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lunes, 8 de agosto de 2016

EDITORIAL. PACHAMAMA. MADRE NUESTRA QUE ESTAS EN LA TIERRA.

El Bolsón (ANPP).-
En los pueblos de los Andes, la madre tierra, la Pachamama, celebra hoy su fiesta grande.
Bailan y cantan sus hijos, en esta jornada inacabable, y van convidando a la tierra un bocado de cada uno de los manjares de maíz y un sorbito de cada uno de los tragos fuertes que les mojan la alegría.
Y al final, le piden perdón por tanto daño, tierra saqueada, tierra envenenada, y le suplican que no los castigue con terremotos, heladas, sequías, inundaciones y otras furias.
Ésta es la fe más antigua de las Américas”.
                                                                                                                     Eduardo Galeano


Agosto es el mes de la Pachamama. Desde el lunes primero, han comenzado a realizarse en distintas partes del territorio; fiestas y celebraciones. Cientos de pachetas se abren en la tierra para alimentarla.

Pacha es una palabra de origen aymara y quechua que significa tierra, cosmos, universo, tiempo y espacio. La Pachamama o la Ñuke  Mapu en lengua Mapuche, es un todo que va mas allá de la naturaleza visible, que trasciende los planetas, que contiene a la vida, las relaciones establecidas entre los seres con vida, sus energías, sus necesidades y sus deseos. La esencia de esta celebración, es una conexión espiritual con el territorio. Nosotros necesitamos de la tierra, pero ella igual seguirá siendo, somos parte de la Pachamama, pero ella es propia de sí misma.
La Pachamama garantiza la vida de la comunidad, sin ella no hay vida. Por ello, a su vez la comunidad, la trata con respeto; sin depredarla, sin eliminar, torturar y perseguir a los seres que están y son ella; evitando arrebatarle sus cualidades que constituyen su naturaleza como minerales, animales y vegetales para el enriquecimiento, la plusvalía o el lujo.
La tierra es un sistema vivo, que nos cría; como cría a los gusanos, a los árboles y a otros animales. Sabe parir papas, nacer gente, desintegrar materia. Es vida, ciclo y es libertad.
Actualmente asistimos a una profunda crisis de la civilización occidental capitalista, donde se superponen las crisis ambiental, energética, cultural, de exclusión social, hambrunas, como muestra y expresión del fracaso del eurocentrismo y de la modernidad colonialista; nacida desde el etnocidio y que ahora lleva a la humanidad entera al sacrificio.
Necesitamos recuperar memorias ancestrales que conservan cosmovisiones más humanas y construir una alternativa de vida frente a la civilización de la muerte, recogiendo nuestras raíces situadas, para proyectarnos al futuro, con nuestros principios y prácticas de equilibrio; entre los hombres, mujeres, Madre Tierra, espiritualidades, culturas y pueblos. Aún resiste una diversidad de pensamientos y pueblos con miles de años de historia, que fueron invadidos y colonizados por quienes, apenas cinco siglos después, nos están llevando al suicidio planetario.
Volvamos a creer en la fuerza de la tierra y pidámosle que nos ayude a defender nuestra soberanía para alimentarnos, priorizando los cultivos nativos, el consumo interno y las economías comunitarias, que nos permitan vivir bien. Las estrategias para lograr un Buen Vivir deben profundizarse, ya que el vivir bien del hermano o la hermana de la comunidad es una responsabilidad y un deseo de todas y todos.
Tenemos que ser capaces de desarrollar  modos de vida alternativos a la crisis de la civilización occidental y su modernidad colonial, construyendo comunidad. Los y las integrantes de una comunidad tienen apego entre sí, no por sangre o genes, sino por historia, memoria, territorio, valores, expectativas.
Los procesos autonómicos en el mundo, muestran esta necesidad creada de propiedad, la necesidad de desmembrar a la Pachamama, de parcelarla y repartirla como botín. Si bien la autonomía puede ser entendida como una democratización del poder de decisión, como la profundización de la descentralización, es en su materialidad reclamada también desde los pueblos indígenas que ven condicionado su accionar en el marco de un Estado Neoliberal y Patriarcal que no les deja más opción que demandar la propiedad sobre su territorio, sobre aquel cosmos, árboles, piedras y animales que conviven equilibradamente con ellos y ellas. Este Estado nos obliga a todos a tener títulos de propiedad para enfrentarnos legítimamente con las corporaciones y transnacionales a las cuales, el mismo Estado, les ha vendido un espacio vital, para explotarlo y depredarlo.
Es necesario entonces, desmontar estas lógicas estatales en sus concepciones perversas de poder; formas de pensar y actuar que muchas veces nos constituyen; para intentar como pueblos,  buscar estrategias y espacios organizativos que apunten al  bienestar colectivo e individual; que no nos determinen, opriman y normen, como hacen los Estados hoy.

La depredación de la tierra es una operación del neocolonialismo, el capitalismo, el neoliberalismo y sus instituciones como las trasnacionales, el Banco Mundial y sus políticas de ajuste y todo ello se sostiene sobre el clasismo, el sexismo, el racismo, las invasiones y la deuda externa. Si cada pueblo y cada persona tuvieran derecho a autodeterminarse dentro de los límites de la pertenencia a la Pachamama y no al revés, es decir que la tierra les pertenezca, no habría depredación, invasiones ni propiedad sobre la tierra, el territorio, la gente y los demás seres. La comunidad tiene derecho a la autodeterminación dentro de los límites de la autonomía de cada uno de sus integrantes y cada mujer, varón, niño y niña tienen derecho a autodeterminarse en libertad y voluntad asumiendo el ser comunitario y la reciprocidad con él.

Tenemos la fuerza de nuestros ancestros, la palabra y los cuerpos de miles de personas que lucharon y luchan todos los días para hacer de este territorio un lugar posible y digno para practicar el buen vivir. Sigamos usando nuestra creatividad, autonomía y fuerza para resistir a la cultura de muerte que este sistema nos impone.

Pidamos entonces…Pachamama de estos lugares, bebe y come a gusto nuestra ofrenda, para que sea buena esta tierra, haz que brote bien la semilla, que no le suceda nada malo, que no la agarre la helada, que produzca buena cosecha para alimentarnos y danos fuerza y sabiduría para vivir bien y en libertad.