11 de Mayo (ANRED).-
Juicio por torturas a Luciano Arruga - Día 4: Crónica de los alegatos, a la espera del veredicto
Culminó este viernes, con los alegatos, el juicio por
torturas contra Luciano Arruga, por las que está acusado el Teniente 1º
Julio Diego Torales. La fiscalía solicitó 10 años de prisión. La
querella conjunta de la APDH de La Matanza y el CELS pidió 16 años. La
defensa, en tanto, previsiblemente, solicitó la absolución, pero
sorprendió a todos pidiendo la imputación por falso testimonio de Vanesa
Orieta, hermana de Luciano, y de Juan Gabriel Apud, amigo del joven. El
próximo viernes a las 12 será la lectura del veredicto. Por RNMA
La cuarta jornada por el juicio por torturas a
Luciano Arruga comenzó más amigable que las anteriores por varios
motivos: arrancó más tarde, ya que la cita judicial para que se oyeran
los alegatos era a las 12; la cita social y política fue a las 10, para
llevar adelante una radio abierta en las afueras de la Unión Industrial
de La Matanza, donde se desarrollaron hasta aquí las audiencias. Es
decir que no hubo que madrugar tanto por lo que el frío se sintió mucho
menos. Esta vez el sol resultó un abrigo natural y suficiente. Incluso
pudieron acercarse para presenciar la audiencia varios de los
integrantes de Familiares y Amigos de Luciano Arruga que por razones
laborales no habían podido estar en el lugar antes, aunque sí se
encargaron de sostener la labor comunicacional a través del blog en el
que la organización decidió contar la historia de este juicio con voz
propia.
Mientras un grupo se encargaba de montar la parte técnica para brindar
el sonido adecuado durante la radio abierta, llegaron Mónica y Vanesa.
Rápidamente entendieron que el sol era necesario y se sentaron bajo su
calor a tomar unos mates y a fumar. "Al final de este juicio tiro el
paquete, esté vacío o lleno", promete Mónica, mucho más distendida que
en las jornadas anteriores: "es que ya está, ya ganamos, salga lo que
salga de este juicio, estar acá es una victoria nuestra", dice con
seguridad. Está contenta por el pedacito de justicia alcanzado, pero
también hay lugar para charlar de cosas más banales. Mónica disfruta aún
del triunfo de River ante Boca en el partido de ida por la Copa
Libertadores. Ganó su River, ganó el River que Luciano adoraba: "él me
decía, si me cortás acá -estira el brazo y señala las venas-, ahí está
River". Vanesa no comparte la elección: es hincha de San Lorenzo: "no
podría nunca ser hincha de un club que se autodenomina Millonario",
larga entre sonrisas. Parece tener un argumento sólido para todo.
Por el parlante se escucha un segmento de Desde Afuera, el programa
radial que los Familiares y Amigos de Luciano idearon cuando la
municipalidad de La Matanza, que había cerrado el destacamento donde
ocurrieron los hechos que se juzgan en este juicio, los había dejado
afuera cambiando la cerradura con un argumento por lo menos torpe: que
estaban haciendo política. Por supuesto que tenían razón. Estaban allí, y
están de vuelta en ese lugar de tortura y muerte, para intentar que lo
que le sucedió a Luciano no le ocurra a ningún otro joven del barrio. Se
pasaron un par de años de sábados con sol, calor, frío y lluvia
haciendo comunicación alternativa para presionar al poder local, que les
tuvo que firmar la cesión con disguto hace unos pocos meses. El
programa se sigue llamando igual. Aunque ahora se haga desde un estudio
de radio (tomado dicen ellos, entregado decimos nosotros), no quisieron
cambiarle el Desde Afuera. Allí Mónica dejó sus sensaciones tras los
primeros días del juicio y cerró la emisión mejor que lo que podría
haberlo hecho el periodista más genial. "Yo no me voy a despedir, no me
gustan las despedidas, pero sí recordé algo muy lindo y se lo voy a
decir a todos. Una vez le dije: soñá Negro, soñá, y él me dijo: `¿para
qué voy a soñar mamá?’. Un niño sin sueños es un hombre sin futuro...
chau".
Angustia, dolor y satisfacción
A minutos de entrar, Vanesa nos dejó algunas reflexiones. Se lamentó
por no haber podido presenciar el resto del juicio a pedido de la
defensa: "estamos transitando este proceso con mucha angustia y dolor.
Esperamos una condena contra el Teniente 1º Diego Torales". Acerca de la
estrategia de la defensa de ensuciar a Luciano, aseguró estar preparada
de antemano: "tengo más claridad en ese sentido, no me sorprende y lo
tomo como de quién viene, las chicanas no me tocan, están defendiendo a
un policía acusado de torturas, un hecho gravísimo. Lo que está quedando
claro es que detuvieron aquel día a Luciano de una forma arbitraria.
Fueron a la búsqueda de un pibe que daba con las características de
alguien que le había robado a otro, pero eso no justifica la detención
de Luciano, que estuvo más de diez horas privado de su libertad en una
cocina. El primer objetivo está cumplido: limpiar la imagen de Luciano
que estuvo manchada durante todos estos años".
