El Bolsón (PUERTA E).-
Hortencia Hueicha, madre de Raimundo Nazario Pino
Por Ángel Callupil
Con la presencia de la lonko de la comunidad mapuche-tehuelche Los Pino, doña Hortencia Hueicha, sus hijos Manuel y Florencia, sus nietos Belén y Pablo, hicieron saber de la desaparición de Raimundo Nazario Pino (42) desde el pasado 9 del corriente en horas de la madrugada, cuando salió desde el puesto del campo donde lo llevaron a trabajar.
La familia se anotició al día siguiente y comenzaron la búsqueda, aun con la dificultad que están teniendo por tanta ceniza que se levanta con el viento, que no ha dejado de soplar.
Pasadas recién las 72 hs. luego de haber realizado la denuncia correspondiente, se sumaron a esta búsqueda incesante miembros de defensa civil, personal de la Comuna Rural de Gan-Gan, policía montada, efectivos de la comisaría local; con todos estos recursos aun nada se ha podido saber del hijo de doña Hortencia.
En la jornada del hoy (por el miércoles) se reunieron con los abogados de la comunidad y luego en la ciudad capital mantuvieron una reunión con directivos de Defensa Civil, solicitando apoyo logístico para la búsqueda que continúan.
Eliberto Sepúlveda, es el patrón que fue a buscar a Raimundo para trabajos por día en el campo, el 5 de julio, primero en la zona de Blancuntre para luego de tres días, llevarlo hasta “El Portezuelo” otro campo de propiedad de Sepúlveda, a unos 40 kilómetros de Gan-Gan.
Allí, según relatos de otro peón, Raimundo después de una noche en la que sentía voces, veía sombras…salió cerca de las 6 de la mañana.
Doña Hortencia se entera casi de casualidad, por un comentario que le hiciera una nieta y allí se empiezan a inquietar, yendo enseguida a la comisaría del lugar.
La familia se va organizando para salir casi diariamente, a realizar rastrillaje, otros del vecindario también se acercan, pero están necesitando más recursos para la búsqueda.
El patrón poco ha dicho de toda esta situación.
Raimundo es uno de los 11 hijos que crió doña Hortencia. Todos aprendieron a caminar en cercanías al campo donde desaparece.
La anciana siente pena, pero aun le queda fuerza para seguir reclamando por su hijo.
Ella, como lonko de la familia, sigue animando al resto de la comunidad, mientras sospecha que hay algo, que como tanta ceniza en la meseta, no se deja ver.