Cada vez que los docentes o trabajadores estatales salimos a la calle a reclamar por nuestros derechos laborales o incluso por la seguridad de los niños en los edificios escolares, aparecen voces que nos critican, voces que reproducen el discurso que la patronal y los sectores de poder instalaron para deslegitimar nuestro justo reclamo.
Lo primero que me surge como laburante es indignación al oír, que sin saber que reclamamos, nos increpan con acusaciones que distan mucho de la realidad y de nuestro propósito; pero luego me surge desde el interior, quizás sea la vocación docente, esta necesidad de explicar, decirle a esas personas que me importan mucho los chicos, que elegí esta carrera con el corazón y que desde mi función en la escuela me brindo con pasión; y tanto me importan los chicos que creo hasta pedagógico que ellos entiendan y hagan carne que está lucha es también por ellos, que estamos en la calle para que tengan maestros y profesores que no necesiten hacer doble turno y que tengan tiempo para preparar mejor las clases, que luchamos para que los edificios no se les caigan encima, y para enseñarles que cuando el estado es prepotente y oprime a los trabajadores o vulnera derechos básicos es nuestro deber denunciarlo y hacer cuanto este a nuestro alcance para que deje de suceder.
En este reclamo estamos pidiendo un sueldo promedio de la Patagonia, es decir, el promedio de todos los sueldos básicos de las cuatro provincias (Chubut, Santa Cruz, Río Negro y Neuquén) siendo que nuestro básico (el más bajo de la Argentina) hace que este promedio baje mucho (aproximadamente daría un sueldo básico de 890 pesos que significarían 1800 pesos de bolsillo); también pedimos que se reincorpore a los compañeros despedidos y que no haya más cierres de cargos; que la obra social IPROSS (que hoy prácticamente no funciona en nuestra localidad) funcione como corresponde y que las dos resoluciones que impiden que los trabajadores docentes de otras localidades o que posean títulos de otras provincias no puedan acceder a los cargos sean derogadas.
Desde mi humilde lugar los llamo a que reflexionen y que piensen en que medida tienen instalado este discurso del poder y que piensen cuanto mejor nos hace como sociedad y como pueblo la unidad y la organización de todos los trabajadores y no el desmembramiento y la identificación con los sectores dominantes.
Además los invito a que se acerquen y apoyen por el derecho de todos a la educación pública y gratuita.
Gabriel Jecke
Docente de El Bolsón
Editoriales ANP