Sobre este nuevo encuentro con Torales, en circunstancias bien
diferentes a las del 22 de septiembre de 2008, Vanesa relató: "yo no
tengo nada que esconder. Los miré a todos a los ojos como miro a todos
los que le hicieron daño a mi hermano. Eso también es una satisfacción
para los familiares. Sin bajar la mirada, les estamos diciendo que
estamos presentes, de pie y denunciando sin ningún temor".
"La tortura es tortura, no importan los motivos"
Pasadas de largo las 12, comenzaron los alegatos. La sala desbordaba
de gente, más que ningún otro día. El silencio ensordecía. Ya se podía
filmar y grabar con libertad, así que decidimos rápidamente transmitirla
en vivo (como también emitiremos el viernes próximo la lectura del
veredicto).
Vanesa les había pedido a todos que no aplaudieran ante ninguna
circunstancia: "aquí no hay nada que festejar, ni siquiera la condena
contra el policía".
Comenzó el Ministerio Público. El fiscal José Luis Longobardi es uno de
esos actores silenciosos de la justicia que estudia, lee y acciona. Se
nota que lo incomoda el formato oral y público. Tartamudea al hablar,
pero demuestra firmeza y seguridad en cada una de sus intervenciones. Su
acción en el juicio tranquilizó a muchos, no solo porque fue
fundamental en este juicio, sino porque tiene a cargo la acusación
contra Pablo Pimentel, el referente de la APDH de La Matanza que está
imputado por el armado de una causa contra policías tras el dudoso
suicidio del joven Gabriel Blanco en una comisaría.
Longobardi aseguró que está probado que Luciano fue torturado en el
ahora ex destacamento. Sostuvo también que fueron tres las personas que
lo torturaron: Torales y otros dos aún no identificados."La tortura es
tortura dice el Tribunal Internacional de Derechos Humanos y no hace
falta ningún motivo. Tortura es lo que hemos descrito y que conlleva,
sí, a un trato difamante, degradante, humillante —vuelvo a usar palabras
de Vanesa—, todo acto que muestre una crueldad inhumana", dijo. Para
Longobardi, Luciano nos habló durante este juicio: "he dicho que Luciano
nos habló, nos dejó los vestigios, los signos, las huellas, los
testigos que me permiten a mí sostener probadamente la acusación. Justo
en este momento, Luciano nos vuelve a hablar. Me habla a mí y les habla a
ustedes pidiendo justicia", finalizó. Por todo esto, con los atenuantes
de la falta de antecedentes de Torales, el fiscal solicitó al tribunal
la pena de 10 años de prisión.
El peor de los miedos
Combi alegandoLuego tomó la palabra la querella. Primero habló Juan
Manuel Combi, abogado de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos
de La Matanza. Realizó una suerte de reconstrucción de los hechos y
tuvo la intervención más política. "Hemos llegado hasta aquí con el
poder. Pero no con el poder oculto que se ha pretendido insinuar. Hemos
llegado hasta aquí con el poder de la verdad y la justicia. El poder y
la justicia de esos testimonios que, como bien dijo el representante del
Ministerio Público Fiscal, nos ha dejado en vida Luciano Nahuel Arruga y
ha dejado a la valiente hermana, que lo llevó al policlínico, y a su
madre, a quien estamos orgullosos de patrocinar, como particulares
damnificados en esta causa". Combi parece calzar el traje solo por
obligación. Con su voz gastada, por lejos es quien mejor se lleva con el
formato del debate. Calificó a la detención de Luciano como una
"aprehensión de dudosa legalidad" y remarcó que lo alojaron en "un
destacamento policial no habilitado para tener detenidos". Se refirió a
Arruga varias veces como "un niño de 16 años" y subrayó las
consecuencias del hecho: "después esta detención Luciano tenía miedo. Y
tenía el peor de los miedos que puede tener un ser humano, el que nos
constituye como tales: miedo a la muerte".
Los libros sobre la mesa
Combi ya había anticipado que el tribunal tuviera en cuenta que por
la gravedad de los hechos el alegato sería extenso. Le cedió el
micrófono a su colega Maximiliano Medina, el joven abogado del Centro de
Estudios Legales y Sociales, que siempre tuvo como ladera, incluso
preguntándoles a los testigos, a María Dinard. Medina se encargó del
segmento más técnico de los alegatos. Citó jurisprudencia nacional e
internacional. Los integrantes del tribunal, las doctoras Diana
Volpicina y Liliana Logroño, y el doctor Gustavo Navarrine tomaron nota
en cada mención.
Medina también se refirió a Luciano como "un niño" y dijo que eso no era
un capricho del fiscal o de su colega Combi, "sino que así lo establece
la Convención Internacional sobre los Derechos del Niño".
Medina cerró su participación en el juicio anunciando que para la
querella Torales es culpable de torturas contra Luciano Arruga y
solicitó la pena de 16 años de prisión.
Así como Combi comenzó remarcando el orgullo por representar a Mónica
Alegre, Medina cerró del mismo modo. No es poco, luego de algunos
momentos ya relatados de este juicio, que los abogados hayan sentido
orgullo por estar llevando adelante esta causa.
No hubo aplausos luego de la intervención del fiscal, tampoco tras la de los abogados querellantes.