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domingo, 2 de junio de 2019

"VOY A HACER JUSTICIA POR TODAS ESAS PIBAS QUE NO VOLVIERON MÁS A SUS CASAS"


johana ramallo
Johana Ramallo estuvo desaparecida casi dos años, hasta que hace aproximadamente quince días se confirmó el hallazgo de sus restos. Marta, su mamá, reflexionó desde su dolor más profundo al aire del Enredando las Mañanas del pasado jueves 30 de mayo.
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(RNMA).-El 30 de abril la familia Ramallo recibió las peores noticias: habían hallado los restos  de Johana. “A nosotros el 26 de julio de 2017 nos quitaron la vida y el día 30 de abril del 2019 nos volvieron a arrebatar la vida, las esperanzas, la ilusión; nos volvieron a matar, el Estado cómplice, los jueces, los fiscales, todos los que estuvieron haciendo simulacros estos 22 meses que llevamos reclamando aparición con vida de Johana”, comenzó diciendo Marta.  
La querían viva, porque así se la llevaron, y esa fue la consigna de todas las movilizaciones que se realizaron en La Plata durante este largo tiempo. Sin embargo, las súplicas fueron vanas. La justicia patriarcal, cómplice de redes de trata y poder, jugo a favor del más terrible de los desenlaces.
Pero nada más lejos de suponer que la lucha de Marta –como la de tantas otras madres- ha claudicado. “Esto a mí me llena de fuerza para buscar y voy a hacer justicia por todas esas pibas que no volvieron más a sus casas, por todas esas mamás que tuvieron que entrar a una morgue judicial y ver pedazos de sus hijas tirados en una bolsa negra” aseguró.
Hace unos días ya que el cuerpo se encuentra en la morgue judicial federal, y se están realizando las pericias correspondientes por los médicos forenses a cargo. Lo que está esperando Marta es que el cuerpo comience a hablar: “Una vez que el cuerpo hable van a caer todos los que tienen que caer y ahí voy a estar yo viéndoles las caras, porque les quiero conocer la cara, les quiero hacer ver quién soy yo y quién fue Johana”.
En esta lucha, además de familiares, militantes, amigxs, Marta tuvo un aliado a los medios alternativos de comunicación, y no se olvidó de agradecer por el respeto con el que siempre abordaron el caso. También recordó que, en contraposición, los grandes no solo no tuvieron respeto, sino que no hicieron otra cosa más que volverla a matar una y otra vez.
No hay lugar para reproches: quien haya seguido el caso sabe sin dudas que la mamá de Johana dejo todo en su búsqueda. Agoto todas las instancias formales del proceso, y las informales también. No hubo calle de La Plata que no haya sentido los pies de Marta, ir y venir, las veces que fuera necesario. Los reproches, los reclamos, las explicaciones, que sean para el poder judicial, la policía, y todo ese entramado perverso que no deja de robarse pibas.
Y esto último, la entrevistada lo tiene muy claro: “Como somos gente humilde, ellos creen que no merecemos una justicia digna para nuestras pibas. Nosotros estamos siendo víctimas de un Estado cómplice y proxeneta, eso lo vengo denunciando desde el primer día de la desaparición de Johana”.
Lo que le queda a Marta, tal vez, sean dos certezas: la primera es que en la desaparición y muerte de Johana no pudo solamente haber participado una persona. Y la segunda es que por su hija y por su nieta, va continuar por el camino de la lucha: Estoy segura que voy a hacer justicia y van a pagar los que tengan que pagar porque ellos no tuvieron piedad ni con mi hija ni con la hija de Johana, que hoy con 8 años se encuentra levantando un cartel que pide verdad, justicia y memoria por su mamá”.

Red Nacional de Medios Alternativos -  rnma.org.ar

EDITORIAL DE LA AGRUPACIÓN ROJINEGRA: "NI UNA MENOS"

El Bolsón (RLN).-EDITORIAL DE LA AGRUPACIÓN ROJINEGRA: "NI UNA MENOS"


En el año 2015 se hizo la primera marcha por el Ni Una Menos prácticamente en cada localidad de Argentina. En Bolsón llovía sin parar y hacía muchísimo frío; hasta parecía que el clima se había vuelto absolutamente patriarcal. Pero nos juntamos todas igual, con nuestros carteles, consignas, pañuelos, banderas, todo amarrado en el centímetro de piel que quedaba descubierto sin abrigo.

De esto pasaron ya 4 años y el Ni Una Menos se volvió marcha, organización, grupa en muchas localidades; se replicó en países latinoamericanos y se acompañó vía redes sociales en todo el mundo. Considera femicidios y transfemicidios, directos y vinculados: 308 en Argentina en el 2018, y al menos 76 en lo que va de este año.

¿Cómo puede ser? ¿Cómo, si venimos charlando tanto, si lo visibilizamos, si se crearon a través de políticas públicas organismos especialmente diseñados para visibilizar y acompañar situaciones de diversas violencias de género, para evitar llegar a esa muerte que por momentos parece ineludible?

¿Cómo? Porque vivimos en un mundo héteropatriarcal. ¿Qué es eso? Es un sistema social que establece dicotomías jerárquicas entre los únicos dos géneros que reconoce: varón y mujer. El varón vale más que la mujer, y el resto de los géneros ni siquiera es considerado, salvo como desviación, anormalidad, antinaturalidad o enfermedad. ¿Y lo hétero? Lo volvieron norma, conformando la héteronormatividad, la heterosexualidad como norma. De nuevo, lo que no es heterosexual, quien no es heterosexual, no es imaginado y, cuando lo es, aparece como desviación, anormalidad, antinaturalidad o enfermedad. No siempre. En el mejor de los casos, aparece (aparecemos) como minorías. ¿Minorías? Sí, minorías. Somos esos pocos casos que conformamos excepciones. Entonces, ¿para qué nombrarnos? Y todo esto termina de cocinarse gracias a otra cualidad de esta sociedad que habitamos: el androcentrismo. ¿Y esto qué es? Es la visión del mundo desde el varón. ¿’El’ varón? ¿Qué? ¿Acaso hay uno solo? No, pero es que no valen todos lo mismo. El varón que más vale en nuestra sociedad héteropatriarcal es blanco, heterosexual, de clase media o alta, joven, sin discapacidad aparente (de esto hablamos cuando decimos ‘debatir o repensar las masculinidades’). Capitalismo, colonialismo, patriarcado. Tres sistemas de opresión conjugados en lo más cotidiano que portamos: nuestros modos de ser, nuestras identidades.
Foto:www.t13.cl

No queremos más habitar este mundo héteropatriarcal. Queremos un mundo más equitativo, donde quepamos todes. No podemos ya seguir pensándonos desde una mirada androcéntrica, tampoco nombrándonos desde ese lugar. Quizás la 'e' no sea el único o mejor modo de expresarnos, pero es el que vamos encontrando por ahora. Quizás una marcha por año no elimine los asesinatos de nuestras compañeras, pero nos reúne, nos convoca, nos da fuerza, nos abraza. Nos da memoria. Nos ayuda a ir encontrando formas de concretar nuestros sueños y deseos, de ampliar nuestros derechos (no sólo los de las mujeres y personas trans, los de todes). Una vez, una remera grafiteada decía: “no lucho por mis derechos, yo lucho por mi libertad”. Y sí, por eso. Ni una mujer menos, ni una muerta más. Vivas y libres nos queremos.