ni me las prestó, no me llenó de ternura, ni de nostalgia; simplemente me robó.Quizás es que llegué tarde, medio siglo tarde y fue el tiempo que me arrebató, con burlona mueca, la gracia, el don, las palabras.Si, eso. La nostalgia, el amor, la belleza, la paz, la lucha, la soledad, el destierro, el entierro; quizás, el viejo, me jugó sucio.Con la voz cascada y las arrugas de ternura. Y hoy no puedo decirte, lo que te quiero mujer, sin palabras trilladas, sin lugares comunes, lo que me hierve la sangre sin repetir lo que él ya dijo antes; ni cantar mi soledad (aquí lejos), sin que me acusen de plagio.
Una vez me contó Aute (te entiendo Luis, cuánto te entiendo), que Lennon le robó, sin preguntarle, la Imagine que alguna vez hubiera querido escribir, y que jamás escribirá.Y viene este tipo tan campante, con su armadura de caballero errante, su hidalguía portentosa, su lucidez inusitada, a robarme a mí, ¡justo a mí!, por la noche y a oscuras.Mis poemas de amor, son más de desamor que alguna otra cosa, y mis tratos tan falsarios, ni oficina para escribirte tengo, así, solo mientras tanto.
Aquí lejos, en mi cuarto, ese otro que escribe por mí (y le dicen que sea otro, que tiene notables condiciones para serlo), no tiene prójimos a quién prologar, ni un Serrat que le ponga música, y ninguna Luz se apaga de ternura, se derrite de desconsuelo, se empalaga de alegría.
No fue Neruda, ni Machado. No fue Cortazar ni García Márquez. No fue Hernández, ni Gelman, ni Sabina, ni Le Pera. Ni Galeano, ni Poe, ni Silvio ni Soriano, ni Walsh ni Saramago.No fue ninguno de ellos (bien podrían haber sido), fue un tal Mario, el que me robó hace tiempo, y recién ahora es que me vengo a dar cuenta.Ese tipo me sacó de la boca las palabras, con la tinta de mi pluma desparramó versos por doquier, cantó mis esperanzas, se soñó mis noches, se tomo mi vino, besó a mis mujeres, cruzó mi río, se exilió en este cuarto mío (lleno de mi país), se fumó mi tabaco, se tomó mi ron, se plateó mis lunas, se encabronó mis cabronadas, se cebó mis mates.
Ese tipo escribió lo que un día pudiera (o podría, qué más da) haber escrito, y nunca escribí(ré). Pudiera (o podría), pero mi prójimo próximo, mi otherness que es tan mío como suyo (y viceversa) no quiere levantarse de la cama. Lo escucho blasfemar, por un tal Benedetti. Dice que le robó algo, que se lo devuelva, que no es suyo.
Yo también me arrastro Mario, con este pulso tristón, rutinario, desangelado, que es lo único que me quedó, después de que te robaste mis noches, por la espalda.Más acá, o más allá, te espero, lo espero (te espera) para saldar cuentas, como dos caballeros, en bravísimo duelo a muerte, con revólver en mano, y un verso en la cartuchera.
Y mientras tanto, sólo mientras tanto, (maldito Benedetti), y aún así, bendito (bendito) Benedetti, no te me mueras, nunca de los jamases. O aun así, morite cuando quieras, en paz; total, hay algunos que dicen (que hay algunos que dicen) que hay tipos (algunos tipos), que no se mueren nunca.
publicado por la RedEco