Escrito por Virginia Créimer, especial para APe (*)
La pregunta sobre el origen de estos crímenes aberrantes, puesta al microscopio científico - social, muestra una innumerable red de nuevas preguntas que a veces parecen antagónicas.
¿Ha aumentado la criminalidad contra mujeres y niños o su conocimiento es reflejo del aumento de las denuncias?
Las denuncias ¿aumentan porque han desbordado las fronteras del pacto incomunicable entre abusador y abusado, empujando a este último al abismo de una justicia en la que no cree como último recurso o la violencia es tan inocultable que la justicia queda obligada a hacerla visible?
Lejos de sofisticados análisis filosóficos, la sociedad ha demostrado encontrarse enferma a un grado extremo, sin la más remota intención de tomar conciencia de ello, lo cual la coloca al borde de un suicidio.
Todo indicaría que la sociedad ha encontrado una nueva forma de construcción, la deconstrucción de sí misma. De esta manera, hay hombres que sacrifican hijos para generar dolor insuperable en las madres; otros que violan jóvenes mujeres para marcar en el cuerpo de ellas y de sus esposas el grado más patológico de las celotipias masculinas; otros que se agrupan, golpean y abusan sexualmente de pre-adolescentes poniéndolas al borde de la muerte.